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Muere la corista que tumbó Downing Street

Muere la corista que tumbó Downing Street

Christine Keeler simultaneó en los sesenta un 'affaire' con el titular inglés de la Guerra y un espía ruso. El escándalo se cobró al ministro Profumo y al 'premier'

I. OCHOA DE OLANO

Jueves, 7 de diciembre 2017, 00:14

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La banda jamaicana The Skatalites grabó una canción con su nombre; los Pet Shop Boys la incluyeron en 'Nothing has been proved' (Nada ha sido probado), que cantaría Dusty Springfield; los Beatles utilizaron su imagen en el vídeo de 'Free as a bird' (Libre como un pájaro) y hasta Alaska y Dinarama le dedicaron un elocuente título, 'Señora Kleenex'. Christine Keeler no solo fue la mujer del año en aquel convulso 1963 para las Islas Británicas. Su papel estelar en el escándalo sexual que calentó la Guerra Fría, el llamado 'Caso Profumo', le aseguró «un lugar en la historia nacional, pero pagando un alto precio personal». Así lo ha declarado su hijo mayor, Seymour Platt, tras conocerse el fallecimiento de su madre, a los 75 años, en un hospital de Farnborough, al sureste de Inglaterra, a causa de una enfermedad pulmonar.

La trama de sexo, espionaje y poder se fraguó en 1961, tras el conspiranoico Telón de Acero, cuando el entonces ministro de la Guerra del Gobierno conservador de Harold MacMillan, John Profumo, de 48 años, casado y con un hijo, se encaprichó de la hermosa bailarina de variedades mientras se bañaba desnuda en la piscina de la mansión de lord Astor. Tenía 19 años. Su tórrido romance duró varios meses, tiempo suficiente para que se filtrara en los círculos de Westminster. El asunto acabó por desmadrarse cuando trascendió que Christine también había compartido cama con el entonces agregado militar de la embajada de la Unión Soviética en Londres, Eugeny Ivanov. Cuántos secretos militares habría revelado, aposta o no, al ministro, al diplomático ruso o a los dos. La bomba política le estalló en las manos a Profumo quien, abochornado y desprestigiado, se vio obligado a presentar su dimisión a principios de 1963 por considerarse que había puesto en serio peligro la seguridad nacional. Su caída acabaría por arrastrar también, solo un mes después, al propio 'premier', Harold MacMillan, que adujo razones de salud, y a todo el partido conservador, que perdió las elecciones al año siguiente. Keeler, por su parte, fue condenada a nueve meses de cárcel por conspiración.

Una portada icónica

Mientras que el ministro 'tory' nunca volvería a levantar cabeza como político -acabó trabajando en un centro de ayuda a personas sin hogar del este de Londres, lo que le valió en 1975 la condecoración de Comandante del Imperio Británico-, Keeler protagonizó una sugerente y sonada portada en la que salía cubierta solo por el respaldo de madera de una silla, la hoy icónica 'Ant' del diseñador danés Arne Jacobsen.

Años más tarde, en 1983, se pondría frente a las cámaras de televisión para contar por primera vez su verdad, después de dos décadas «sintiéndome un mero recorte de periódico». Lo hacía con motivo de la presentación de su libro 'Nothing but...' (Nada excepto...). «Nunca hablé de política con Profumo, con el que mantuve una relación de un mes y puramente sexual. Y nunca llegué a ser amante del soviético. Solo me acosté una vez con él», contó. «Yo era entonces sólo una chica joven que daba vueltas. Eso es todo. No lamento mi vida».

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