Valencianos que no quieren jubilarse
Unas dos mil personas optan cada año en la Comunitat por el retiro demorado, que además aporta ventajas económicas
Virtudes Royo Valls tiene 66 años y, por ahora, no tiene la menor intención de jubilarse. Por de pronto, ha pospuesto un par de años más la fecha de su retiro. «Entonces veré si continúo o cierro la tienda«, ha explicado, porque »me dicen que no aparento la edad que tengo«. Mientras tenga salud, piensa en continuar. »Seguiré mientras Dios y el cliente quieran«, apunta.
Y podría jubilarse cuando quiera pues lleva trabajando 48 años. Ella misma recuerda que comenzó con sólo 18 años años allá por 1975 y desde entonces no ha parado.
Ahora tampoco lo tiene entre sus planes. «¿Qué haría?», se pregunta. Tendría mucho más tiempo para pensar y esto le llevaría a recordar a su marido que falleció hace un año. «Trabajar me sirve para distraerme», afirma.
Es primera hora de la mañana y la pillamos muy atareada. Está sacando el género del interior de su tienda a la acera de la calle Músico Peydró, conocida popularmente como 'La calle de las cestas'. Su negocio se llama 'La casa de la madera', con varias décadas de antigüedad.
Virtudes tenía unos planes que el fallecimiento de su esposo ha truncado y ahora ha decidido no jubilarse para no estar todo el día en su casa. La tienda le sirve de distracción.
En 1975 empezó a trabajar en el negocio familiar. Era entonces una ferretería que cuando se jubilaron sus padres heredó junto a sus hermanos. Más tarde, y acompañada de su cuñada, la convirtió en lo que es ahora: una tienda especializada en productos derivados de la madera (como las cestas y todo tipo de productos sillas, capazos...).
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El negocio familiar siempre ha estado en la calle Músico Peydró pero no en la misma ubicación. El cambio de local (el original era más grande) se produjo en 2016 cuando la entidad bancaria propietaria del inmueble se dispuso a venderlo.
Su retirada supondrá el cierre del negocio porque su única hija es química y no tiene la intención de continuar con la tienda.
Royo Valls reconoce que la ferretería le gustaba más. «Me lo pasaba muy bien. En lo que estoy ahora es más decorativo. Si me tuviera que decidir, pondría una ferretería», afirma. «Es un negocio bonito, pero duro. Te lo tienes que currar», señala.
Y es que en la tienda «no hay ordenadores, aparte de que no caben». «Cuando llego a mi casa es cuando hago los encargos y pedidos a los proveedores», destaca.
Virtudes es una de esas personas que ha decidido posponer su jubilación. Para ello hay distintas modalidades. Una de ellas es la jubilación demorada, un procedimiento que el año pasado utilizaron cerca de 2.000 valencianos. En España en 2022 se acogieron a este sistema 17.651 personas. En lo que llevamos de año, hasta el mes de abril, lo han empleado 9.153 personas, según datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social.
La cifra ha ido incrementándose con el paso de los años. En 2014 lo pidieron 14.877 personas con lo que el incremento en estos nueve años ha sido del 18,6%.
¿Qué es la jubilación demorada? Es la posibilidad voluntaria reconocida a las personas trabajadoras (por cuenta propia o ajena) de que, una vez cumplida la edad ordinaria para retirarse, prolonguen su vida laboral. El que se acoja a esta posibilidad tendrá una serie de beneficios.
Para ello sólo hace falta cumplir dos condiciones. La primera es contar con quince años cotizados. La segunda, tener cumplida la edad mínima de jubilación.
Se puede elegir entre varias opciones. La primera es recibir un porcentaje adicional del 4% por cada año completo cotizado después de cumplir la edad de jubilación lo que implicará un incremento de la cuantía de la pensión que percibirá en el momento en el que decida retirarse.
Pero esta persona tiene otra opción. Y es recibir una cantidad de más por cada año trabajado que dependerá de los que se ha cotizado cuando se llega a la jubilación. La cantidad oscila entre los 5.000 y 12.000 euros y se percibe en el momento en el que el cotizante decide retirarse.
Desde mayo existe una tercera modalidad que es una combinación de las dos posibilidades anteriores. Por un lado, un aumento porcentual de la pensión y la percepción de un pago único en un cheque en el momento de jubilarse.
Los que opten por esta nueva fórmula y que retrasen su jubilación entre 2 y 10 años recibirán un incremento de su pensión del 2% por cada año de demora, y un pago único equivalente a la mitad del que le correspondería si optaran por la fórmula actual del pago único.
Si demoran la jubilación once o más años, el incentivo será un pago único aplicado a cinco años del periodo demorado y un incremento del 2% de la pensión por cada año de retraso.
Las empresas con trabajadores con jubilación demorada también tienen ciertas ventajas. Así, estas mercantiles estarán exentas de las cotizaciones por contingencias comunes de los trabajadores que retrasen la jubilación, salvo por incapacidad temporal. Además, tendrán una reducción del 75% de la cotización durante la situación de incapacidad temporal de los trabajadores que hayan cumplido los 62 años.
Virtudes no es la única que ha decidido retrasar su jubilación. Es también el caso de Manolo González. Tiene 74 años y un retiro a tiempo parcial. «Es como un contrato parcial. Cobro parte de la pensión pero puedo trabajar al mismo tiempo», afirma. Y es que el trabajo es muy importante para Manolo. «Si me lo quitan, me quitan la vida», señala rotundo.
Manolo lleva trabajando desde los 14 años y no tiene idea de jubilarse mientras las condiciones físicas lo permitan. «Mientras la salud me acompañe, aunque ya empiezo a tener algunos achaques y a ver si el año que viene termino. Me gusta el trabajo y me gusta la vida laboral», afirma. Ahora ya no va todos los días a su negocio pero desde casa puede trabajar. «Hablo con proveedores, con gente. Tengo que estar metido en el follón», asegura.
Es un superviviente. Muchos compañeros de generación se han ido retirando con los años, han cerrado el negocio o se lo han dejado a los hijos. Pero él sigue al pie del cañón ayudados por los dos hijos que han entrado en la empresa. Son ya 56 años en el sector de la fotografía, desde fines de los años 60 del siglo pasado, aunque la tienda, Fotopro, se abrió en 1995.
Señala que «no me gusta el pádel o el golf. ¿Qué haría en casa todo el día? ¿Acompañar a mi mujer al supermercado? Porque tampoco soy de bares».
Durante su larga trayectoria en el sector ha visto muchas cosas y una de las que más le ha impactado es el cambio de la fotografía analógica a la digital: «Fue algo brutal». «Pero ahora se está volviendo a lo de antes, a la analógico. Muchos jóvenes piden carretes y no hay suficientes para cubrir la demanda», explica González. En este sentido, señala que «antes la foto era más creativa. Te calentabas más la cabeza. Ahora la cámara lo puede hacer casi todo con una calidad magnífica. Además, antes las cámaras eran mucho más caras».
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