Edificio Carbajosa: el principio de la Valencia que conocemos

En este contexto comienzan a mejorar los materiales para la construcción de los pilares de la ciudad, sus edificios. Corría el año 1929 cuando se inician las obras del inmueble Carbajosa (en plena calle Xátiva, frente a la Estación del Norte y la Plaza de Toros) que a día de hoy es uno de los principales referentes en el callejero valenciano. Pero su singularidad no reside en la relevancia de su enclave. Miles de personas pasan a diario frente a sus muros, pero pocas saben que su rasgo más especial no está en su ubicación, sino en su historia: se trata del primer edificio en Valencia construido con una estructura completa de hormigón armado.

Porque aunque ahora pueda parecer una obviedad el empleo de este material, los inmuebles valencianos no siempre gozaron de esta potente base estructural. Se finalizó en 1931 y su creación corrió a cargo de Luis Albert Ballesteros, con intervenciones de Fernando Puente Roig, justo en una época en la que el material predilecto para los arquitectos era el hierro. Con la aparición de este avance, desaparecen barreras arquitectónicas en forma de muros y se comienza a construir con pilares. Elementos que pasan desapercibidos por lo evidente que resultan a día de hoy, pero sin los que la estructuración de la ciudad sería muy diferente.

La manzana donde se ubica este edificio residencial fue reformada a partir de 1928, en un intento por adaptar la ciudad a los nuevos tiempos con la mejora de los accesos a la antigua -y entonces nueva- plaza de Castelar, ahora la plaza del Ayuntamiento. Su concepción forma parte del denominado expresionismo funcionalizado, con un cuerpo formado sobre un solar en forma de trapecio; con sótano y bajos comerciales, seis plantas y un ático en el que se emplazan un total de 13 viviendas. Estas residencias están distribuidas a pares por planta, con un pasillo central que deja las dependencias principales para la cara exterior. La fachada refuerza la impresión horizontal del edificio con lineas decorativas del escultor valenciano Ricardo Boix.

Se volvió a reformar por ampliación en 1990 y actualmente ha perdido su carácter residencial, con una nueva fachada orientada hacia la calle Ribera. A pesar de que la ampliación trastocó su simetría original, el edificio es uno de esos puntos en Valencia que guarda historia y que señala el principio de una época que, como todo, no siempre ha sido así.