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¿Quién es Salu Catalá?

¿Quién es Salu Catalá?

Cuando perdió a su hijo con cinco años entendió que no tenía sentido mantener una vida de comodidades. Quería hacer algo por los demás y descubrió su vocación tras sufrir una amiga cáncer de ovario. Desde entonces ayuda a las pacientes oncológicas a conservar la autoestima, un paso indispensable hacia la curación

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Lunes, 2 de enero 2017, 20:01

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Salu Catalá no es médico, tampoco enfermera, ni siquiera psicóloga, pero se ha convertido en el principal apoyo para muchas mujeres con cáncer. Desde su ventana privilegiada a la calle Xàtiva escucha, empatiza y aconseja. Es asesora de estética oncológica, una profesión algo desconocida en España que ya tiene mucha importancia en otros países de Europa o Estados Unidos. Ha conseguido unir sus dos pasiones, la estética y la ayuda a los demás, y lo ha transformado, no sin esfuerzo, en su proyecto de vida. Pero Salu Catalá es algo más: una persona de fuerza increíble que irradia una serenidad inusual para los golpes que la vida le tenía preparados.

-Se dedica a ayudar a las pacientes oncológicas para que se vean bien, a cuidar la parte física. ¿Qué importancia tiene en la recuperación?

-La autoestima de vernos bien nos da el 90% de la fuerza para recuperarnos. Así que lo que intentamos hacer es que tengan la información de lo que les va a ocurrir y en qué momento, dependiendo del tratamiento, la caída del pelo, la piel, las uñas, las pestañas He ido a muchos hospitales de voluntaria, hemos hecho talleres, actividades, asistimos a congresos, y ahora parece que cada vez más médicos ven la importancia de cuidar el aspecto físico como parte del tratamiento.

-¿Cómo llega a interesarse por esta profesión, tan desconocida en España?

-Soy de Biar y allí era funcionaria de servicios sociales. Me casé muy joven y tuve un hijo que se murió a los cinco años por una cardiopatía. Vivir una situación extrema te hace cambiar, así que dejé una vida muy cómoda y me vine a Valencia. Siempre me había gustado el tema de la estética y me iba bastante bien con un centro que monté. Sin embargo, una amiga mía pasó un cáncer de ovario y, aunque ella está perfecta a día de hoy, me impactó enormemente ver el deterioro físico que sufrió. En aquel momento fue como si me hubieran dado un golpe en la cabeza y entendí que me tenía que dedicar a la estética oncológica.

-Usted ha vivido una situación límite, la pérdida de un hijo, que hace que pueda entender a quienes pasan por una enfermedad como el cáncer. Supongo que habrá muchas historias entre estas cuatro paredes.

-Muchísimas. Ves parejas que se rompen, otras que se quieren todavía más. Recuerdo a una chica que estaba embarazada de cuatro meses y que marcó mucho mi vida porque después de nacer su hijo, ya recuperada, todos los años me manda una felicitación. También a aquella adolescente a la que se le caía un pelo precioso, largo, a mechones, y no paraba de repetir que se quería morir. A gente que lo quiere ocultar, que tiene problemas en el trabajo... La palabra cáncer causa una vorágine de sentimientos que cuesta mucho controlar.

-El miedo a la muerte parece sacar lo mejor y también lo peor de cada uno.

-De hecho, dicen que cuando alguien pasa una enfermedad como ésta ya no es la misma persona. Es algo muy extremo que te permite ver dónde están tus amigos, la gente que te quiere, con quién puedes contar, y desde ese momento enfocas la vida de otra manera.

-Es difícil no empatizar, y luego hacer ese ejercicio de desconexión.

-Tanto me involucré en mi proyecto, me dejé llevar de tal forma por los sentimientos, que se convirtió en una absoluta prioridad. Ahora estoy haciendo una labor para poner las cosas en su justa medida, y eso que siempre me he considerado una persona que sabe desconectar.

-¿En qué momentos se siente más lejos del trabajo?

-Tengo muchas aficiones, me gusta correr, andar, leer y cocinar. En mi casa teníamos una carnicería, somos cuatro hermanas y mi madre los viernes y sábados nos dejaba el arroz medio preparado porque ella tenía mucho trabajo. Siempre debíamos ayudar después del colegio. Cocinar es algo que me relaja muchísimo y me encanta hacerlo para los amigos, porque como ahora vivo sola, me da pereza en el día a día. Además, comer me fascina. Estoy en un grupo que se llama la cultura del almuerzo, voy a catas de vino

-¿Cómo lleva la soledad?

-Tiene cosas muy buenas, hay días en que me paso horas hablando y cuando llego a casa sólo me apetece ver algo que pongan en la tele y descansar. Sin embargo, disfrutar de la vida con alguien compatible es bonito. Ahora mismo intento estar bien conmigo misma, tengo muchos amigos, así que salgo mucho y disfruto.

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