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Los doctores Elena Oliete y Joaquín Gávila LP
Ejercicio y cáncer de mama

Ejercicio y cáncer de mama

EXTRA

Jueves, 8 de noviembre 2018, 01:47

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Los doctores Joaquín Gávila, médico adjunto del Servicio de Oncología Médica del IVO, y Elena Oliete, médico adjunto de la Unidad de Hospitalización Domiciliaria de la Fundación IVO, explican la importancia del ejercicio tanto en la prevención como en el tratamiento del cáncer de mama.

El ejercicio físico es una práctica saludable para cualquier persona, independientemente de padecer una enfermedad como el cáncer de mama, pero ¿qué beneficios específicos tiene en el caso de pacientes con cáncer de mama?

Está demostrado que el ejercicio tiene múltiples beneficios sobre las mujeres y debería recomendarse como prevención primaria del cáncer de mama, ya que el ejercicio físico regular se asocia a un significativo menor riesgo de cáncer de mama.

En el caso de las mujeres ya diagnosticadas de cáncer de mama también debe recomendarse ya que, además de contribuir a reducir el riesgo de recaída metastásica, aporta muchos efectos beneficiosos en las pacientes. Algunos de los beneficios más importantes son: mejora la calidad de vida, ya que produce mayor sensación de bienestar y mejora la calidad del sueño; disminuye la fatiga que sienten las pacientes al finalizar los tratamientos; mejora su tolerancia al esfuerzo y fortalece su sistema inmunitario; reduce y previene la aparición de linfedema; ayuda a mantener la densidad ósea; facilita mantener un peso adecuado; mejora la capacidad cardiorrespiratoria y la movilidad articular. En definitiva, sabemos que el ejercicio es muy beneficioso en todas las esferas de la vida y, por tanto, no debemos cesar en su recomendación a todas las mujeres.

¿Cree que hay conciencia entre las pacientes sobre la importancia que tiene el ejercicio físico para la mejora durante el tratamiento y su reincidencia a posteriori?

Es verdad que empieza a haber cierta concienciación sobre la relación entre ejercicio físico y cáncer aunque, de momento, no está suficientemente extendida. De hecho, sabemos que el porcentaje de mujeres que realiza algún tipo de actividad física disminuye considerablemente ante el diagnóstico de un cáncer de mama y, tras el tratamiento, se reduce entre un 24 y un 50%. Probablemente los profesionales sanitarios, guiados por los especialistas en la materia, tenemos que insistir más en su importancia y en el efecto positivo que puede tener sobre la enfermedad. Sabemos que cada paciente es diferente, así como la enfermedad y, por tanto, hay que adaptar las condiciones y circunstancias de cada mujer en cada momento a la hora de proponer una actividad física regular y segura.

Entiendo que es difícil motivar a pacientes que no tenían previamente el hábito de hacer deporte precisamente en un momento complicado, ¿Cómo cree que se puede fomentar el ejercicio en estos casos?

Con actividades formativas y compartidas. Creo que hay que empezar, de momento, por potenciar la educación en salud con sesiones teóricas en las que expongamos con rigor y cercanía el impacto positivo del ejercicio físico en el desarrollo de la enfermedad, a la luz de trabajos de investigación cada vez más frecuentes. Además debemos insistir en nuestras consultas, animando a cada paciente a incorporar el ejercicio cuando sus condiciones sean las adecuadas.

Ahora mismo el IVO está participando en un estudio, en colaboración con el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, la Asociación de Gestores Deportivos Profesionales de la Comunidad Valenciana y la Fundación Trinidad Alfonso, en el que queremos comprobar si un programa de ejercicio físico diseñado por un equipo multidisciplinar e impartido por un profesional en Ciencias de la Actividad física y el Deporte mejora la adherencia de las mujeres al ejercicio. Cuando dispongamos de los resultados de este estudio podremos concluir si entre nuestras recomendaciones debemos establecer un programa para que las pacientes aprendan a incorporar la actividad física de manera segura en sus rutinas diarias.

¿Hay profesionales especializados en ejercicio físico oncológico? ¿En qué consiste y por qué se caracteriza?

Según la reciente definición propuesta por el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), el ejercicio físico oncológico es «aquel ejercicio pautado por un profesional, que se realiza para reducir o prevenir los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos de manera individualizada, y que, por sus efectos globales en el organismo, mejoran la salud, la calidad de vida y la supervivencia de las pacientes».

En el caso del ejercicio oncológico, deberíamos hablar de profesionales formados en esta área y aspirar a contar con especialistas en nuestros equipos multidisciplinares que contribuyan a abordar de manera conjunta cada caso. Cada paciente requiere de una valoración médica y enfermera de sus condiciones para la práctica del ejercicio físico y, posteriormente, un licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte debe establecer una pauta de ejercicio y realizar un seguimiento. En definitiva, es necesario contar con especialistas y formación adecuada de los profesionales en esta materia.

¿Cómo debe ser el tiempo y el tipo de ejercicios en este colectivo?

El ejercicio a realizar debe ser adaptado a cada paciente en cada momento de su enfermedad. Además es importante que el programa tenga en cuenta los tratamientos que ha seguido la paciente, ya que es importante conocer qué efectos secundarios podemos esperar. Es probable que la mujer deba cesar su actividad en algunos momentos y adaptarla a la realidad de su cuerpo hasta que la pueda reanudar de manera saludable. Por tanto, la supervisión y el asesoramiento deben ser continuos hasta que la mujer encuentre su propio ritmo.

Me gustaría recordar las recomendaciones que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre pautas de ejercicio físico para pacientes con cáncer. La OMS aconseja realizar, como mínimo, 150 minutos de actividad moderada a la semana (por ejemplo, en cinco sesiones de treinta minutos) o 75 minutos de actividad vigorosa (distribuidos, por ejemplo, en tres sesiones de veinticinco minutos). Respecto al tipo de ejercicio, dependerá de las características de cada mujer, de sus gustos o de sus rutinas, entre otros aspectos. Debemos tratar de conseguir un ejercicio físico sostenible, compatible con el estilo de vida de cada mujer. Por tanto, los hobbies, preferencias y la manera de utilizar el tiempo de cada persona (Por ejemplo, tener en cuenta si le gusta salir a caminar, sola o en grupo, o si hacía pilates o yoga previamente) serán la guía para lograr una rutina de ejercicio físico individualizado en cada mujer.

¿Qué partes del cuerpo es mejor ejercitar en las pacientes de cáncer de mama y qué precauciones deben tomar?

Hay que insistir en que cada mujer debe tener una pauta individual en función de sus características, los tratamientos que ha recibido o la actividad previa a la enfermedad. Para ello un equipo multidisciplinar, formado por sanitarios y licenciados en Ciencias de la Actividad Física, debe realizar una correcta evaluación de su condición física y de los aspectos señalados. En función de esta evaluación, la pauta deberá comprender ejercicios de resistencia cardiorrespiratoria, ejercicios de fuerza y ejercicios de flexibilidad, siempre que la paciente no presente condiciones que impidan la realización de alguno de ellos.

¿Además de los efectos en la salud física, cómo ayuda el ejercicio físico a disminuir los efectos psicológicos de la enfermedad?

El ejercicio físico produce efectos saludables también en otras esferas de la vida de las mujeres. A nivel psicológico produce mayor sensación de bienestar y menor angustia emocional, disminuye la ansiedad y la depresión y aumenta la calidad del sueño. A nivel social incrementa la capacidad para realizar actividades de la vida diaria, confiere mayor independencia, aumenta la sociabilidad y contribuye a recuperar el rol previo al diagnóstico de la enfermedad. Todos estos efectos convierten el ejercicio físico en un aliado terapéutico muy potente.

Ha mencionado un estudio sobre los beneficios de la actividad física en pacientes que han superado un cáncer de mama ¿en qué consiste el proyecto?

Es un estudio en el que participan 60 mujeres que han superado la enfermedad, distribuidas de manera aleatoria en dos grupos de 30 participantes cada uno. El primer grupo está realizando un programa de ejercicio físico, que consta de 16 sesiones, y ha sido diseñado de acuerdo a las características de cada mujer. Durante 8 semanas serán dirigidas por Igor Herrero, deportista de élite y licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. La finalidad del programa es enseñar la manera de incorporar de manera segura rutinas deportivas personalizadas en su vida diaria. El otro grupo no realizará ninguna actividad física distinta a la habitual que cada una de ellas hiciera previamente.

El objetivo es comparar los resultados de ambos grupos y comprobar si el grupo protagonista de un programa guiado presenta mayor adherencia a la actividad física de manera sostenida. Las participantes serán valoradas al mes, a los tres meses y a los seis meses de finalizar la intervención para poder comparar y valorar si la intervención ha conseguido los objetivos propuestos. Además del IVO, el estudio cuenta con la participación del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, la Asociación de Gestores Deportivos Profesionales de la Comunidad Valenciana y la Fundación Trinidad Alfonso y se desarrolla en las instalaciones deportivas de la Patacona del grupo SUMA.

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