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Un chalet de Marxuquera rodeado de árboles quemados junto a algunos que se salvaron del fuego. àlex oltra
Los episodios de lluvias torrenciales hacen peligrar la regeneración natural de Marxuquera

Los episodios de lluvias torrenciales hacen peligrar la regeneración natural de Marxuquera

Los expertos defienden que precipitaciones más constantes y menos intensas en los primeros meses ayudan a un menor impacto sobre el terreno calcinado

ROCÍO ESCRIHUELA

GANDIA.

Jueves, 16 de agosto 2018, 23:57

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Marxuquera intenta poco a poco regresar a la normalidad tras el incendio que arrasó hace diez días mil hectáreas de este distrito de montaña de Gandia. Al margen de la evaluación de daños materiales en las viviendas para que los vecinos puedan regresar a sus casas, otro de los principales focos de atención es la regeneración del monte arrasado. Ayer, la lluvia hizo acto de presencia en la Ciudad Ducal y cayó con intensidad a primera hora de la mañana.

Con estas precipitaciones, los vecinos miraron al cielo y se acordaron de la zona calcinada y de cómo pueden afectar estos capítulos de tormenta al bosque que ha sido pasto de las llamas. Según expertos consultados por LAS PROVINCIAS, tanto la lluvia que cayó ayer como la del pasado viernes serán beneficiosas para el terreno afectado y ayudarán a su regeneración. En cambio, los principales enemigos serán las lluvias torrenciales y la gota fría.

Eduard Rojas, ingeniero de Montes y profesor de la Universitat Politècnica de València señaló a este periódico que «la lluvia es buena siempre que sea con regularidad ya que la germinación sale adelante con un rebrote potente porque la planta está muy seca». Según explicó Rojas, es importante que existan varias jornadas de lluvias en los primeros meses y «las plantas pueden rebrotar porque después de un incendio, si los árboles están muchos meses secos, la capacidad regeneradora se ve reducida».

«Cuando la masa forestal es más bonita, el riesgo para las personas es demasiado alto»

«Si no llueve con intensidad es positivo porque se genera una capa protectora y los nutrientes que existen en la tierra no se van», apuntó el ingeniero de Montes. Rojas también destacó otra de las claves para la regeneración de las montañas afectadas por el fuego: la pendiente del terreno. Un descenso pronunciado de la zona ayuda a arrastrar los sedimentos de los primeros brotes y entorpece la renovación del terreno afectado.

Las fuertes lluvias arrastran semillas y cenizas y perjudican la zona en mayor medida. Uno de los principales problemas de la Safor es que llueve poco, pero cuando lo hace es con intensidad y en gran cantidad.

En la misma línea se pronunció Jesús Reina, también ingeniero de Montes, que destacó que «tras un incendio, las lluvias torrenciales producen una erosión inmediata que afecta a la pérdida de suelo».

Reina apuntó que se debe tener en cuenta la relación por metro cuadrado de lluvia con unidad de tiempo para saber la gravedad de las precipitaciones sobre la afección que pueda tener sobre la zona calcinada.

«Hay que estar atentos a las lluvias que pueden caer en los próximos meses y observar la recuperación de la zona afectada, pero las lluvias de ahora no nos deben preocupar, sino las torrenciales y la gota fría», señaló.

Plazos largos

Los pinos son una de las especies que mayoritariamente conforman el terreno forestal afectado y según Rojas, el pinar «se recupera bastante bien», aunque puntualizó que siempre y cuando «no existan más fuegos en los siguientes 10 años».

De hecho, Jordi Martí, técnico agrónomo, explicó que «las piñas se abren a modo de defensa contra el fuego y esparcen sus semillas». Un hecho que ayuda a la regeneración de la especie y que facilita la recuperación natural del terreno incendiado, aunque matizó que «se trata de un proceso lento, pero que es la vía natural para la recuperación».

Lo que es evidente es que tardará muchos años en volver a su estado anterior, aunque Rojas quiso ser optimista tras poner como ejemplo zonas de Castellón afectadas por incendios «donde no ha habido pérdida de bosque y la recuperación ha sido impresionante».

No obstante, este experto apuntó que dentro de «unos 25 o 30 años ya se podrán tener árboles de ocho o nueve metros de altura» en la zona arrasada. Además, añadió que no todas las especies han quedado afectadas por lo que no será todo de nueva plantación.

Rojas también abogó por apostar por «árboles más gordos y bajar la densidad porque cuando la masa forestal es más bonita, el riesgo para las personas es demasiado alto». Además, apuntó que «es positivo recuperar el pastoreo, así como la agricultura para crear bandas protectoras de las zonas que se han urbanizado».

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