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MANUEL GARCÍA
FORTALENY.
Viernes, 6 de abril 2018, 00:35
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La Semana Santa de Fortaleny no se celebró de la mejor de las maneras ni en medio del mejor ambiente. El sacerdote Juan Enrique Pascual, párroco de Sant Antoni Abat, impidió la participación de los miembros de la Cofradía del Cristo Yacente en diversos de los actos religiosos programados.
Desde la cofradía explicaron que hace unos meses se vieron «con los 'bombos' en la calle, literalmente, ya que sin previo aviso se nos echó de nuestra sede social, el hogar parroquial. Tanto los tambores como la documentación fueron 'tirados' en una esquina de la subida del campanario». Posteriormente, según su versión, y cuando intentaron organizar los actos de la Semana Santa, «el sacerdote nos comunicó que quedábamos excluidos de la celebración del Domingo de Ramos, los Cantos de la Pasión del Jueves Santo y del Encuentro de Resurrección del Sábado Santo, por la tarde».
Las explicaciones recibidas para esta exclusión, según ellos, «fueron tan escuetas que ni siquiera existieron, no se nos dio ni una sola razón de esta decisión que él mismo tomó». Recordaron que sacan a la luz esta situación una vez que ha finalizado la Semana Santa para reivindicar su derecho a poder celebrarla «con dignidad». Finalmente, manifestaron su esperanza de que el sacerdote «recapacite y nos dé las explicaciones pertinentes ante dicha negativa».
Por su parte, el sacerdote explicó a LAS PROVINCIAS que tomó esta decisión de excluirlos de algunos actos de la Semana Santa por el uso inadecuado que en su opinión hacían del local parroquial, que, recordó, es propiedad del Arzobispado: «Conectaban muchas cosas a la luz (neveras, congeladores) pese a que el sistema eléctrico tenía que cambiarse. Estaban allí toda la Semana Santa sin salir. Lo tomaban como si fuera el casal de una falla. Además, yo ponía precintos donde no era conveniente entrar y ellos los quitaban y en otra ocasión me encontré con que habían puesto un candado». Recordó que hace pocos meses decidió cambiar la cerradura del local para impedirles el acceso a este espacio por este uso que él consideró inapropiado. Negó rotundamente que les dejara los bombos en la calle, sino que lo llevó al campanario para que se los llevaran posteriormente.
De este modo, decidió que no participaran en estos actos. Sí les permitió que participaran en algunos pese a que su intención inicial era prohibirles la asistencia a cualquiera de ellos, «pero como mis superiores me lo pidieron, les dejé. El traslado de su imagen no se lo iba a negar». En este sentido, agregó que hubo miembros de la cofradía que trataron «de poner a mis superiores en mi contra».
El sacerdote añadió que puede haber una motivación política en la mala relación con la cofradía por parte de algunos de sus miembros, «porque les molesta que yo sea amigo de la alcaldesa (Juani Clos, del PSPV). Yo soy amigo de quien me da la gana», sentenció.
También explicó que le han llegado quejas de vecinos «porque tocaban el tambor a altas horas de la madrugada». Se mostró molesto porque hay miembros de la cofradía «que se creen con derecho a dar el carné de quien es miembro de la parroquia» y que se ha encontrado, en algunos miembros de la cofradía, una actitud «desafiante». Lamentó que durante la Vigilia, los miembros de esta cofradía estuvieran celebrando «actividades paralelas».
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