«Si dejase de pintar moriría antes»
A sus 87 años, el valenciano Gonzalo Gómez Luzón, que inaugura una exposición en el Mercado de Colón en el que muestra parte de su obra inspirada en Valencia y en Sorolla, invita a los jubilados a mantenerse activo
Tiene 87 años, la mirada llena de ilusión por seguir viviendo plenamente, y la voz y la mano firmes. Gonzalo Gómez Luzón acude cada día su despacho familiar y, por las tardes el gimnasio, recoger a sus nietas del colegio y, sobre todo la pintura ocupan su tiempo.
Siente una admiración profunda por Joaquín Sorolla. «Donde va él, voy yo», evidentemente se refiere a sus obras. Sin embargo, ahora es él el que expone su arte, 'Carpe Diem estará hasta el próximo mes de noviembre en el espacio de Las Cervezas del Mercado Colón. Cómo ha llegado hasta allí lo explica el propio Gómez Luzón: «Últimamente había pintado bastantes cuadros y una compañera de mi hija Susana me propuso hacer una exposición, yo le dije que nunca había pensado en hacer ninguna pero entre eso y un amigo que se ofreció a enmarcarlos… pues aquí estamos».
Sobre qué podrán ver los visitantes, explica: «Pues va a encontrar acuarelas, que son más elegantes y los motivos pues flores, pájaros, y uno de la Albufera». En definitiva, la muestra está compuesta por una treintena de obras, se inspira en la riqueza natural de El Saler y la Albufera, y rinde homenaje a la flora y fauna mediterráneas a través de delicados trazos y colores vibrantes. Árboles, flores, pájaros y playas dan vida a esta exposición que invita al relax y a la contemplación.
Ahora, muchos lustros después de coger su primer pincel, recuerda aquellos incipientes trazos: «La pintura me ha gustado desde muy pequeñito. El primer regalo que me hicieron los Reyes fue una cartoncita que se ponía entonces con unas cuantas pinturitas, y eso lo recuerdo como si lo estuviera viendo, fíjate. Luego la pasión fue creciendo el colegio... A los 16 o 17 años ya empecé a ir a la Escuela de Artesanos a practicar dibujo artístico. Ahí tuve muy buenos profesores, lo recuerdo con mucho cariño, de ahí, pasé a San Carlos donde realicé dos cursos también de dibujo porque me gustaba». En la Escuela de Artesanos, donde también estudió Joaquín Sorolla, y bajo la guía del profesor Manuel Sigüenza, perfeccionó su técnica y pasión, compartiendo clases con amigos que, como él, salían a pintar en la calle durante los días festivos.
Su carrera profesional transcurrió lejos del arte, en el mundo del derecho laboral del que se enamoró ya viendo a su padre, no obstante, nunca dejó de lado su vocación artística.
Y el pincel seguirá siendo su compañero de vida. «Hay personas que tienen ganas de jubilarse y no hacer nada pero si dejara de hacer lo que estoy haciendo, tanto la pintura como ir al despacho, me moriría antes, eso lo tengo muy claro. No voy a ponerme a ver la televisión con todo lo que cuentan, porque me pondría de mal humor, o me aburriría. El móvil, la pantalla no me gusta, no hablas con nadie, me gusta relacionarme con personas, amigos, compañeros», afirma, y para concluir añade: «Y también me gusta el gimnasio».
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