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Pasatiempos | Los secretos de los crucigramistas

Los secretos de los crucigramistas

Los creadores de los pasatiempos cuentan los entresijos de autodefinidos, sopas de letras o sudokus que nos entretienen y culturizan estos días debajo de la sombrilla

M. Hortelano

Valencia

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Miércoles, 4 de agosto 2021, 00:10

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Visualícese en la playa. En su silla, justo debajo de la sombrilla, con un ejemplar del periódico en papel recién leído. Con la leve brisa de los días de verano, en un paraje de esos en los que aún se escuchan las olas. Saque un bolígrafo y entréguese a los pasatiempos. Está en su momento crucigrama. Esta escena se estará produciendo ahora mismo en centenares de playas de nuestra geografía. Pero, para que ese autodefinido, sopa de letras o sudoku le proporcione un rato de ocio y diversión, un equipo de fervientes admiradores de las palabras las ha puesto ahí para brindarles grandes momentos de entretenimiento. Y no sólo en verano, porque su profesión no tiene nada de estacional. Se trata de los crucigramistas, un gremio poco conocido y de cuyas manos salen miles de palabras y horas de una afición que tiene verdaderos adeptos.

Diarios como El País o el ABC han tenido a sus propios crucigramistas, reconocidos por sus lectores durante décadas. José Luis Herencia, 'Mambrino' fue una institución en las páginas durante dos décadas en el diario de Prisa, mientras que Óscar Herrero prepara cada día el blanco en la cabecera de Vocento. Por ponerle cifras, en 2019, un 20% de los suscriptores del poderoso NY Times lo eran sólo de su sección de crucigramas. El archiconocido Crossword al frente de cuyo equipo está uno de los cabecillas del gremio, William Shortz, es en sí un producto más, fuera del ámbito periodístico, que reporta grandes datos al periódico más admirado del mundo.

En la Comunitat Valenciana también tenemos representantes de este gremio tan misterioso como fascinante. La empresa Puztrip, creada en 2010 por Nataly Sanoja y Rafael Vionda, sirve todo tipo de pasatiempos a numerosos medios de comunicación nacionales e internacionales desde Valencia. Ambos empezaron en el negocio casi por casualidad, en su país natal, Venezuela, y actualmente cuentan con cuatro personas en plantilla dedicadas a los crucigramas, los anagramas, las sopas de letras, las cruzadas o los sudokus. En una década han cambiado totalmente su método de trabajo, porque la tecnología y las bases de datos han irrumpido con fuerza en un sector en el que la artesanía del boli, el papel y la regla formaba parte de la cotidianeidad. Nataly, por ejemplo, llegó al sector a través de su amor por el scrabble, al que jugaba casi como profesional. De ahí, consiguió un puesto de crucigramista en un periódico y una década después, regenta su propia empresa en Valencia, junto con Rafael, su pareja, que también forma parte del gremio.

Los pasatiempos no son sólo para el verano.
Los pasatiempos no son sólo para el verano. laura rico/el correo

¿Cómo se plantea un crucigrama para quienes los crean?

«Investigando mucho. Resolverlo es muy distinto a construirlo. El que los hace debe hacer digerible un concepto haciendo una pregunta acertada o dando una pista que te lleve a la respuesta», aseguran los responsables de Puztrip. Lo primero es siempre el diseño de la cuadrícula o rejilla. Una vez definido su tamaño, se introducen las palabras y se les da una definición. Y ahí se pueden tomar muchos caminos para que el crucigrama sea uno más o de autor. La definición o pista puede estar planteada de muchas maneras, con un estilo propio que acabe convirtiéndose en la seña de identidad de quien los firma. Demasiados monosílabos, palabras de una letra o huecos blancos son considerados defectos de un mal crucigrama.

El autodefinido puede tener distintos grados de dificultad y distintas temáticas. Desde los más clásicos, a especializados para revistas de gremios tan específicos como la medicina o la música. «No repetir palabras con frecuencia es todo un trabajo», nos reconocen. Pero, sobre todo, mantener una buena base de datos actualizada. Algo que los han conseguido con más de una década de experiencia. «Hay pistas que caducan. Por ejemplo, la definición para Sergio Ramos es distinta este mes del pasado, porque ha cambiado de equipo y la base de datos hay que cambiarla». En ese listado de palabras almacenadas, con millones de referencias, encuentran inspiración en casi todo. Diccionarios, enciclopedias, información, películas o documentales. Siempre están con la libreta en la mano. «Ser crucigramista es un estilo de vida», reconocen. A Nataly, por ejemplo, le gustan los crucigramas más sensoriales, en los que poder evocar canciones.

Y es que, para un crucigramista tener una base de datos ancha puede suponer mejor oportunidades laborales, porque te abre las puertas de proyectos más grandes. «Tu archivo es tu bagaje de años de investigación. Ahora podemos trabajar con clientes más importantes porque tenemos ese almacenaje».

Pero, en su empresa no sólo construyen pasatiempos, también digitalizan algunas series históricas de crucigramas para medios de comunicación y clientes, que han visto en los autodefinidos o sudokus una fuente de ingresos digital. «La digitalización ha supuesto un boom para el sector. Hemos aportado mucho tráfico a muchos periódicos y muchos minutos de permanencia en página», cuentan. Además, el feedback tecnológico de las web les permite conocer por qué palabras ha empezado alguien un crucigrama, cuáles han sido las más difíciles de resolver o la media de tiempo que un usuario ha tardado en finalizarlo.

Y, ojo con cometer un error en una de sus piezas, porque las centralitas de los medios o revistas en los que se publican se pueden llegar a colapsar si alguna definición es demasiado complicada, si el producto es demasiado sencillo, si hay incorrecciones o ambigüedad de términos. Pero eso, también forma parte del oficio del crucigramista. Que sus construcciones sean perfectas.

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