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La sombra del Air Force One

La sombra del Air Force One

El jet presidencial fue el refugio de Bush en el 11-S. Aunque no quiere renovarlo, Trump tendrá que viajar en este Despacho Oval aéreo

FERNANDO MIÑANA

Domingo, 11 de diciembre 2016, 21:44

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Raymond Loewy estaba en el jardín de su mansión en Palm Spring (California) cuando vio pasar el Air Force One que transportaba a John Fitzgerald y Jackie Kennedy. A este hombre, uno de los referentes del diseño industrial, responsable de la cajetilla de Lucky Strike o el botellín de Coca-Cola, le pareció espantoso con esos detalles naranjas impuestos por Eisenhower. Mr. Loewy, un francés que emigró a Nueva York después de servir en la I Guerra Mundial, pidió un encuentro con el presidente para sugerirle, totalmente gratis, unos cambios que dotaran al avión de la majestuosidad y el poderío que requieren el jet que transportaba al hombre más influyente del mundo.

De aquella reunión nació la imagen que aún mantiene el Air Force One, de colores blanco y un azul «ultramarino», la bandera en la cola y un sello presidencial a cada lado. Además de rotular 'United States of America' con grandes letras en el fuselaje.

El presidente de Estados Unidos disfruta ahora no de uno, sino de dos unidades, por si una sufre una avería. Barack Obama viaja en dos Boeing 747-200 con más de 25 años de antigüedad. Uno lo decoró Nancy Reagan y el otro lo estrenó George W. Bush. Durante su gobierno encargó a la compañía un par de nuevos ejemplares para renovar la flota presidencial con el modelo 747-8.

Su sucesor, Donald Trump, prendió la polémica esta semana con un tuit incendiario: «Boeing está construyendo un nuevo Air Force One 747 para futuros presidentes, pero los costes están fuera de control, más de 4.000 millones de dólares. ¡Cancelen el pedido!». Aunque la empresa asegura que cada Jumbo vale 170 millones de dólares y Reuters que el gasto de la Fuerza Aérea hasta 2021 es de 2.870 millones.

Trump conoce bien el mercado. Fue accionista de Boeing y le compró a Paul Allen, cofundador de Microsoft, un 757, conocido desde entonces como el 'Trump Force One', por 90 millones. La aeronave lleva oro de 24 quilates en los cinturones de seguridad, los grifos del baño, los pomos de la puerta y la cadena del váter. Las botellas de agua llevan la cara del potentado en la etiqueta y su escudo aparece en todas las puertas. Las cortinas son de seda y los muebles de madera de nogal. Una televisión de 52 pulgadas contiene las películas favoritas del recién electo presidente. Aunque tendrá que ir despidiéndose de él porque el servicio secreto no le dejará utilizarlo.

Trump, por motivos de seguridad nacional, tendrá que ir en el Air Force One, conocido como 'Angel' en las comunicaciones de los controladores aéreos, el búnker donde se refugió George Bush el 11-S. Y aunque le parezca un gasto exagerado, la antigüedad de los aviones hace que los componentes se hayan quedado obsoletos y encarezca el mantenimiento.

La incorporación de dos nuevos Boeing 747 tendría otras ventajas, como emitir 16 toneladas menos de dióxido de carbono y volar sin repostar durante 1.610 kilómetros más, para ir sin problemas de Washington a Hong Kong.

Los actuales tienen 371 metros cuadrados en tres niveles. Incluyen una suite presidencial, en el morro del avión, y capacidad para 70 pasajeros entre consejeros, servicios secreto y prensa (sentados en la parte trasera). Hay dos salas para manipular alimentos, de las que pueden salir hasta cien platos.

Solo hay un avión presidencial mejor en el mundo, el de México, un Boeing 787-8 que costó 219 millones de dólares. El 'Morelos' (José María Morelos fue un sacerdorte convertido en héroe durante la independencia de México) puede recorrer 14.500 kilómetros sin hacer escalas.

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