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Las berlinesas se rebelan contra el despatarre en el transporte público

Las berlinesas se rebelan contra el despatarre en el transporte público

«Es totalmente posible sentarse cómodamente en el transporte sin ocupar dos asientos abriendo las piernas»

Colpisa/afp

Berlín

Sábado, 27 de febrero 2021, 19:11

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En un metro abarrotado de Berlín, un hombre se despatarra ocupando dos asientos descaradamente. Frente a él, dos mujeres abren bruscamente las piernas dejando ver en sus pantalones la siguiente inscripción: «Stop manspreading!».

De este modo Elena Buscaino y Mina Bonakdar se proponen sensibilizar a los usuarios del transporte público sobre el «despatarre» masculino, es decir, la costumbre de sentarse con las piernas abiertas, sin la más mínima consideración por sus vecinos, con frecuencia mujeres.

En un sentido más amplio, estas berlinesas que combinan humor y provocación cuestionan el reparto del espacio urbano entre los sexos. «Es totalmente posible sentarse cómodamente en el transporte sin ocupar dos asientos abriendo las piernas», explica Mina Bonakdar, de 25 años.

Junto a su amiga Elena, que al igual que ella estudia diseño, creó el colectivo Riot Pant Project, que transforma pantalones de segunda mano en soporte de reivindicaciones, para animar a las mujeres y personas LGTB a reapropiarse del espacio público.

Esta arma de vestir revela un mensaje político oculto -«Stop manspreading!», «Give us space» (¡Stop al hombre espatarrado! ¡Dennos espacio!) o «Toxic masculinity» (masculinidad tóxica). Llevan los eslóganes impresos en mayúscula en las perneras de los pantalones. «La imitación es la única forma de que el interlocutor comprenda el efecto que produce su comportamiento», señala Elena Buscaino.

La joven reconoce sin embargo que «muy pocos cambian de postura al instante», como ha comprobado la AFP durante una intervención en el metro de Berlín. «Con frecuencia se sorprenden de que las mujeres puedan colocarse así frente a ellos», añade la activista, que espera sobre todo que los hombres reflexionen.

Para Mina Bonakdar, el simple hecho de llevar estos pantalones permite a las mujeres «sentirse más fuertes y aumentar la confianza».

A algunos puede parecerles anecdótico pero el problema del «manspreading» existe casi desde la aparición del transporte colectivo.

«Siéntese con las extremidades pegadas al cuerpo y no abra un ángulo de 45 grados con las piernas, porque vendría a ser como ocupar el lugar de dos personas», advertía el Times of London en 1836 en un artículo dedicado al decoro en el autobús, explica en «History of the Bakerloo Line» Clive DW Feather, especialista en el metro londinense.

El término se hizo popular en 2013 cuando las usuarias del metro de Nueva York publicaron en las redes sociales fotos de viajeros a sus anchas, mientras sus vecinas estaban apretujadas.

Según un estudio de 2016 del Hunter College de Nueva York, el 26% de los usuarios masculinos del metro de la ciudad abusan de esta práctica en comparación con menos del 5% de las mujeres.

Nueva York fue una de las primeras ciudades del mundo en intentar frenar este comportamiento. En 2014, el gerente de la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) pegó pegatinas en los vagones con el mensaje: «hombre, por favor, deja de espatarrarte».

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