La mayor expropiación de huerta de la historia
337 hectáreas y 797 viviendas rústicas y urbanas fueron necesarias para el trazado del nuevo Turia
PPLL
Lunes, 9 de mayo 2016, 00:33
Ahora hace 50 años, Valencia estaba consumando la mayor expropiación de huerta de su historia. Nunca antes, en cualquier época, la ciudad había reclamado para sus necesidades, que se abandonaran tantos campos, se destruyeran tantas alquerías y barracas y se alteraran tantas acequias y distribuidores de riego. Pero la construcción de la Solución Sur, ese nuevo cauce del río Turia que usamos a diario, reclamó ese extraordinario sacrificio: entre 1965 y 1966, 337 hectáreas, 29 áreas y 31 centiáreas de la huerta de Valencia desaparecieron en aras del bienestar de todos.
Medio siglo después, cuando resurge el afecto por la huerta y se levantan voces para su salvación de los peligros del excesivo desarrollo urbano, debería haber en algún punto un homenaje a los hombres y mujeres que dejaron sus cosechas, sus medios de vida, sus propiedades o sus casas, para que el río Turia, que había causado terribles daños en el año 1957, pudiera tener el nuevo cauce que se había proyectado. Una simple placa bastaría para evocar que, para construir la Solución Sur fue preciso ocupar más de tres millones de metros cuadrados de cultivos, algo que no había requerido antes ni la guerra contra los franceses ni la guerra civil; y que después no fue exigido por grandes infraestructuras que también serían precisas: la Universidad Politécnica, Mercavalencia o las instalaciones ferroviarias de Fuente de San Luis.
Las obras de desviación del Turia se iniciaron oficialmente el 26 de febrero de 1965. Tras un plan de años de demora, el nuevo concurso celebrado adjudicó definitivamente los trabajos, el 12 de agosto de 1964, a las empresas Cubiertas y Tejados, SA y a la firma MZOV, que presentaron un presupuesto, de forma solidaria y conjunta, de 1.292'2 millones de pesetas. La escritura de contrata de las obras se firmó el 6 de octubre de 1964.
Cuando los trabajos comenzaron se empezó por una triangulación del terreno. Como referencias se usaron en total 72 puntos altos donde se situaron placas que en algunos casos, como el campanario de Horno de Alcedo o la iglesia de Pinedo, todavía es posible que estén. No ha ocurrido lo mismo con las referencias usadas y marcadas en Novopán, Feycu, Cervezas Turia, Turégano y algunas casas de la zona colindante. Los medios técnicos de entonces, siendo avanzados, solo contaban con las fotografías aéreas de una zona de huerta muy rica, para la que se puso en marcha un colosal plan de expropiaciones forzosas.
El cauce debía tener 12 kilómetros de largo y 200 metros de ancho. Y debía incluir en total diez puentes para ferrocarril y carreteras. Desde la Cassola de Quart de Poblet, el nuevo cauce debería tomar las aguas del Turia, desviarse hacia el sur y, cumplida una amplia curva, dirigirse hacia el este, para buscar el mar al sur de Pinedo. La burocracia, sin ordenadores entonces, se ocupó de notificar las expropiaciones a varios miles de propietarios y arrendatarios, titulares de las referidas 337 hectáreas de huerta, donde había una cifra enorme de viviendas en uso: 797, entre urbanas y rústicas.
Hubo disconformidad en los precios en muchos casos. Pero no hubo protestas: difícilmente las podía haber. Si hubo, y llegaron a los periódicos, lamentos porque muchos agricultores, aun cobrando un precio razonable, no encontraron otras parcelas donde seguir el único oficio que tenían. Para muchos fue un despido doloroso de la profesión. En cuanto a quienes vivían en alquerías o barracas, no siempre encontraron acomodo en el campo: su destino estuvo ligado a cualquiera de los barrios que crecían en una ciudad en expansión descontrolada.
En mayo de 1966, ahora hace 50 años, las explanaciones ya se habían concluido y el sacrificio de huerta y casas estaba consumado: grandes mototraillas estaban aplanando el cauce, que se consolidaba con rocas traídas de la cantera de la Sierra Perenchiza. Se puede decir que el nuevo río había nacido, aunque faltaban construir los puentes. Pronto empezarían las excursiones dominicales, en autobuses especiales, para que los valencianos conocieran los trabajos. En general, los precios pagados fueron justos. A los quince meses de las obras -es decir en mayo de 1966, ahora hace 50 años- el montante de las expropiaciones era casi tan grande como el coste total presupuestad para las obras civiles: 1.095'7 millones de pesetas.