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EFE/ Julián Pérez

Ni en la nevera ni en el frutero: el lugar donde conservar las fresas y que no se pudran

Su piel delicada y su alto contenido en agua las convierten en uno de los productos más frágiles de la cesta de la compra

Lunes, 12 de mayo 2025, 01:43

El sabor de la primavera se reconoce a primera vista: rojo brillante, aroma dulce e irresistible. Las fresas llenan los mercados y supermercados en esta época del año, pero mantener su frescura más allá de los primeros días sigue siendo un reto doméstico habitual. No es raro que muchas acaben en el cubo de la basura antes siquiera de ser consumidas. ¿El problema? No solo está en el tiempo, sino en cómo las almacenamos.

A diferencia de otras frutas, las fresas no continúan madurando una vez recogidas. Su piel delicada y su alto contenido en agua las convierten en uno de los productos más frágiles de la cesta de la compra. Por eso, su conservación no es una cuestión menor. Ni el frigorífico ni el frutero son, necesariamente, los lugares más adecuados. Hay una manera mucho más eficaz de evitar que se deterioren al poco de llegar a casa.

El primer paso para que las fresas duren más no empieza en la cocina, sino en el punto de compra. Escoger bien es esencial. Lo ideal es elegir aquellas piezas firmes, sin manchas ni señales de humedad. Las bandejas de cartón o madera son preferibles a las de plástico, ya que reducen la presión sobre la fruta y permiten una mejor transpiración durante el transporte.

Una vez en casa, hay un pequeño truco que puede marcar una gran diferencia: sumergirlas brevemente en una mezcla de agua y vinagre blanco (una parte de vinagre por tres de agua) durante uno o dos minutos. Este gesto ayuda a eliminar posibles esporas de moho y bacterias. Después, es imprescindible secarlas con suavidad utilizando papel absorbente. Y un detalle que muchos pasan por alto: es mejor no quitarles las hojas verdes. Al mantenerlas intactas, la fruta conserva mejor su estructura y frescura.

Además, aunque parezca lo lógico, guardar las fresas en la nevera no siempre es la mejor solución. El frío excesivo afecta a su textura y a su sabor, volviéndolas blandas y apagando su aroma natural. Por el contrario, dejarlas a temperatura ambiente puede acelerar la aparición de moho, sobre todo si el entorno es húmedo o caluroso.

Entonces, ¿cuál es el método más eficaz? Según los expertos, lo ideal es utilizar un recipiente hermético, preferiblemente de vidrio o de plástico con tapa, y colocar en el fondo una capa de papel absorbente. Las fresas deben introducirse sin lavar, completamente secas y en una sola capa. Si es necesario apilarlas, conviene separar cada nivel con una hoja adicional de papel para reducir la humedad entre piezas.

Además, es recomendable dejar la tapa ligeramente abierta o hacer pequeñas perforaciones para permitir una mínima circulación de aire. Este recipiente debe guardarse en un lugar fresco, seco y oscuro, como una despensa ventilada. El frigorífico solo debería usarse si se van a consumir en el mismo día o en pocas horas.

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