Urgente Herido muy grave un joven tras ser apuñalado en el pecho en el viejo cauce del río en Valencia
Las cinco personas procesadas por las violaciones que sufrieron ocho menores. Javier Martínez

Otras dos víctimas declaran que sufrieron agresiones sexuales en la masía de la secta de Vistabella

Una joven afirma que una de las acusadas le sujetaba de los brazos mientras el gurú la forzaba y otra mujer estaba en la puerta en actitud vigilante

S. V

Castellón

Martes, 4 de noviembre 2025, 21:04

Otras dos víctimas de la secta de Vistabella han declarado este martes en el juicio contra cinco personas acusadas de nueve delitos de abuso sexual, ocho de ellos a menores de edad, y un delito de asociación ilícita. Las víctimas, un varón que ahora tiene 27 años y una mujer de 31 años, han relatado los abusos sexuales que sufrieron dentro de la masía La Chaparra.

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La mujer ha explicado que la obligaron a desnudarse cuando tenía 13 años con la excusa de que tenía «los ovarios mal», y el gurú Antonio G. L., fallecido el 15 de mayo de 2002 cuando se encontraba en prisión provisional, le introdujo los dedos en la vagina y le tocó también los pechos. Mientras sufría la agresión sexual, la joven ha declarado que una tía suya le sujetaba los brazos y la esposa del líder de la secta «estaba en la puerta» en actitud vigilante. Estas personas son dos de las cinco mujeres procesadas.

Como ya informó LAS PROVINCIAS, los seis encausados, cinco mujeres y un hombre, se enfrentan a penas que oscilan entre los 16 y los 76 años de prisión. Según el escrito de conclusiones provisionales de la Fiscalía, los acusados conformaban junto a otras personas un grupo sectario en torno a su líder, Antonio G. L., y sometían a sus miembros a terapias supuestamente sanadoras basadas en ritos sexuales.

La otra víctima que ha declarado en el juicio tenía 15 años cuando le agredió sexualmente un miembro de la secta, el único hombre procesado por estos graves hechos. El joven de 27 años manifestó que intentó zafarse, pero no pudo quitarse de encima al abusador.

Las víctimas atribuían al gurú poderes especiales de los que en realidad carecía, y este se valía de la abducción psicológica de sus fieles para satisfacer sus deseos sexuales. El líder de la secta, nacido en 1957 y casado con una de las inculpadas, «aplicaba en los genitales de las asistentes vibradores o consoladores hasta alcanzar el orgasmo, introducción de objetos o dedos y penetraciones vaginales», según la Fiscalía.

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Todas las víctimas, ya mayores menos una, presentan ansiedad, depresión, alteraciones del sueño, problemas somáticos, pensamientos intrusivos, labilidad emocional, malestar psicológico, retraimiento social, pensamientos obsesivos recurrentes y un estado de ánimo negativo, debido a un «desarrollo vivencial anormal reactivo a los hechos», según el Ministerio Público. De forma irregular pero con frecuencia semanal eran sometidas a agresiones sexuales.

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