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RAFAEL M. MAÑUECO
Viernes, 1 de diciembre 2017, 00:56
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La decisión del Comité de Instrucción de Rusia de iniciar una investigación para determinar si el último zar ruso, Nicolás II, y su familia fueron fusilados en 1918 en el marco de un «asesinato ritual», supuestamente organizado por judíos ocultistas, ha levantado en el país una agitada polémica. La comunidad judía rusa ha lamentado lo que teme que pueda degenerar en una nueva ola de antisemitismo y hasta los comunistas no descartan que todo pueda tratarse de un intento de devolver el país a los tiempos del «absolutismo oscurantista» reinante, según ellos, durante la dinastía de los Románov.
La familia real rusa fue ejecutada por pistoleros comunistas en la noche del 16 al 17 de julio de 1918, en el sótano de la casa que le confiscaron a un comerciante llamado Ipátiev, en Ekaterimburgo. El obispo Egórevski Shevkunov (Tijon) dirige la comisión encargada de evaluar los resultados de todos los análisis realizados hasta ahora a los restos encontrados en las afueras de Ekaterimburgo para determinar si, efectivamente, pertenecen a Nicolás Románov y su familia. Tijon, a quien muchos consideran el «consejero espiritual» del presidente Putin, asegura que aquel terrible fusilamiento «pudo tener un sentido ritual».
Marina Molodtsova, investigadora principal del Comité de Instrucción, confirma que se han iniciado pesquisas para averiguar qué hay de cierto en esa teoría del «crimen ritual». Se da la circunstancia de que tal hipótesis no es nueva, surgió en el seno de la Guardia Blanca, las tropas zaristas que fueron derrotadas por los bolcheviques en la Guerra Civil que estalló tras la Revolución de Octubre.
La mayor parte de aquellos militares leales al monarca ruso tuvieron que huir a otros países y fue precisamente en el exilio, en 1925, cuando las conjeturas sobre el carácter «ritual» del magnicidio tomaron cuerpo.
Culparon a los judíos de haber perpetrado el crimen, puesto que la cúpula bolchevique estaba compuesta por personas de éste grupo nacional, Yákov Svérdlov y Lev Trotski, entre ellos. Hebreo era también Yákov Yurovski, el jefe del pelotón que acribilló a tiros a Nicolás II, a su esposa la zarina, a sus hijos y a los criados. El forense Nikolái Sokolov, el primero en analizar, en 1919, el lugar en donde fue llevado a cabo el atroz fusilamiento, dijo haber encontrado allí «signos cabalísticos», «inscripciones» y extrañas «cifras».
En 1922, ya en el exilio, el orientalista ruso y estudioso del ocultismo, Mijáil Skariatin, dijo haber descifrado una de las inscripciones halladas por Sokolov que, según él, decía: «Aquí por orden de la fuerzas ocultas el zar fue ofrecido en sacrificio con el fin de lograr la destrucción de Rusia».
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