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Silvan Lajoine y Aquiles, el domingo, felices y en terreno firme. manuel molines
Gatos en Valencia | «Salvé a Aquiles pero me quedé en la cornisa»

«Salvé a Aquiles, pero me quedé en la cornisa»

Un hombre, rescatado de un sexto piso por los bomberos de Valencia tras auxiliar a su gato

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Lunes, 6 de mayo 2019, 20:11

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La ley de la gravedad, el travieso gato Aquiles y un muro de casi dos metros se aliaron el sábado para poner a Silvan Lajoine en un verdadero aprieto. El francés afincado en Valencia se las vio canutas y sin salida en una cornisa de poco más de un metro de ancho, en un sexto piso, después de salvar a su mascota, que se fugó de un ático para explorar peligrosamente el saliente de la fachada. La razón es bien sencilla: «Descender hasta allí fue fácil, pero ya no había manera de trepar. Pensaba que aún tenía 20 años, pero no...». Los bomberos lo salvaron del apuro elevando una escalera y se evitó una desgracia. Felino y humano están ya juntos y a salvo.

Con siete meses de vida, Aquiles «es trepador e inquieto y ya se había encaramado alguna vez a la celosía, pero nunca había pasado al otro lado», describe el vecino de la Carretera Escrivá, en el distrito de Jesús. Esa cautela le duró hasta el sábado a las once de la mañana. «Salí a la terraza y vi que el gato estaba ya por fuera, cerca de la cornisa», situada unos dos metros por debajo del murete que protege la parte exterior del ático, a seis pisos de altura. El animal había aprovechado el entrelazado de rombos de la celosía para ayudarse en su escalada y acceder al lado exterior en busca de nuevas experiencias gatunas.

El hombre señala la cornisa de donde fue rescatado.
El hombre señala la cornisa de donde fue rescatado. M. Molines

El vecino de Valencia descendió al saliente desde su ático aunque no consiguió trepar: «Ya no tengo 20 años»

«Estaba en peligro e intenté atraerlo con comida que coloqué en dos puntos diferentes». Pero la estrategia alimenticia fue inútil. Para desgracia de su dueño, el pequeño 'héroe' de Troya no tenía hambre y encima aumentó un grado su rebeldía: «Saltó del borde del murete de la terraza a la cornisa. El peligro era mayor y la verdad es que no me lo pensé. Fui tras él».

El agujero salvador

Posiblemente su esposa o sus hijos le hubieran contenido, «pero ella estaba en la ducha y los chicos fuera». Silvan tomó las riendas de su destino y se descolgó hasta la cornisa para acceder hasta donde Aquiles maullaba, ajeno a todo riesgo. «Llegué hasta él, lo cogí y rompí como pude fragmentos de la celosía para hacer un agujero y pasar por él al gato». Pero faltaba la segunda parte: regresar al ático trepando. Y eso «no fue posible. Salvé a Aquiles, pero yo quedé atrapado en la cornisa».

«¿Dónde estás?», le buscaba su mujer por la casa antes de hallarlo en el voladizo

Se encaramó, saltó, buscó apoyos y agarres, pero todos los intentos acababan con la suela de sus zapatos en la cornisa y arañazos en los brazos o en el pecho. Bajar había resultado sencillo, pero lo de subir... «Silvan, ¿dónde estás?», escuchó. Era su esposa. Había salido de la ducha y lo buscaba extrañada por la casa. «¡Aquí, en la cornisa!», gritó Silvan. Ha sido por el gato...». En ese momento, el felino ya remoloneaba por la terraza fuera de todo riesgo.

Tras las pertinentes explicaciones, la pareja se enzarzó en un pequeño debate entre el ático y el abismo. El magullado Silvan urgía una escalera de uso doméstico para colocarla sobre la cornisa, subir por ella y regresar a su hogar. «En ese momento, pensé que habría valido». Pero la mujer entendió que ya estaba bien de heroicidades y prefirió telefonear al 112 para poner en manos de profesionales el incierto futuro de su marido en las alturas. «Ella tenía miedo y con razón, ahora lo pienso y sé que ha sido lo mejor», reflexionaba.

«Intenté atraerlo con comida, pero no había manera. Al final no me lo pensé. Fui tras él»

En pocos minutos, cuatro vehículos con una docena de bomberos procedentes del Parque Central se desplegaron en la calle. Algunos curiosos pensaban que se trataba de un suicida. «Elevaron una escalera con cesta y entre dos bomberos me ayudaron a bajar. Les estoy muy agradecido por su buen trabajo. A ellos y al equipo del SAMU que me auxilió», resaltó ayer el hombre. Un policía acompañó a Silvan a su casa. «¿Qué hago, lo mato o le doy un abrazo?», preguntó su esposa. «Mejor dele un abrazo», sentenció el agente. Punto final a la odisea.

Prohibido salir a la terraza

La trastada de Aquiles ha tenido algunas consecuencias para el gato: «Ya sabe que no le vamos a dejar salir a la terraza más porque después de este susto no nos parece seguro. A ver si nos la lía de nuevo...». Su hermana, la gata Nut, «es más tranquila». Mientras, la familia está estudiando algún tipo de solución estructural: «Poner una valla más alta o más lisa y difícil de trepar, ya veremos...». Todo para que los felinos o Silvan no vuelvan a acabar en la cornisa. «Quiero mucho a nuestros gatos, son como de la familia, pero después de esto creo que no volvería a jugármela», concluyó.

Todo por una mascota

  • Clavado en una reja Un hombre se quedó clavado en una reja de un parque de Torrent en el que se coló su gato de noche. Ocurrió a mediados del pasado mes de febrero. El propietario del felino fue tras él, pero al saltar la valla un saliente metálico le atravesó una pierna.

  • Un perro en el río Intentar salvar a su perro arrastrado por la corriente estuvo a punto de costarle muy caro a un hombre en la localidad valenciana de Chulilla. Fue hace un año. Los bomberos del Consorcio Provincial de Valencia lo rescataron en el río Turia ante sus apuros para salir del agua. El hombre se había lanzado a por su perro al río Turia y logró alcanzar al can, pero después no podía salir al llegar a una zona de abundante vegetación que le impedía alcanzar una senda. Para el salvamento fue necesario desbrozar por varios puntos una zona de cañar y de este modo los bomberos accedieron hasta la víctima.

  • Ahogado por un can En septiembre de 2017, un turista alemán de 62 años murió ahogado cuando intentaba sacar del mar a su perro en una cala de Calpe. El animal se echó al agua en la cala Mallorquí de la localidad. La fuerza del mar arrastró al can y su dueño fue tras él, pero falleció.

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