El hombre que dejó en coma a su exnovia, libre pese a la indignación familiar y vecinal

La joven sufre lesiones cerebrales de por vida y aunque el culpable tiene una orden de alejamiento que le impide acercarse a menos de 500 metros de su domicilio, el solo hecho de que puedan compartir el propio municipio ha levantado la indignación entre los familiares y vecinos de Manises.

Ayer, un grupo de personas organizó una concentración en la plaza Rafael Atard para protestar por la puesta en libertad de este individuo que cambió la vida de Marta al causarle graves lesiones cerebrales y arrancarle sus planes futuros. Entre las cerca de 150 personas que acudieron a la llamada por las redes sociales, estaban el padre y el hermano de Marta, Antonio y Juan Antonio, quienes recibieron el respaldo de los presentes.

«Mi hija tiene mucho miedo», explicó Antonio, «ya no quiere salir de casa». «Es contradictorio que la que no pueda ir por la calle tranquila por si lo ve, sea ella», comentó indignado con la situación.

Están siendo días muy complicados para la familia porque, además, al temor de la joven al saber que su agresor está libre se suma la preocupación por si «somos nosotros los que lo vemos y no podemos evitarlo...», apuntó el hermano. Juan Antonio aseguró que «no voy a ir a buscarlo» pero se plantean cambiar de pueblo porque «no podemos permitir que vuelva a hacerle daño a mi hermana».

Su padre insistió en lo mismo «es que sabemos que lo vamos a ver porque esto es un pueblo pequeño y vive cerca, podemos encontrárnoslo en el ambulatorio o en el mercado» y añadió que, además, «estas personas, a veces, se aprovechan de la situación y te provocan». Esto es precisamente lo que ambos familiares quieren evitar ante todo, una confrontación con el agresor que pueda meterles en más problemas.

Los participantes en la protesta pedían «justicia», porque «no hay derecho que esta persona esté ya en la calle» y apelaron al Ayuntamiento para declarar como persona «non grata» a Luis M. con el fin de que «no pueda pasearse tranquilamente» por el municipio.

La mayoría era gente anónima, sin ningún tipo de relación con la familia, pero que compartían el mismo sentimiento de «indignación» porque el agresor de Marta esté ya en libertad y, aunque sin pancartas, todos coincidían en un grito común: el «endurecimiento de las penas» para los maltratadores. «Cuando pasó yo era pequeña y ahora no me puedo creer que esté ya en la calle», comentaba, una joven, Nayara, «en muy poco tiempo él recupera su vida pero ella no puede hacerlo».

«Todas tenemos amigas o familiares y no nos gustaría que les pasara algo parecido, por eso hemos venido», añadía Margarita. «No sabes nunca a quién le puede tocar», explicó otra de las presentes, «se merece estar toda la vida encerrado», comentó otra persona.