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Siphokazi y Nokubonga, a la derecha, han decidido dar la cara para apoyar a otras víctimas. r. c.
El zarpazo de 'mamá leona'

El zarpazo de 'mamá leona'

Nokubonga Qampi mató con un cuchillo al violador de su hija e hirió a otros dos. La opinión pública de Sudáfrica la convirtió en una heroína. Nadie ha presentado cargos contra ella

JAVIER GUILLENEA

Jueves, 4 de abril 2019, 00:31

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Lo primero que sintió Nokubonga Qampi fue miedo. Por ella y por Siphokazi, de 25 años, a quien tres vecinos del pueblo estaban violando cerca de su casa. Después, cuando había matado a uno de ellos y herido a los otros dos, solo pensó que había salvado a su hija pero que a cambio le esperaba una larga condena a prisión. Nokubonga no sabía entonces que estaba a punto de convertirse en toda una heroína en Sudáfrica, donde se le conoce como 'mamá leona', la mujer que no dudó en enfrentarse a tres violadores.

Fue el miedo lo que le puso en movimiento cuando una amiga le alertó de que tres hombres estaban agrediendo esa noche a su hija en una vivienda situada a 500 metros de la suya. Nokubonga llamó de inmediato a la Policía, pero nadie contestó y, además, la comisaría más cercana estaba lejos de Lady Frere, el pueblo en el que residía. No llegarían a tiempo.

«Tenía miedo pero tuve que ir porque era mi hija. Pensaba que para cuando yo llegara ella podría estar muerta porque conocía a los culpables y ellos podían matarla para que no los denunciara», declaró la madre más tarde. Desesperada, la mujer venció sus temores, tomó un cuchillo y se lanzó en carrera hacia la vivienda donde su hija estaba siendo atacada.

Entró en la choza con el resplandor de su móvil como única luz y lo que vio la dejó paralizada. Un hombre violaba a Siphokazi mientras otros dos aguardaban su turno con los pantalones bajados. «Me paré en la puerta y les pregunté qué estaban haciendo. Cuando me vieron, vinieron hacia mí y ahí fue cuando pensé que tenía que defenderme, fue una reacción automática».

Resignación

Nokubonga nunca ha entrado en detalles sobre lo que ocurrió después, apenas lo recuerda. Les vio venir y en un instante el miedo cambió de bando. La madre no hizo lo esperado y, en lugar de retroceder, avanzó con el cuchillo en la mano. Ya no era ella sino 'mamá leona'. «Le superó la furia», dijo el juez que investigó su caso.

Las dos mujeres huyeron de la casa sin mirar a los malheridos que habían dejado atrás y se refugiaron en la choza de una amiga, donde fue a buscarles la Policía. La madre no trató de ocultarse, se quedó aguardando; estaba convencida de que le esperaba la cárcel y ya se había resignado a su destino. Buhle Tonise, la abogada que se hizo cargo de la detenida, explicó: «Cuando te encuentras con gente en ese nivel de pobreza, sabes que la mayoría de las veces sienten que irán a prisión porque no tienen a nadie que las defienda. El sistema de justicia es para aquellos que tienen dinero».

El drama de Nokubonga parecía condenado al olvido en un país como Sudáfrica, donde se producen alrededor de 120 violaciones al día. En la empobrecida provincia del Cabo Oriental, donde se encuentra Lady Frere, este número se multiplica. La región, que tiene un 45% de desempleo, es la que presenta el índice de violaciones per cápita más elevado del país. Solo en el pueblo donde residen la madre y su hija se registraron 74 casos en 2017, una cifra altísima para una población con menos de 5.000 habitantes.

Con tantas agresiones era improbable que una más llamara la atención de una sociedad acostumbrada a este tipo de sucesos,pero no fue así. La historia de una madre que mató para proteger a su hija llamó la atención de los medios de comunicación que, a falta de identidades concretas, preservadas por ley, comenzaron a llamar 'mamá leona' a Nokubonga.

La resignación dio paso a la sorpresa. La opinión pública se puso de inmediato de parte de la madre, que había sido acusada de asesinato, y comenzó a recaudar fondos para su defensa. El día en el que Nokubonga, convertida en heroína a su pesar, compareció por primera vez ante el juez, la sala de vistas se quedó pequeña ante la cantidad de personas de todo el país que habían acudido para respaldarla. «Había mucha gente de toda Sudáfrica, les agradecí su presencia porque el hecho de que el tribunal estuviera lleno significaba que me apoyaban».

'Mamá leona' quedó en libertad porque habían retirado los cargos contra ella, pero ese no es el fin de la historia. Madre e hija decidieron acusar a los dos agresores que habían quedado con vida y sin cargos, y consiguieron que les condenaran a 30 años de prisión. Fue entonces cuando ambas se despojaron del anonimato y dieron la cara para alentar a otras víctimas de violaciones a dejar de lado su resignación. Han pasado dos años de aquello. «Después de un ataque de este tipo todavía puedes volver a la sociedad, aún puedes vivir tu vida», repite la leona a quien se lo pregunta. Y que nadie le diga lo contrario.

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