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A. TALAVERA
CULLERA.
Viernes, 13 de octubre 2017, 00:07
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El Ayuntamiento de Cullera estaba en la UVI y en menos de dos años el 'enfermo' de la Ribera en materia económica empieza a dar síntomas de recuperación. Al menos, de estar en el buen camino. Las cifras así lo avalan. El último dato macroeconómico dado a conocer por el alcalde de la localidad, Jordi Mayor, apunta a una bajada a más de la mitad del tiempo en el que el consistorio de la capital turística de la Ribera tarda en pagar sus facturas a los proveedores en comparación a hace un año.
Concretamente, Cullera necesita ahora 51 días en hacer frente a sus pagos con las empresas que le suministran. Aunque todavía no se cumple el límite máximo de 30 días que fija la ley, la cifra es bastante significativa comparada con las de otras épocas.
Durante la anterior legislatura el consistorio tardaba más de un año, incluso llegaba al año y medio, en cumplir con sus obligaciones. En 2016 ya se logró rebajar el período medio a algo más de 113 días y ahora se ha experimentado un nuevo bajón.
El nuevo contexto favorece que empresas que antes no querían ni oír hablar de trabajar con el consistorio ahora «se peguen», en palabras de los responsables municipales, por ser proveedores municipales.
«Para nosotros implica una ventaja clara porque estamos ahorrándonos el pago de intereses de demora y además podemos negociar los precios a la baja», añaden estas mismas voces.
En el Ayuntamiento de Cullera no se recuerda una situación mejor en los últimos años. «Ni siquiera en la época del boom se pagaban las facturas tan pronto», recuerdan. Y es que el gobierno presidido por Mayor ha logrado romper con el sistema de acumulación automática de facturas en los cajones que estaba instalado desde hacía tiempo y que había propiciado que el consistorio estuviera sumido en la ruina económica, llegando a ser intervenido por el Ministerio de Hacienda en 2012 bajo el mandato de Ernesto Sanjuán (PP).
Aquello provocó el sometimiento del ayuntamiento en un duro plan de ajuste, que estará en vigor hasta el 2032, el cual prohíbe las inversiones con recursos propios o la bajada de impuestos que se encuentran en su límite más alto, entre otras medidas.
En la última Assemblea Ciutadana, celebrada el 4 de octubre en Cullera, el primer edil señaló en su informe de gestión ante los vecinos que si de algún hecho se sentía «orgulloso» era precisamente de la gestión de las cuentas municipales.
El alcalde dibujó lo que podría denominarse cuadratura del círculo. Cullera ha sido capaz en dos años de pasar de ser un consistorio deficitario a acumular dos años seguidos de superávit millonario y al mismo tiempo ha multiplicado exponencialmente los recursos que se destinan a políticas sociales, como la bolsa social de empleo, las ayudas a la pobreza energética, las becas de transporte, etcétera.
Desde el gobierno consideran que se está efectuando «un ejercicio de responsabilidad en el gasto» y mantienen que este año se volverá a cerrar el presupuesto con un resultado positivo manteniendo la misma línea de trabajo.
No obstante, lamentan que los superávits «sirvan en nuestro caso para pagar deuda» por las imposiciones del Ministerio de Hacienda al encontrarse el consistorio intervenido. «Es injusto», consideran, «porque hemos reducido la deuda por debajo del 100 %, cuando llegó a estar en el 180, y estamos siendo un ayuntamiento pagador; por eso si cumplimos con las obligaciones no entendemos que todo el superávit deba destinarse a los bancos» por lo que reclaman un cambio de postura del ministerio para flexibilizar la situación y poder reinvertir en el municipio el dinero que se consigue ahorrar con las nuevas medidas.
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