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¿Quién es Toni Balanzà?

¿Quién es Toni Balanzà?

Pone una sonrisa a la vida pese a lo mucho que ésta le ha maltratado. Perder a su mujer hace año y medio por un tumor cerebral le colocó al borde del abismo, pero ha sabido sacar adelante a sus dos hijos

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Sábado, 21 de mayo 2016, 13:09

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Lleva desde 2012 como máximo responsable de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Valencia, entidad que ha pasado momentos duros. Pero Toni Balanzà es optimista por naturaleza, pese a que a nivel personal no atraviesa muy buena racha. Con una vocación clara, la fotografía, es además óptico y combina las dos profesiones en Benimàmet, donde ha encontrado un hogar, el de sus hijos, aunque recalca: «Me gustaría que constara que soy de Meliana».

-Cuénteme por qué se puso al frente de la asociación.

-No lo decido, me lo proponen. Al principio pensé que era una cámara oculta, creía que me estaban tomando el pelo. Mi respuesta fue negativa, pero insistieron tanto que al final recuerdo que a las doce menos diez me llamaron para preguntarme por qué no me había presentado, cuando el plazo acababa a medianoche. Acepté. Había un riesgo grave de que la asociación desapareciera y pensé: «Si soy yo quien creéis que puede salvar esto, adelante».

-¿Era de los que de pequeños cogen una cámara a la menor oportunidad?

-Cuando era un crío siempre me gustaba aparecer en escena. Veía una cámara y me encantaba chupar plano. Debo de estar en muchas películas. Un día, en una pista de atletismo, me pidieron ayuda para grabar un lanzamiento de peso. Y ahí me di cuenta de que aquello me gustaba mucho. Ya con 18 años empecé con el desnudo artístico, donde he desarrollado mi carrera.

-¿Qué le dicen cuando asegura que lo suyo es el desnudo?

-Los amigos se ofrecen gratuitamente a sujetarme los focos, pero nunca he tocado a una modelo. Cuando trabajas, tu única preocupación es que la fotografía salga. Ni te acuerdas de que ella está sin ropa. Y al final casi todo el mundo repite. Muchos lloran de la emoción al ver las fotografías.

-¿Le cuesta a la gente desnudarse ante la cámara?

-Las mujeres están más dispuestas a posar; los hombres son reacios. Hay quien lo tiene como una deuda pendiente y otros hacen muchos kilómetros para desnudarse en el estudio, almorzar y volver a casa. Los proyectos solidarios, como el de las mujeres mastectomizadas, nos han dado además mucha visibilidad. Es la primera vez que una fotografía de una mujer mastetocmizada se convierte en obra de arte. Ana, mi esposa, participó muy activamente en ese proyecto y un año después tenía un tumor cerebral. Todo esto entró en mi vida de golpe, pero me ha dado el placer de haber ayudado de alguna manera.

-Ella murió de cáncer.

-Le detecté la enfermedad en una prueba en la óptica. Le dije: «Mira cariño, tú sabes en qué pruebas has fallado, sólo nos queda ir a Urgencias». Allí le hicieron un TAC y salió el tumor. Poco después murió. Ha pasado año y medio de esto.

-Es terrible.

-Lo es porque no está en tu agenda. Cada uno lo pasa de una manera. Yo tenía dos hijos y debía pensar en el futuro. El entierro fue un miércoles y el fin de semana ellos, músicos en la banda de Benimàmet, tenían el encuentro anual y les dije: «Id, estad con vuestra gente, porque en casa no hacemos nada». Habrá quien no lo entienda pero coger el ritmo de una vida cotidiana ha sido lo que nos ha hecho salir adelante más rápido.

-Es que la responsabilidad cae sólo en usted.

-El momento más trágico fue cuando llegamos los tres a casa y dijimos: «Vamos a hacer cualquier cosa para cenar». En el paquete de salchichas vienen cuatro y mi hija, con doce años, me lo señaló. Y le contesté: «No te preocupes, la cuarta para el perro». No sabía qué decir en ese momento, pero a mí se me hundió el mundo.

-¿Cómo sale una persona de esos duros momentos?

-Una frase que he repetido mucho a mis amigos es que cuando tienes un hijo te conoces a ti mismo, tu paciencia, tu capacidad para pasar sueño. Y en una situación como ésta vuelve a pasar. De golpe cambia todo. Una de las primeras decisiones fue dar un juego de llaves de casa a cada uno. La nena me dijo que era la primera de su clase en tenerlas. O dejarles una cantidad de dinero siempre disponible. Han madurado tremendamente porque ya no hay plan B.

-Le veo muy positivo.

-Donde otros ven drama yo intuyo una oportunidad. Se me quedó grabado un sketch de Woody Allen en La última noche de Boris Grushenko donde mueren miles de personas, sólo quedan dos y el protagonista dice: «Podía haber sido peor, podía haber llovido». Es lo que digo siempre: «Podía haber sido peor».

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