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Los filósofos, los nuevos gurús de las empresas

Los filósofos, los nuevos gurús de las empresas

Se colocan entre los profesionales más codiciados por las corporaciones en busca de «pensamiento crítico y creatividad» y de herramientas para resolver los desafíos éticos de la era digital. «Más que respuestas aportamos preguntas»

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Domingo, 24 de mayo 2020

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Ante la palabra filósofo nuestro cerebro suele reaccionar de dos maneras. Una, recreando la imagen de un hombre barbudo, envuelto en una túnica, que cavila sobre cuestiones de alcance, como la justicia, el hedonismo, la lógica, el Estado o la geometría de las sombras. Dos, recreando la imagen de un tipo contemporáneo, de aspecto abstraído, que pasa la vida reconcentrado en su investigaciones y en la docencia.

Pero, lejos de lo que pueda parecer, los hijos de Sócrates están en plena vanguardia. En una época de vertiginosos cambios científicos y tecnológicos como la que vivimos, su espíritu crítico y creativo, y su percepción periscópica y multidisciplinar de las situaciones convierte a estos humanistas en unos profesionales cada vez más codiciados en las altas esferas de los sectores económicos, políticos y sociales.

En Noruega, un filósofo ayuda a administrar el fondo de pensiones del Gobierno, reorientando los ingresos procedentes del gas y el petróleo hacia inversiones de bien público. En los Estados Unidos, la asociación americana del gremio brinda asesoramiento a las corporaciones para que la toma de decisiones, además de beneficiosa, sea ética. En las grandes industrias tecnológicas como Apple, IBM, Google o Microsoft, donde se plantean los mayores desafíos filosóficos, hace años que tienen uno en plantilla.

En España, los pensadores también comienzan a adentrarse en el ámbito empresarial para ocupar salas de reuniones junto a directivos, economistas, ingenieros, financieros o informáticos. ¿Qué pinta exactamente un filósofo entre ejecutivos?, se dirán.

Gonzalo Mendoza, director de la Escuela de Filosofía de Madrid, responde con una batería de enigmas calientes. «¿Qué puede ocurrir en una sociedad en las que las máquinas reemplazan a las personas en sus puestos laborales? ¿Qué pasaría desde un punto de vista económico y existencial si dejáramos de trabajar? ¿Hasta qué punto los algoritmos coartan nuestra libertad al conocer nuestros hábitos de navegación y ofrecernos productos a medida? ¿Si a un automóvil autónomo se le cruza un peatón debe atropellarle o esquivarlo y poner en riesgo a sus ocupantes? Se trata de pensar, como dicen los anglosajones, 'out of the box' (fuera de la caja) y ese es uno de nuestros valores principales».

La relevancia creciente de los filósofos a medida que la civilización se digitaliza y robotiza puede descolocar, pero ya aparece reflejada en los estudios de negocios. Según el último informe elaborado por la EAE Business School, junto a la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos y a la CEOE, y que acaba de ver la luz, el trabajo más demanda es la de experto en ética de datos y en Inteligencia Artificial (IA).

El filósofo y las variables

«Pensemos en un equipo que diseña un algoritmo para la selección automática de profesionales. A su lado necesita un filósofo que reflexione sobre las variables de edad, sexo, raza, zona geográfica u otras que se deben introducir para evitar sesgos y discriminaciones. Lo mismo ocurre a la hora de conceder un crédito online», expone la palentina Pilar Llácer, directora del análisis, filósofa especializada en ética de datos y autora del manual 'Te van a despedir y lo sabes' (Editorial Almuzara).

Asesora en multinacionales, aseguradoras, 'start ups' y ahora en la Escuela de Negocios y Dirección, Llácer explica el interés de las empresas hacia los humanistas por la amalgama de conocimientos que les brinda una carrera con inmersiones en la antropología, la estética, la sociología o la lógica, «lo que, por ejemplo, hace que nos resulte muy fácil programar». «No solo resolvemos problemas concretos sino que podemos relacionar conceptos que aparentemente no tienen nada que ver entre sí. Tenemos una perspectiva de las cosas más amplia, lo que nos hace ser creativos. Al final, más que respuestas lo que aportamos son preguntas. Lo esencial es cuestionarse por qué no se hacen las cosas de otra forma y eso rara vez ocurre si no estamos».

«Capitalismo y éticano son compatibles. Maximizar los beneficios ya no va conmigo»

Santiago Eguidazu | Banquero y Máster en Filosofía

«Cuatro ingenieros nunca van a resolver un problema de privacidad, Necesitan otras luces»

Liliana Acosta | Filósofa experta en humanismo digital

«Los jefes priman la acción sobre la reflexión. Y la innovación no se la da uno»

Gonzalo Mendoza | Director de la Escuela de Filosofía de Madrid

«Lo esencial es cuestionarse por qué no se hacen las cosas de otra manera y eso rara vez ocurre si no estamos»

Pilar Llácer | Filósofa especializada en ética de los negocios

La colombiana Liliana Acosta, filósofa experta en humanismo digital, trabajó en el Ministerio de Educación, creó su propia consultoría, Thinker Soul, y forma parte del comité de especialistas del Centro de Investigación de Inteligencia Colaborativa, una empresa privada radicada en Madrid. «Los problemas de la tecnología no se pueden resolver desde la tecnología. Es necesario un 'philosophy officer'que coordine un pensamiento en la corporaciones. Cuatro ingenieros nunca van a poder solventar los retos de privacidad que plantea la Inteligencia Artificial, como el reconocimiento facial, que proporciona información sensible como el grupo sanguíneo. ¿Quién se queda esos datos? ¿Dónde van a parar? Necesitan otras luces para resolver estas cuestiones. Hay mucho en qué pensar. En no mucho tiempo tendremos como compañero de trabajo un androide con un lenguaje computacional. ¿Debe tener sexo? Yo apuesto por un tercer género», resuelve Acosta.

Pero no siempre el filósofo encuentra un hueco en las empresas con inquietudes. En ocasiones, son los propios ejecutivos los que se ponen platónicos y deciden acudir a una escuela de filosofía para darse un baño de sabiduría antigua. Gonzalo Mendoza, un experto en finanzas procedente de la alta banca, fundó la suya propia en 2004. En la actualidad, el centro cuenta con sesenta alumnos. La amplia mayoría, ejecutivos, directivos de empresa, de banca o consejeros, que «salen de esa reflexión instrumental volcada al beneficio y la obtención de resultados» para viajar «a la raíz de los asuntos» de la mano de Sócrates o Hegel.

La inmersión en las enseñanzas de los eruditos de la antigüedad empieza por los cimientos. «La actitud filosófica consiste en llevar a cabo una reflexión detenida, rigurosa e inteligente de los cambios que estamos viviendo. En la vida laboral describimos las situaciones de forma superficial y atropellada. Y en función de esas impresiones, tomamos decisiones. Todo debe empezar por hacer una buena descripción de la situación dada y eso requiere detención, algo a lo que el mundo empresarial ha cerrado la puerta. Se ha privilegiado la acción frente a la reflexión. A los directivos y a los jefes les gusta ver a la gente moviéndose, sea en la dirección que sea. El que se para está bajo sospecha. Y eso hay que cambiarlo. Hay que pararse y reflexionar. Mejor con otro u otros. Es difícil que la innovación se la dé un mismo», indica Mendoza.

Poco a poco, los aprendices descubren la sorprendente vigencia de las elucubraciones de «Heráclito sobre el cambio permanente o de Hobbes, quien nunca habló de cómo salir de la crisis del Covid-16, pero sí de la conducta de los seres humanos entre sí cuando afloran situaciones complicadas o falla el Estado, al que han entregado parte de su libertad».

Editorial especializada

Entre los alumnos más veteranos y aplicados de esta escuela se encuentra Santiago Eguidazu, presidente del banco de inversión Alantra. Aunque la economía es su profesión -integró en su día el equipo que fundó el Sistema Monetario Europeo y, después, el que negoció la adhesión de España a la CE en los aspectos financieros-, su pasión por el pensamiento y la ética han ido ganando terreno. Hasta el punto que fundó Avarigani, una editorial especializada en filosofía, ha hecho un máster en esta materia y prepara una tesis doctoral sobre «el conflicto de intereses como instrumento clave en la deliberación de problemas éticos».

- ¿Capitalismo y ética son compatibles?

- Lo que hace que la ética esté a menudo reñida con la actividad empresarial no es tanto que los directivos defiendan sus intereses, sino hasta dónde los llevan. Cuando tratas de maximizar tus beneficios, te olvidas de los demás. Eso es capitalismo y eso no es compatible con la ética.

- ¿Cómo le ha cambiado la filosofía a usted y a sus intereses?

- La filosofía es una metodología para hacer autocrítica y averiguar si te estás autoengañando. La capacidad de pensar me ha hecho abandonar en buena medida esa tendencia a maximizar de los que nos formamos en la mentalidad coste-beneficio. Soy ahora más humano y acepto que hago cosas mal sin tratar de justificarlo.

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