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La mella psicológica de la pandemia

La mella psicológica de la pandemia

Seis meses después del inicio del confinamiento, especialistas en salud mental prevén una ola de trastornos derivados de la crisis sanitaria y económica

iciar ochoade olano

Domingo, 13 de septiembre 2020

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Seis meses después del inicio del confinamiento las preguntas sin respuesta persisten: ¿Qué va a pasar con mi taller?»; «¿Y si contagio a mis padres?»; «¿Cuándo volveré a dormir con normalidad?»; «¿Mantendré el trabajo después del ERTE?»; «¿Y si no llega una vacuna eficaz?»... Y la mella de algunas vivencias dramáticas también: «He visto morir a una decena de personas creyendo que sus gente les había abandonado». Desde marzo, médicos de familia y psicólogos tratan de apaciguar a diario la angustia de miles de ciudadanos, asustados y desfondados anínicamente por el violento vuelco que la pandemia ha dado a sus vidas. Después de 99 días de encierro, cerca de 30.000 personas fallecidas a causa del coronavirus, medio millón largo de contagiados y más de un millón de empleos destruidos, y sitiados por los rebrotes y por una recesión en marcha de proporciones aún desconocidas, la incertidumbre y el agotamiento empiezan a pasar factura a la moral individual y colectiva.

En mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba sobre el incremento de los problemas de salud mental derivados de la covid y llamaba a los países a que «aumentaran sustancialmente» sus inversiones en esos servicios sanitarios. Para entonces, el Teléfono de la Esperanza ya había registrado el mayor aluvión de llamadas de desconsuelo de su historia y la web Mentavio, de terapias online, un alud de demandas. «El estado de alarma disparó las peticiones de consultas con profesionales y también la entrada de nuevos profesionales, que querían seguir atendiendo a sus pacientes de manera virtual. Las citas aumentaron hasta un 200% desde el inicio del confinamiento y ese porcentaje no ha bajado. Solo en España llevamos más de 6.000 videoconferencias», señala Carlota Esteve, directora para el mercado iberoamericano de una de las pocas plataformas de este tipo dotadas de un 'software' propio que garantiza la privacidad de las terapias.

Las personas que no pudieron despedirse de sus familiares, fallecidos durante el confinamiento, se enfrentan a duelos complejos que pueden derivar en depresión.
Las personas que no pudieron despedirse de sus familiares, fallecidos durante el confinamiento, se enfrentan a duelos complejos que pueden derivar en depresión. baldesca samper

La madrileña Belén González es una de los terapeutas que hace su labor a través de videoconferencias. Y lo hace con lista de espera. «En estos meses han emergido muchos trastornos obsesivos-compulsivos derivados de un temor exacerbado al contagio, que lleva a algunas personas a una hiperprotección frente al virus -lavarse las manos de manera constante o no salir de casa- y a la hipocondría. Están convencidos de que tienen la infección, pero no se la detectan, y tienen pavor a contagiar a los suyos», relata la especialista. «También estoy viendo casos de bulimia, desencadenados por una ansiedad que se trata de compensar yendo al frigorífico y que acaba en arrepentimiento, y muchos problemas de pareja. Tanto estrés sostenido está haciendo saltar por los aires muchas relaciones».

Al Instituto Psicode, con sedes en Alicante y en Madrid, llegan cuadros similares. Pero Marina García, su codirectora, cree que se trata tan solo de la punta del iceberg. «Durante el confinamiento la gente estaba en shock. Ahora es cuando muchas personas necesitan asistencia psicológica, pero la incertidumbre económica les retrae. Piensan que se pueden manejar solos y si esperan mucho pueden perderse en el bucle de agotamiento, irritabilidad y trastornos del estado de ánimo en el que se encuentran». La experta, formadora del Colegio de Psicólogos de Madrid, pone el acento en los duelos patológicos. «Muchos han perdido a seres queridos sin poder despedirse y en soledad. Son emociones fuertes sin digerir. Los rituales del tanatorio, el funeral y el encuentro con familiares y amigos, ayudan a manejar el duelo. Quedar privados de todo ello puede conducirles fácilmente a una depresión». Pero hay más tipos de duelo, añade, «como el de la quedarse sin trabajo o sin estatus social. Al final es la pérdida de la identidad de uno mismo».

Asesora de grupos sanitarios en varios hospitales, a los que les proporciona herramientas para gestionar el estrés o el duelo por pérdida de pacientes, García se muestra también preocupada por el estrés postraumático al que se enfrentan miles de enfermeras y médicos, «que rompieron la distancia con los enfermos y establecieron un vínculo con ellos, conscientes de que iban a morir solos. Para salir de esa tristeza deben apoyarse en otros colegas, expresar lo vivido, hablarlo, llorarlo. Cuando evitas conectar con el dolor y lo niegas, se enquista».

El necesario distanciamiento físico para evitar la propagación del virus no ayuda a sofocar el reguero general de desánimo y tristeza. Al contrario. «Todos estamos tocados y esas limitaciones torpedean nuestra línea de flotación como seres humanos. Sin los demás, nuestro yo, que es frágil y vulnerable, se resquebraja», expone Armando Rodríguez, vicepresidente de la Sociedad Científica de Psicología Social y catedrático de la Universidad de La Laguna. «Aunque tenemos las tecnologías y la imaginación, que nos ayuda a mantener cierta integridad del yo, van a quedar secuelas importantes».

Los expertos validan la teleasistencia psicológica o psiquiátrica como una fórmula para atender al previsible incremento de pacientes con trastornos mentales.
Los expertos validan la teleasistencia psicológica o psiquiátrica como una fórmula para atender al previsible incremento de pacientes con trastornos mentales. blanca cativiela

Se estima que, desde la irrupción de la covid, las consultas en Atención Primaria por desequilibrios anímicos, y que antes de la pandemia ya representaban una de cada cuatro, han crecido un 15%. Este dato coincide con el incremento de recetas de antidepresivos y ansiolíticos en algunas comunidades, como Andalucía. Pero no hay datos fehacientes al respecto. Aún es pronto para calibrar la profundidad del agujero, coinciden en señalar todos los expertos. Sin embargo, todos los indicios apuntan a que será hondo.

«Mucha gente necesita asistencia, pero la recesión les retrae de pedirla, y hay un riesgo grande de que se pierdan en el bucle del agotamiento y el estrés»#Armando Rodríguez#Catedrático en Psicología Social

Marina García Dra. del Instituto Psicode

«Las restricciones sociales torpedean nuestra línea de flotación como seres humanos. Sin la relación con los demás, nuestro yo se resquebraja»

Miguel Roca Catedrático en Psiquiatría

«Los ambulatorios van a soportar un fuerte impacto de casos y hay que reforzarlos con personal y recursos, como la teleterapia, que es eficaz»

Andoni Anseán Presidente de FSME

Tres años después de que China soportara la embestida del SARS, que en 2003 terminó allí con la vida de 349 personas y de otras 299 en Hong Kong, un estudio realizado con personal sanitario por investigadores de Beijing constató que el 40% de los médicos y enfermeros que estuvieron en primera línea de lucha contra la epidemia seguía arrastrando los efectos del estrés postraumático.

El precedente de la crisis

En España, el psiquiatra Miquel Roca, decano de la Facultad de Medicina de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y coordinador del Área de Neurociencias del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud (IUNICS), lideró un estudio sobre el impacto de la crisis financiera de 2008 en la salud mental. El análisis reveló un incremento del 20% en la atención de cuadros depresivos mayores, un 8% en trastornos de ansiedad, un 5% en el abuso de alcohol y un 2% en dependencia. «Si hace unos meses nos preocupaban los respiradores y las camas, ahora deben preocuparnos los problemas de salud mental. Van a ocasionar un fuerte impacto en los servicios de Atención Primaria y deben reforzarse más que nunca, dotándolos de personal y recursos, como planes de psicoterapia 'online', que se han demostrado eficaces», prescribe.

Desde la Fundación Española para la Prevención del Suicidio (FSME), su presidente, el psicólogo Andoni Anseáin lanza la misma advertencia. «No nos preocupan tanto los efectos del confinamiento como todas las restricciones económicas y sociales adoptadas. Nos van a pasar una seria factura. La gente no solo se muere por coronavirus. También por depresión. Se llama suicidio», alerta. «Existe una amplia documentación sobre la relación desempleo-suicidio. Por cada punto que sube el primera ratio, la segunda aumenta en la misma proporción».

Según un informe del Defensor del Pueblo, en la sanidad pública española hay 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes, un ratio que se mantiene invariable en la última década y que es tres veces menos que la media europea.

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