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La Navidad de Mayrén: Nieve en Saint Moritz, conciertos en Viena y sopas con pieles de pollo en Casa Caridad
Las fiestas que organizaba en Unicef, las visitas a niños hospitalizados para darles regalos, la casa decorada y el cocido de Navidad. Mayrén Beneyto ha intentado mantener unas costumbres heredadas de una familia tradicional, trufada de viajes, conciertos y mucho glamur
«Un rosbif rosado con salsa, un consomé colado veinte veces, unas croquetas famosas con la receta de la cocinera de mi madre...». Mayrén Beneyto va enumerando el menú de Nochebuena, que ha querido mantener inmutable para intentar preservar las tradiciones que tanto ama en una familia que, como la mayoría, es muy cambiante. «Las separaciones matrimoniales hacen que las personas que se sientan a la mesa sean distintas, pero mi casa siempre ha sido un lugar donde todo el mundo es bienvenido». Y eso quiere decir que han ido apareciendo con los años hermanos, familia política, novios y novias de hijos y nietos. «En Nochebuena podemos ser treinta o cuarenta personas».
Retrocedemos unas décadas hasta la infancia de Mayrén Beneyto, aquella niña de los moños que en el colegio era el borreguito en la función navideña, que iba con su padre, director de Radio Nacional de España, a repartir juguetes para los niños que estaban ingresados en el hospital en Nazaret. Las pisadas de los camellos han quedado grabadas en su memoria, pero también el cocido de su abuela alcoyana, que ha mantenido casi invariable. «Lleva pelota, un arroz con costra, y los ingredientes típicos del puchero de Nadal valenciano». Esta semana ha hecho su primer cocido de los muchos que hará de aquí al final de la época navideña, en este caso porque una de sus nietas viaja a Japón hasta el mes de marzo. «No podía quedarse sin su cocido», asegura Mayrén.
Es martes, 5 de diciembre, y en casa de Mayrén hay mucho movimiento. Varios nietos van a comer, aprovechando el cocido de la abuela que les gusta tanto. Se ven enormes los gemelos al lado de su abuela. Son hijos de Alfonso Manglano, el hijo mayor de Mayrén, que tuvo familia numerosa con Eva Marcellán, de quien se separó hace unos años.
Las Navidades le recuerdan también a su época al frente de Unicef, cuando organizó una gran fiesta el día de Nochebuena y a la que acudieron miles de niños. Para la historia queda la imagen de Mayrén subida a una carroza junto al entonces alcalde de Valencia, Ricard Pérez Casado. O cuando, junto a Melchor Hoyos, comenzó a llevar regalos a los hospitales. «Recuerdo una niña gitana que me dijo llorando que era su primera muñeca. O aquel niño que se comió unas galletas con el papel de aluminio incluido». Ni siquiera sabía qué era aquello brillante.
Con Rita Barberá, ya de concejal, iban en Navidad a Casa Caridad a cantar villancicos, y más de una vez se quedó a comer. «Todavía me acuerdo de una sopa que llevaba un pellejo de pollo, con el asco que me da... Me lo tragué, claro». La alcaldesa también iba en Nochebuena a celebrarlo con la Policía, pero Mayrén se reservaba esa noche para su familia. Cuando era pequeña la casa donde se juntaban siempre era la de sus abuelos, donde se mantuvo la tradición de las 'estrenas' hasta aquella ocasión en que su abuela olvidó dónde había escondido el dinero y se pasaron media noche buscando. La socialité siguió con la costumbre tan valenciana de dar estrenas a los nietos «hasta que ya son demasiado mayores».
Pero la Navidad ha significado además viajes a la nieve, con una primera etapa en Saint Moritz cuando estaba casada con su primer marido, y posteriormente a Baqueira, donde tenían una casa. «Íbamos con la familia Suñer, y recuerdo que subíamos en trineo a las pistas». Nunca le ha gustado demasiado esquiar, pero sí el 'après-ski', siempre luciendo la última moda, también en la nieve, en un entorno muy exclusivo. «Allí nos encontrábamos con Ira de Furstenberg». Después llegó Baqueira Beret, donde tenían una casa que posteriormente pasó a manos de la familia Suñer. «Estaba muy cerca de la que usaban los Reyes en sus visitas a las pistas», asegura Mayrén, que se encontró muchas veces con ellos. «A la Reina Sofía la conocí muchísimo en mi etapa en el Palau de la Música».
Después de su divorcio siguió viajando con sus hijos a la nieve, aunque sus Navidades cambiaron muchísimo. «Con mi segundo matrimonio pasé días de Navidad metida en el hospital Peset por las guardias». Con Ramón Almazán, su actual marido, llegó de nuevo el glamur, aunque en este caso se trasladó a los auditorios y salas de conciertos. «Nos invitó Bareinboim a asistir al concierto de Año Nuevo en Viena y fue maravilloso», asegura Mayrén, que recuerda cómo no paraban de hacerles fotos porque estaban sentados al lado de la mujer del director que se encargaba de dirigir la orquesta en aquel 1 de enero. «Fue un sueño».
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