Ya no es solo que el cine nos cuente cómo será el futuro robotizado de nuestras existencias. Es que su industria ya es una de sus primeras damnificadas. En Silicon Valley, no muy lejos de Hollywood, hay empresas como Arraily que automatizan la creación de efectos digitales. Su primer corto se llamó ‘Proyecto desempleo’ por la cantidad de gente del sector que se quedará sin trabajo gracias a la Inteligencia Artificial. Mientras eso avanza, las pantallas, grande y, cada vez más, pequeña, han superado a la literatura en el arte de fabular sobre cómo será esa futura interrelación entre humanos y robots. Uno de esos filmes es ‘2001: Una odisea en el espacio’ (1968). Stanley Kubrick introduce el peligro de la Inteligencia Artificial con un protagonista sin cara ni corazón. El supercomputador HAL 9000 vigila la seguridad de la nave, pero su instinto hace que vaya eliminando a tripulantes para sobrevivir. El último que queda desconectará a HAL mientras su voz metálica ruega por su vida mientras se va difuminando.
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