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El Papa, en Dublín. Foto: Reuters | Vídeo: Atlas

El Papa improvisa un 'mea culpa' asfixiado por los abusos en Irlanda

El exnuncio en Estados Unidos acusa a Francisco de encubrir a un pederasta y exige su renuncia

Darío Menor

Enviado especial a Dublín

Domingo, 26 de agosto 2018

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Cuando las cosas van mal, siempre pueden ir peor. La profunda crisis que vive la Iglesia católica por el escándalo de abusos sexuales a menores cometidos por eclesiásticos, y que ha monopolizado el viaje del Papa a Irlanda, vivió ayer un nuevo e inquietante episodio con la publicación de una carta del exnuncio en Estados Unidos, el arzobispo italiano Carlo Maria Viganò, en la que exige la renuncia al pontificado de Jorge Mario Bergoglio por haber supuestamente protegido a un cardenal abusador. El Vaticano no quiso hacer comentarios sobre la misiva. Francisco, en cualquier caso, sí que se dejó llevar por el ambiente de dolor y rechazo a la Iglesia que los abusos han generado en la sociedad irlandesa e improvisó un sentido 'mea culpa' antes de comenzar la misa que presidió en el parque Phoenix de Dublín ante unas 300.000 personas. En 1979 Juan Pablo II ofició en el mismo lugar una Eucaristía en la que participaron más de un millón de fieles. La disminución de asistentes entre una y otra ceremonia es la mejor muestra de la enorme pérdida de influencia de la Iglesia católica en Irlanda en las últimas cuatro décadas.

Con el 'acto penitencial' con el que Francisco pidió perdón por los abusos, que volvió a calificar de «crímenes», se saltó sus propios planes, pues pretendía que el contenido de su visita estuviera centrado en el Encuentro Mundial de las Familias (EMF) celebrado estos días en la isla. Al final esta cita cuya próxima edición será en 2021 en Roma quedó completamente opacada por el escándalo de la pederastia. «Pedimos perdón por los abusos en Irlanda, abusos de poder y de conciencia; abusos sexuales por parte de miembros cualificados de la Iglesia», dijo el Papa en español después de recordar que el día anterior se había reunido con ocho víctimas. Se disculpó por los abusos acaecidos en instituciones dirigidas por religiosos y por la «explotación laboral» a la que se vieron sometidos muchos menores.

Se refería a los Asilos de las Magdalenas, en los que se internaba a mujeres y niñas que habían cometido alguna falta y se les hacía trabajar en régimen de semiesclavitud como lavanderas. También se excusó por no tratar a los supervivientes de abusos con «compasión, búsqueda de justicia y verdad», ofreciendo «acciones concretas» de reparación, y por los miembros de la jerarquía eclesiástica que «guardaron silencio». Sin dejar ninguna llaga por tocar, afrontó finalmente el doloroso caso de las Casas de la Madre y el Bebé, adonde acudían las madres solteras. «Pedimos perdón por los chicos que fueron alejados de sus madres», dijo, para concluir deseando que la Iglesia mantenga este estado de «vergüenza y de compunción» para que nunca más se repitan estas tragedias.

No fue la única petición de perdón que hizo ayer Francisco, pues en su visita a primera hora de la mañana al santuario mariano de Knock, al oeste del país, ya había hablado de esta «herida abierta» que exigía «justicia y reparación». Poco antes de que omenzara el rezo del Ángelus en esta localidad donde se habría producido una aparición de la Virgen, san Juan y san José en 1879, llegó la publicación en varios medios eclesiásticos conservadores de la polémica carta de Viganò cargada de acusaciones a Bergoglio. El antiguo embajador vaticano en Washington aseguró que el Papa argentino estaba al corriente de las acusaciones de abusos sexuales cometidos por el excardenal Theodore McCarrick, sancionado en junio pasado por el Pontífice y que se vio obligado a abandonar el Colegio Cardenalicio. Viganò no ofreció pruebas, pero afirmó que él mismo informó a Francisco en 2013 sobre el comportamiento de McCarrick quien, durante años, «corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes». También aseguró que existe un «lobby gay» en la alta jerarquía de la Iglesia que se habría dedicado a encubrir los abusos. El arzobispo italiano, miembro del sector de la jerarquía eclesiástica más contrario a Francisco, demostró tener un preciso sentido de la oportunidad al publicar su carta en medio del viaje a Irlanda. En ella sostuvo que Bergoglio sólo optó por apartar a McCarrick cuando supo de la denuncia de un menor. «Siempre en función del aplauso de los medios de comunicación ha tomado medidas para, así, salvaguardar su imagen mediática».

En el vuelo de vuelta a Roma desde Dublín, el Papa dijo que no iba a decir «ni una palabra» sobre la carta de Viganò y animó a los periodistas a leerla «atentamente» porque habla «por sí misma». También invitó a evitar los juicios mediáticos a los sospechosos de haber cometido abusos sexuales a menores y puso como ejemplo el caso del 'clan de los Romanones', sucedido en Granada, en el que varios sacerdotes fueron acusados por un joven que escribió a Francisco para denunciar los supuestos episodios sufridos. El juicio demostró que los presbíteros eran inocentes y al denunciante le tocó pagar las costas.

«El Papa no es inocente de los abusos»

Mientras Francisco entonaba su 'mea culpa' por los abusos antes de comenzar la misa en el parque Phoenix de Dublín, unas mil personas se congregaban en una céntrica calle de la capital irlandesa para mostrar su solidaridad con las víctimas. 'El Papa es un protector de pedófilos', decía el cartel que sostenían Ailbhe y Fionn, dos irlandeses de 33 años. «No es una opinión, es un hecho», comentaban sobre su mensaje. «Bergoglio usa un bonito lenguaje, pero no hace nada para acabar con este problema», aseguraba Fionn, que nunca se consideró católico. Sí creció en cambio en una familia religiosa Ailbhe, pero hoy piensa que los valores de la Iglesia «no tienen lugar en el siglo XXI». «Tiene mucho que cambiar para salir adelante», decía, poniendo como ejemplo el fin del celibato obligatorio o el sacerdocio femenino.

Entre los manifestantes había varios transexuales, como Adeline Berry, de 47 años, que llevaba un cartel en que se mostraba a Francisco como si fuera un diablo bajo el siguiente mensaje: 'Dios es falso. Los niños transexuales no lo son. Déjalos tranquilos'. «En Irlanda la Iglesia ha criminalizado la transexualidad. La homosexualidad estuvo considerada un delito hasta 1993. Este clima favorecía que los niños transexuales sufrieran abusos, como me ocurrió a mí. La Iglesia tiene mucho que cambiar», pedía Berry. Melissa Murray, que rechaza la fe católica en que se crió, aseguraba que en Irlanda no es que hubiera «uno o dos» sacerdotes pederastas, sino que existía «un sistema maligno» que sigue actuando y que salpica al propio Francisco. «El Papa no es inocente», opinaba Murray. En la concentración participaron varias víctimas de abusos sexuales cometidos por eclesiásticos, como Marie Collins, quien dimitió de la comisión vaticana contra la pederastia harta de las «resistencias culturales» de jerarquía eclesiástica.

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