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Lunes, 2 de febrero 2015, 19:26
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Raluca Crisan, abogada de origen rumano, quería entrar al quirófano para hacerse unos cambios que ella misma consideraba necesarios, sin embargo, el resultado quedó muy lejos de lo que esperaba. El cirujano le inyectó veneno de serpiente en lugar de bótox, con las perjudiciales consecuencias que conllevó: su cara se desfiguró por las hinchazones y se paralizó durante un año.
A raíz de las reacciones que el veneno empezó a provocarle en el rostro, tuvieron que internarla en el hospital de Alba-Iulia, en Rumania. Crisan ha demandado al especialista médico, quien reveló en los tribunales que no era consciente de la sustancia que utilizó debido a que la etiqueta estaba en chino mandarín: «Cuando fue a declarar reconoció que no sabía lo que me había echado porque el producto lo había solicitado a un proveedor chino, y que, por tanto, el texto estaba escrito en chino», dijo la abogada al diario Mirror.
Sin embargo, fue la propia afectada quien buscó en la web del suministrador para descubrir la desconocida sustancia, ya que el ministro de salud «no se lo podía decir», porque, según comunicó el ministerio, dicho elemento no estaba autorizado en el país y tampoco registrado.
«Mi cara ha estado paralizada entre ocho meses y un año. No podía mover ningún músculo facial: No podía ni reír ni llorar. Ha sido terrible», cuenta Crisan, quien sólo puede usar actualmente el 70% de sus músculos faciales.
A pesar de la peligrosidad del veneno de sepriente, se trata de un remedio alternativo al bótox, pero sólo se puede aplicar sobre la piel (en forma de crema) y en dosis muy pequeñas.
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