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La naranja es una de las frutas más consumidas en España, especialmente durante los meses fríos, cuando su aporte en vitamina C la convierte en un escudo natural contra los resfriados. Más allá de su fama como cítrico refrescante, esta fruta encierra una combinación de nutrientes y compuestos naturales que actúan en distintas áreas del organismo: desde el aparato digestivo hasta el sistema inmunológico. Pero cuando se convierte en un alimento casi diario en la dieta, conviene preguntarse también cómo afecta a órganos esenciales como los riñones.
Rica en vitamina C, potasio, fibra y antioxidantes naturales, la naranja contribuye a reforzar las defensas, mejora la absorción del hierro y tiene efectos antiinflamatorios que benefician a los tejidos del cuerpo. La vitamina C, además de ser clave para mantener la piel, los vasos sanguíneos y los huesos en buen estado, también ayuda a proteger a las células del daño oxidativo. En ese sentido, puede considerarse un refuerzo para la salud renal, ya que el riñón es especialmente sensible al estrés oxidativo, especialmente con el paso de los años.
Pero no es solo su vitamina lo que importa. La naranja también mejora la digestión gracias a su contenido en fibra soluble, presente sobre todo en la parte blanca de la pulpa. Esta fibra favorece el tránsito intestinal y contribuye a mantener un intestino sano, algo que repercute de forma indirecta en el buen funcionamiento de los riñones, al facilitar la eliminación natural de toxinas del organismo.
También se ha comprobado que su aporte de flavonoides, unos compuestos con efectos antiinflamatorios y antioxidantes, puede ayudar a prevenir procesos inflamatorios que afectan a los órganos internos, incluidos los riñones. De hecho, algunas investigaciones sugieren que una dieta rica en frutas cítricas puede ser útil para reducir el riesgo de formación de cálculos renales, siempre que se mantenga una hidratación adecuada.
Sin embargo, no todo el mundo puede permitirse consumir naranjas a diario sin precauciones. Esta fruta contiene una cantidad considerable de potasio, un mineral necesario para el equilibrio del organismo, pero que puede representar un problema en personas con insuficiencia renal o con dificultades para eliminarlo de forma natural. En estos casos, el exceso de potasio puede acumularse en sangre y provocar complicaciones. Por eso, quienes padecen enfermedad renal crónica deben consultar con su médico antes de consumirla de forma habitual.
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