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Fernando III el Santo. Casa Real de España
Santoral de hoy 30 de mayo: San Fernando | Quién fue Fernando III, el rey que conquistó media España, y por qué es llamado el Santo

Quién fue Fernando III, el rey que conquistó media España, y por qué es llamado el Santo

Durante su reinado fueron conquistados, en el marco de la Reconquista, los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla

lp.es

VALENCIA

Jueves, 30 de mayo 2019, 09:05

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El 30 de mayo se celebra la onomástica de San Fernando, uno de los nombres que durante años fueron más comunes en España y que hace referencia al rey Fernando III de León y de Castilla, llamado «el Santo» por su reconquista de Al Andalus y que falleció en Sevilla un 30 de mayo de 1252. La fecha de nacimiento no está del todo clara (fue en la localidad de Peleas de Arriba y hay quien lo sitúa en 1199 y otros el 24 de junio de 12011), pero lo que sí está acreditado es que fue rey de Castilla entre 1217 y 1252 y de León entre 1230 y 1252.

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Hijo de Berenguela, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León, unificó definitivamente durante su reinado las coronas castellana y leonesa, que habían permanecido divididas desde la época de Alfonso VII «el Emperador», quien a su muerte las repartió entre sus hijos, los infantes Sancho y Fernando.

Durante su reinado fueron conquistados combinando la diplomacia y la guerra, en el marco de la Reconquista, los reinos de Baeza (1227), Jaén (1246), Córdoba (1236), Sevilla(1248) y lo que quedaba del de Badajoz, cuya anexión había empezado Alfonso IX, lo que redujo el territorio ibérico en poder de los reinos musulmanes. Al finalizar el reinado de Fernando III, estos únicamente poseían en la Andalucía el Reino de Niebla, Tejada y el Reino de Granada, este último como feudo castellano.

El infante Alfonso, futuro Alfonso X, fue enviado por Fernando a la conquista del Reino de Murcia; los moros capitularon y la región quedó como señorío castellano, tras lo cual Alfonso conquistó las plazas de Mula y Cartagena. Cuando Fernando accedió al trono, en 1217, su reino no rebasaba apenas los ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados; en 1230, al heredar León, obtuvo otros cien mil y, a base de conquistas ininterrumpidas, logró hacerse con ciento veinte mil más.​

Fue canonizado en 1671, siendo papa Clemente X, y reinando en España Carlos II.

Las conquistas de Al-Andalus

Durante los años de gestión de la unión castellano-leonesa, el rey se limitó a supervisar las incursiones en tierras andalusíes, que llevaron a cabo principalmente las órdenes militares, algunos nobles y los obispados fronterizos, en especial el toledano. En 1231 el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada tomó la plaza de Cazorla en Jaén, tras haberse apoderado en abril de Quesada, Toya y toda su comarca, que Fernando le había confiado si lograba conquistarlas, relata la wikipedia.

De nuevo organizó una expedición contra Al-Ándalus en la que estaban el capitán Álvar Pérez de Castro y muchos nobles y caballeros como los hermanos Pérez de Vargas, Rodrigo González Girón, Tello Alfonso de Meneses, Pero Miguel, Pero de Guzmán (padre de Guzmán el Bueno) y otros muchos, y, naturalmente, un nutrido grupo de caballeros calatravos y santiaguistas. Bordearon la ciudad de Córdoba, arrasando la campiña y asaltaron el castillo de Palma del Río. El caudillo Ibn Hud fue con sus tropas a enfrentarse a esta expedición en un olivar cerca de Jerez, teniendo lugar una batalla.​ Finalmente, Ibn Hud se batió en retirada dejando Jerez a su suerte haciendo los cristianos un formidable botín.​

En 1233 una hueste organizada por el obispo de Plasencia, con la participación de las órdenes militares, conquistó la ciudad de Trujillo.​ El 29 de septiembre de 1234, Fernando conquistó la ciudad de Úbeda.​ Para estas conquistas, Fernando se benefició de los enfrentamientos internos entre los señores andalusíes.​ En 1234 nuevamente las órdenes militares se apoderaron de Medellín, Alange y Santa Cruz y en torno a 1235 de Magacelac​ y Hornachos. El rey, sin embargo, no participó en las incursiones de ese año, tanto por el fallecimiento de su esposa como por los levantamientos nobiliarios que tuvo que afrontar en el norte de Castilla.

En doce años, Fernando se adueñó de gran parte del territorio andalusí y de muchas de sus grandes ciudades, como Córdoba y Sevilla

En 1235 se conquistó el castillo de Torres de Albánchez. El castillo de Chiclana de Segura, según algunos historiadores, pudo haberse conquistado entre finales del 1226 y principios de 1227, y, según otros, en 1235.​ En cualquier caso, es en 1235 cuando Fernando III otorgó Chiclana de Segura al obispo de Osma. Este, a su vez, la otorgó en 1239 a la Orden de Santiago, formando parte de la encomienda Montizón y Chiclana.66​

Las siguientes campañas, en las que el rey participó de nuevo en persona delegando el gobierno del reino en su madre Berenguela y, tras la muerte de esta en 1246, el infante Alfonso de Molina, marcaron la segunda parte del reinado.​ En doce años, Fernando se adueñó de gran parte del territorio andalusí y de muchas de sus grandes ciudades, como Córdoba y Sevilla.​

La reconquista de Córdoba

El gobernador almohade de Córdoba firmó en 1235 una tregua de un año con Fernando III. Para esto, el emir debió pagar 430 000 maravedíes. Sin embargo, esta tregua no impedía que los castellanos atacaran baluartes que ya no dependían del emir, por lo que este tomó los castillos de Iznatoraf y San Esteban. Ese año murió Beatriz de Suabia y Fernando se trasladó al norte.​ El emir decidió no pagar lo pactado y cristianos de los consejos fronterizos dirigidos por el segoviano Domingo Muñoz tomaron los arrabales de Córdoba y se hicieron fuertes. Además, unos desertores moros informaron a los cristianos de que la ciudad estaba desguarnecida y era muy fácil llegar a la Axerquía, cosa que hizo un pequeño grupo de soldados.​ Esto sucedió en enero de 1236 y el rey, al informarse, juntó fuerzas de León, de Salamanca, de Zamora y de Toro y de las órdenes militares y marchó hacia Córdoba. Acompañado del infante Alfonso, de nobles castellanos y leoneses, de tropas de los concejos y de fuerzas de los obispos de Cuenca y Baeza, Fernando llegó a la ciudad en febrero.​ Jaime I de Aragón estaba acechando Valencia, e Ibn Hud prefirió retirarse a Almería e ir a proteger esa plaza con sus barcos, dando Córdoba por perdida. Córdoba, abandonada por su emir y desalentada por el asedio, capituló; la entrada solemne de Fernando en la ciudad se produjo el 29 de junio de 1236.​ El rey dejó como gobernador de la ciudad a Alfonso Téllez de Meneses y como gobernador militar a Álvar Pérez de Castro.​ El rey castellano-leonés firmó entonces una tregua de seis años con Ibn Hud, por la que este se comprometió a pagarle tributo.​ Fernando restauró además el obispado cordobés, que quedó como sufragáneo del de Toledo, como otros (Baeza, Coria, Cuenca y Plasencia) mientras no se restaurase la metrópoli de la provincia eclesiástica (Sevilla).​ La conquista de Córdoba y la restauración del obispado impelieron al papa Gregorio IX a otorgar a Fernando importantes prerrogativas, tanto canónicas (protección papal de la familia real e indulgencias a los que participan en las campañas de Fernando), como económicas y políticas.​

La madre recomendó a su hijo Fernando que se casara en segundas nupcias y este aceptó la sugerencia. La madre, para evitar parentescos entre los nobles, buscó la ayuda de su hermana Blanca, que le recomendó a Juana de Ponthieu o de Danmartín. Esta vino desde Francia con una comitiva que se marchó tras celebrarse el matrimonio en Toledo. La boda se celebró en la Catedral de Burgos en noviembre de 1237 y fue oficiada por el mismo clérigo que su primera boda, el obispo de la diócesis Mauricio.​ En 1238 y 1239, permaneció en la zona de Burgos, desde donde tuvo que enviar víveres a las últimas zonas conquistadas, que pasaban apuros.

La muerte de Ibn Hud en 1238 y el continuo descaecimiento del poder almohade allanaron las nuevas conquistas de Fernando en las tierras andalusíes.​ Gran parte de la campiña cordobesa capituló a los castellano-leoneses y en los primeros años de 1240 estos sometieron el reino de Murcia.​ En 1241, se apoderó de Albacete.

Entre 1240 y 1243 sus conquistas se extendieron en abanico sin encontrar apenas resistencia: Chillón, Gahete, Pedroche, Santa Eufemia, Ovejo, Setefilla, Hornachuelos, Almodóvar, Luque, Lucena, Santaella, Montoro, Aguilar, Baena, Écija, Marchena, Morón, Osuna y Estepa.

Tabla que muestra a Axataf entregando las llaves de Sevilla a Fernando III frente a una de las puertas de la ciudad, en una obra de alrededor de 1750. El autor se tomó la licencia de hacer figurar la catedral tal y como los cristianos la construyeron. El cuadro muestra también a la Virgen de los Reyes en los cielos en el momento de la entrega.

A Fernando III se le plantearon dos frentes, Murcia y Andalucía. El primero decidió reservárselo para él y para el segundo envió a su hijo primogénito. Alfonso viajó a Toledo en 1243 a donde llegó una embajada del rey de Murcia, Muriel, trayendo un pliego de condiciones para hacerse un señorío de don Fernando. La razón es que Jaime I de Aragón había conquistado ya Valencia y Játiva y ahora, aliado con Alhamar, rey de Jaén y Granada, pretendían hacerse con Murcia. Alfonso aceptó el pliego y firmó las Capitulaciones de Alcaraz y posteriormente recorrió la región y se instaló temporalmente en el alcázar de Murcia. Posteriormente Alfonso firmó con Jaime I de Aragón el Tratado de Almizra para fijar el límite de expansión de los aragoneses hacia el sur.​ Este acuerdo llevó como prenda la concertación de una boda entre Alfonso de Castilla y Violante, hija de Jaime I. En 1244 Rodrigo González Girón y el maestre de Santiago, Pelayo Pérez Correa, se unieron a Alfonso y se apoderaron de la ciudad de Mula, de Lorca –que capituló tras una ardua resistencia– y de Cartagena, que pudieron tomar gracias a una flota naval que vino del Cantábrico, y que fue un preludio de los planes que tenía Fernando con Sevilla. Ese mismo año de 1244, Fernando emprendió su última ofensiva en Al-Ándalus.

La ciudad de Jaén ya había estado bajo asedio del 5 al 20 de julio de 1225, cuando estaba defendida por Álvar Pérez de Castro, antes de que fuera rescindido su contrato de servir al rey de Granada. En 1228 volvió Fernando por aquellas tierras y tomó la villa y el castillo de Castro y remontó el río de la Plata por el cerro Veleta y Otiñar, cuya población fue arrasada, al igual que se había hecho con Grañena, en el cerro Pitas.​ En 1230 volvió a cercar Jaén y los alrededores fueron saqueados.​ En 1245, estando Fernando en Martos, Pelayo Correa le animó para tomar Jaén. Fernando partió para Jaén con la compañía de su hermano menor, Alfonso de Molina, y ayudándose de las órdenes de Calatrava y de Santiago principalmente. Jaén pertenecía al reino taifa de Arjona, cuyo rey era Áhmed ben Yúsuf ben Násar, conocido como Aben Alhamar, que finalmente trasladó su reino a Granada. El sitio, el tercero que acometía Fernando para adueñarse de la plaza, se prolongó siete meses, desde agosto de 1245 hasta febrero de 1246.​ Finalmente, Alahmar entregó Jaén y reconoció el dominio del rey Fernando de sus tierras, el Reino de Granada, en vasallaje, pagando la mitad de sus rentas, calculadas en ciento cincuenta mil maravedíes anuales.​ Se aseguró así la supervivencia del Reino de Granada, que se prolongaría durante dos siglos y medio más. Alhamar había tratado en vano de obtener el socorro de los benimerines y, al no conseguirlo, se avino a ceder la plaza, cuya población tuvo que evacuarla.​ Fernando hizo su entrada solemne en la ciudad en marzo de 1246.​ Por iniciativa suya, el obispado de Baeza se trasladó a Jaén en 1248.​ La conquista de Jaén también le permitió al rey firmar una liga con Sevilla, cuyos señores temían al sultán háfsida Abu Zakariyya Yahya I.​ La posterior ruptura de la alianza precipitó la campaña que concluyó con su conquista por el soberano castellano-leonés.

Entre marzo y abril de 1245 fue a visitar a su madre, Berenguela, y se reunieron en Pozo de Don Gil, lugar donde Alfonso X fundó Villa Real, que hoy es Ciudad Real. La madre le comunicó que había estado realizando gestiones en Castilla y en León pero que estaba cansada y necesitaba recluirse en un monasterio. En 1246, tras conquistar el alcázar de Alcalá de Guadaira, próximo a Sevilla, recibió la noticia de la muerte de su madre. Fue enterrada en el monasterio de Las Huelgas, en Burgos, en un sepulcro sencillo, pero su nieta, que era monja en ese monasterio, decidió en 1251 su traslado a un mausoleo en el coro, junto a los restos de sus padres, Alfonso VIII y Leonor.​

En 1247 el papa Inocencio IV otorgó una bula de cruzada para la Reconquista de Sevilla, según la cual Fernando podía tomar las tercias de fábrica para pagar los gastos de los que se desplazaran para participar en ella por motivos cristianos.​

Reconquista de Sevilla

El rey Fernando encargó a Ramón de Bonifaz la constitución de una flota para tomar la ciudad portuaria de Sevilla; esta se aprestó entre 1246 y 1248.​ Este se dirigió a Cantabria donde consiguió trece naves gruesas además de algunas galeras y naves menores. La flota cristiana se dispuso a atacar a la flota musulmana, que se encontraba en superioridad numérica, en el río Guadalquivir y Fernando III envió refuerzos terrestres. Finalmente, Bonifaz venció a la flota musulmana, consiguiendo así privar a Sevilla de refuerzos marítimos que pudiesen enviarse desde el norte de África. Además, las plazas cercanas a la ciudad fueron cayendo paulatinamente en manos de los castellano-leoneses.​ El 20 de agosto de 1247 comenzó a asediar la ciudad,​ pero descubrieron que el emir de Niebla, Amen Amanfon, enviaba refuerzos y víveres desde la fortaleza de San Juan de Aznalfarache utilizando el puente de barcas. En el asedio también se encontraba el hijo de Fernando III, Alfonso X, que envió misivas a la ciudad amenazando con pasar a cuchillo a sus habitantes si se derribaba una sola teja de la mezquita o un solo ladrillo de su alminar,80​ la futura Giralda. Uno de los caballeros que más se destacó en aquella batalla fue Garci Pérez de Vargas.81​ El infante Alfonso, acompañado del de Portugal Pedro de Urgel y de algunas tropas catalanas y aragonesas, se había unido al cerco a finales de 1247.

Fernando III envió al maestre Pelayo Pérez Correa a asediar el castillo de San Juan, consiguiendo tomar la plaza. Sin embargo, desde la comarca del Aljarafe la ciudad siguió recibiendo apoyos a través del puente de barcas,82​ tomando el rey Fernando la decisión de cortarlo. Ramón de Bonifaz, junto con Rui Pérez, capitanearon los barcos cargados de piedras para embestir contra el puente. Según algunos autores, el puerto estaba protegido por una cadena que iba desde la Torre del Oro hasta la orilla opuesta, y los barcos rompieron esa cadena antes de destruir el puente.82​ Tras esto, la ciudad intramuros quedó aislada del Aljarafe y del castillo de Triana.

La ciudad se rindió al no recibir el auxilio solicitado a los hafsíes del Magreb.​ La toma de la ciudad por las tropas castellanas tuvo lugar el 23 de noviembre de 1248.​ El caíd Axataf entregó las llaves de la ciudad a Fernando III.

Como ya había ocurrido en otros lugares, Fernando restauró el arzobispado hispalense, al que dotó con munificencia.​ La corte se instaló en Sevilla hasta la muerte del rey en 1252.​ Su larga campaña de conquista acarreó, sin embargo, nuevas dificultades financieras y peticiones de concesiones económicas al papado, que las otorgó.​

Las últimas campañas se dedicaron a someter el alfoz sevillano y diversas plazas.​ En 1249 el monarca conquistó Lebrija y ya en 1250 el castillo de Fontanar y su aldea, hoy Bornos, y Arcos de la Frontera.​ En 1251 su hijo Felipe, de 21 años, fue escogido como arzobispo de la recién restaurada sede de Sevilla, sin embargo no llegó a consagrarse y contrajo matrimonio con la princesa Cristina de Noruega. El infante Sancho, a sus 18 años, fue nombrado arzobispo de Toledo. El emir de Niebla y del Algarve, Ibn Mahfuz, cedió los derechos de soberanía del Algarve al rey castellano a cambio de que le protegiera del rey de Portugal, que estaba conquistando ese territorio. El monarca portugués reconoció esto en unas treguas que firmó con el monarca castellano por 40 años.

La Crónica general dice que, tras la Reconquista de Sevilla en 1248, pasaron a dominio castellano Jerez de la Frontera, Medina Sidonia,​ Alcalá de los Gazules, Vejer de la Frontera, El Puerto de Santa María, Cádiz, Sanlúcar de Alpechín,d​ Rota y Trebujena. Lo más probable es que estos lugares no fueran conquistados en el reinado de Fernando y que, simplemente, quedasen como vasallos, con el pago de las correspondientes parias.

La Crónica general afirma que, poco tiempo después de la Reconquista de Sevilla en 1248, Fernando planeaba la conquista del norte de África.​ El proyecto era realizar una cruzada que conquistase desde Orán hasta el Atlántico para controlar así los dos lados del estrecho. Esto era posible, ya que en el Magreb los almohades se encontraban en una crisis interna y los benimerines estaban intentando afianzarse en el territorio, enfrentados a los califas almohades y a los reyes musulmanes de Túnez y Tremecén.90​ Alfonso X mandó construir las Atarazanas de Sevilla en 1252 para la fabricación de barcos.​ En 1257 realizó una expedición militar a Taount, cerca de Orán, y en 1260 realizó otra a Salé.

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