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Antonio L. en una foto de su perfil de Facebook.
El maltratador de chihuahuas

El maltratador de chihuahuas

El detenido por maltrato animal mandó cortar las cuerdas vocales a varios canes

ADA DASÍ/J. MARTÍNEZ

Miércoles, 14 de mayo 2014, 00:05

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El criador de chihuahas Antonio L., de 54 años de edad, está muy afligido. El rostro cariacontecido de la firma 'Ser Camelot', nombre que utiliza en su web y una red social, refleja su tristeza y su preocupación tras ser detenido por los delitos de maltrato animal y estafa. El jubilado proclama su inocencia y pide que le devuelvan los 31 perros que la policía le intervino en su domicilio en Torrent.

«Al menos, espero que me devuelvan a mi ratonero 'Pitufo' y a los que legalmente puedo tener en casa, y el resto ya los regalaré yo a quien considere que pueda y sepa cuidarlos». Antonio siente una gran indignación por la operación policial y está un tanto avergonzado, aunque insiste en que no hacía «nada malo». Como ya informó ayer LAS PROVINCIAS, la Policía Local de Torrent detuvo a este jubilado y su esposa por criar canes en su domicilio de forma clandestina -sin los permisos de un núcleo zoológico- y venderlos a través de internet.

La pasión de Antonio por los perros, que ejercita desde que era pequeño, le hizo dedicarse a la cría de chihuahas y ratoneros después de una jubilación anticipada a causa de una enfermedad que le apartó del mundo laboral. Mecánico de oficio, también trabajó en el sector de la hostelería y en dos fábricas. «Con 20 años vendí mi primer cachorro en la plaza Redonda. Me pagaron 3.000 pesetas», recuerda el hombre. «La afición la heredé de mi abuela, que criaba toda clase de animales en Sueca», añade el jubilado.

Hace 12 años, Antonio se trasladó al piso que ocupa actualmente en Torrent, donde el lunes le requisaron una treintena de perros, siete de ellos cachorros. El criador y su actual pareja cuidaban los animales en apenas unos pocos metros cuadrados. Allí estaban los canes en jaulas. El jubilado no comprende porqué le han quitado a sus cachorros.

«Los animales están muy bien cuidados. Yo limpiaba el balcón dos veces al día, por la mañana y por la tarde, para que no oliera la casa», explica. Además, los perros no estaban delgados ni mal alimentados», se defiende. El hombre asevera que los canes «están vacunados, desparasitados y con sus microchips», aunque no dispone de las cartillas reglamentarias, sino de unas hojas en las que él mismo anotaba las vacunas. «Venía un veterinario a casa y los vacunaba», puntualiza. A pesar de ello, y como comprobó la sociedad protectora que recogió los animales, algunos de ellos tenían las cuerdas vocales cortadas para evitar que ladraran. «Es normal cuando hay muchos perros, y le dije al veterinario que lo hiciera porque no queríamos causar molestias a los vecinos», sostiene el hombre.

La obsesión de Antonio es la de conseguir una raza perfecta de perro en miniatura para presentarla a concursos y exposiciones caninas con la mezcla de los genes. «Yo quería sacar pedigrí y tener los perros reconocidos con la firma 'Ser Camelot', que nunca funcionó como una empresa», señala el criador. «Por eso me quedaba a los más puros de raza para lograr mi objetivo, pero tenía que vender algunos cachorros para sufragar los gastos», añade.

El jubilado, que sufre una depresión desde hace un año, se había refugiado en sus canes como distracción para superar su enfermedad. «Mis perros hacían que me olvidara de la depresión, y ahora ya no los tengo. Espero que me los devuelvan pronto», dice compungido.

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