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Los nuevos machistas

Los nuevos machistas

Jefes que incluyen el 'sexo' en el contrato de su secretaria. Clientes que no suben al taxi de una mujer. Políticas más conocidas por ser 'exnovias de'... Las denuncias por sexismo se multiplican, al tiempo que caen las campañas educativas

ANTONIO CORBILLÓN

Sábado, 8 de octubre 2016, 18:39

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«Buscamos promotoras sexis y descaradas para representar a una multinacional de bebidas energéticas en bares». «Agencia busca azafatas. Requisitos: mínimo 1,70 de altura, talla 95 de sujetador mínimo, guapa y buena presencia». En este segundo caso, la oferta no era para una promoción de prendas femeninas sino para una «feria alimentaria». ¿Será que se venden mejor las legumbres o los botes de conserva si la dependienta precisa una talla grande de ropa interior? «No, es que el cuerpo de las mujeres se relativiza porque está en el mercado. En realidad, nunca ha dejado de estarlo», responde la vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, María Ángeles Jaime.

Jaime es vicepresidenta de un colectivo de letradas que lucha por llevar la igualdad legal de género a la vida real. Todavía no sale de su estupor tras leer hace unos días que un tribunal de la Audiencia de Alicante (con mayoría de magistradas) absolvió a un falso empresario que incluyó en las obligaciones laborales de su secretaria las 'prestaciones sexuales'. La Fiscalía había pedido seis años de cárcel. «Es una interpretación aberrante del Derecho. Las leyes se aplican discriminatoriamente por falta de formación de sus profesionales en materia de género». Que la sentencia descarte la cárcel porque no hubo sexo a la fuerza no elimina la condena ética.

Los expertos alertan desde hace algún tiempo del implacable avance del 'neomachismo'. «La punta del iceberg de algo mucho más profundo y estructural después de que se están desarticulando todas las políticas y discursos contra la violencia de género», denuncia la directora de la Cátedra de Género de la Universidad de Valladolid, Teresa Alario Trigueros. Es el 'gatopardismo' aplicado a la lucha por la igualdad: que todo cambie para que todo siga igual. «La cultura española es machista. Y se han abandonado muchas estrategias para combatirla», completa la socióloga Cristina Santamarina.

Incluso en la nueva política. Rita Maestre y Tania Sánchez (ex parejas de Iñigo Errejón y Pablo Iglesias, líderes de Podemos) publicaron en septiembre un comunicado denunciando que «no somos novias o exnovias de, somos mujeres», al tiempo que reclamaron el fin del «cortijo de los hombres en política».

Todas ellas y muchas otras mujeres ya no le encuentran la gracia, o simplemente el dejarlo pasar, cuando el camarero le pone la cuenta de la mesa al caballero. O cuando el dependiente de electrodomésticos solo le da explicaciones a la mujer cuando una pareja acude a cambiar de lavadora.

Alario, directora de los cursos de posgrado de agente de Igualdad de Oportunidades y del máster de Género, recuerda que en las universidades españolas «formamos a todo tipo de futuros profesionales (médicos, juristas,...) y, si no se imparten estas materias en clase, no dejarán de reproducirse los estereotipos». Estos grupos, que trabajan en las aulas en toda España, «nos autoconvocamos porque se acabaron las políticas oficiales. Es más grave de lo que parece». Seguramente, se perdió esta formación el médico que hace unas semanas atendió a una paciente en el consultorio de Llano de las Brujas (Murcia). No le quiso recetar pastilla alguna porque «le harían engordar y tenía un tipazo». Además anotó en sus observaciones: paciente «no bien follada».

Se emiten discursos y prácticas sutiles, como sin mala fe y de forma inconsciente, porque los estereotipos permanecen de manera soterrada. ¿Soterrada? Una cadena comercial lanzó una promoción de camisetas infantiles. Para las niñas, en tono rosa, el texto en el pecho decía: 'Bonita como mamá'. Para ellos, con fondo azul: 'Inteligente como papá'. Las protestas en las redes sociales y de los colectivos feministas lograron que se retirara.

Más publicidad sexista

El Instituto de la Mujer insiste en el trabajo del Observatorio de la Imagen de las Mujeres que lucha por «erradicar esos estereotipos y favorecer una visión más equilibrada». En los primeros nueve meses del año ha registrado 835 quejas por publicidad sexista, casi un 20% más que en todo 2015.

El terapeuta argentino Luis Bonino afinó como nadie al intentar denunciar el falso espejismo de la igualdad. Acuñó hace ya un cuarto de siglo la idea del 'micromachismo' para explicar «esas pequeñas tiranías, violencia blanda, suave, de baja intensidad, tretas de dominación o sexismo benévolo».

Como el que relató el 8 de septiembre el taxista madrileño Daniel Díaz en su blog 'Ni libre ni ocupado', tras observar en la cola de su parada a un cliente que se negó a subirse al primer vehículo porque lo conducía una taxista. «Con una mujer no llego ni de coña», dijo antes de dirigirse al taxi de Díaz, situado justo detrás. También se negó a llevarle, algo que secundó el resto.

Pero es probable que en el vehículo de alguno de estos profesionales estuviera un ejemplar de un diario deportivo. El mismo que publicó una semana después de este incidente (15 de septiembre) en su contraportada un artículo bajo el título 'Hay que alejar del deporte a los intolerantes, homófobos y machistas'... A su lado, la foto diaria de una chica muy ligera de ropa y con pose 'sexy'. Y ya que hablamos del deporte, Cristina Santamarina recuerda que «la discriminación llega también aquí, donde los éxitos de las mujeres son siempre de segunda». Incluso que en Río 2016 salváramos la cara gracias a las deportistas quedó en segundo plano. Y es que tanto España como Europa se han centrado en los últimos años en la lucha contra su expresión más brutal: el terrorismo de género, que mató el año pasado en nuestro país a 57 mujeres y este año ya van 36. Unas cifras a las que hay que añadir las 123.725 mujeres que denunciaron el año pasado ser víctimas de violencia de género (353 denuncias al día), según los datos del Consejo General del Poder Judicial, casi el 2% más que en 2014 (347 diarias). Y eso que miles de mujeres no denuncian por considerar que la violencia que sufren «no es lo suficientemente grave».

Esta falta de conciencia se extiende por toda Europa como una mancha que oscurece la lucha contra estas prácticas. La Agencia Europea para los Derechos Fundamentales concluye que «los responsables de la formulación de políticas y los profesionales de muchos Estados miembros de la UE siguen teniendo que lidiar con una falta de datos exhaustivos sobre la escala y la naturaleza del problema».

No ha ayudado a mejorar las cosas el que la presión de la Iglesia católica y de los grupos más conservadores acabara borrando de los currículos escolares Educación para la Ciudadanía, una asignatura que apenas ha durado seis años. «Es algo gravísimo y que ha provocado una gran crisis en la educación de las nuevas generaciones», lamenta Jesús Pozo, presidente de la Fundación Inquietarte, que trata de sensibilizar a través del arte. Suya es la idea del Festival de Cortos Visualízame, que incluye en sus temáticas los debates sobre género. Los mejores trabajos viajan de forma itinerante por centros educativos de toda España y de Europa. «Es increíble el poder normalizador de los discursos audiovisuales entre los más jóvenes. Si se quedan como espectadores pasivos, reciben el mensaje y lo aceptan como inmutable», advierte su directora, Yolanda Cruz.

Y es en los jóvenes donde más se refleja ese estancamiento. Nueve de cada diez chicos a partir de 15 años tiene teléfono móvil. Y el 33% considera «aceptable» controlar o ser vigilado por su pareja. La Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) concluye en su último estudio que «el 53% de los adolescentes que son víctimas de violencia sexista no tienen conciencia de ello». Cuando la ronda de debates de Visualízame llegó este año al instituto de Villa del Río (Córdoba) los alumnos debatieron, entre otras cosas, sobre esas discotecas que ofrecen entrada gratis a las chicas. Olga, estudiante de 17 años, no pica en ese anzuelo. No le gustan esas ofertas. «Si un chico paga diez euros y a mí me dejan entrar gratis, entonces yo soy mi propia 'mercancía'».

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