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Miriam Blasco: «No me motivó ganar más medallas. Hay que mirar hacia delante»

Fue senadora doce años, cuatro diputada, y califica de muy positiva la experiencia, sin embargo le queda la mancha de haber votado en contra del matrimonio igualitario, algo que ahora no habría hecho. Su pareja es Nicole Fairbrother, con quien se enfrentó en la final de las Olimpiadas de Barcelona

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Lunes, 22 de febrero 2021, 01:28

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Hace frío incluso en Alicante, a pesar del sol. Las terrazas de la Explanada empiezan a recoger a las cuatro y media y apenas hay gente calllejeando por un paseo que siempre estuvo lleno de turistas, incluso en invierno. Miriam Blasco ha elegido el lugar para la entrevista y a continuación reconoce que le encanta vivir cerca del mar; ella, que nació tierra adentro, se ha adaptado perfectamente al Mediterráneo, aunque en su carácter algo cerrado, con silencios y respuestas cortas y a la vez sinceras, todavía quede mucho de sus orígenes. Llega antes de hora, sin apenas maquillaje, vestida informal y con una serenidad en los ojos que llama la atención. Con 57 años, ha encontrado el equilibrio vital que ser deportista de alta competición no suele ofrecer, quizás sea porque siempre se ha considerado una persona positiva que no mira atrás. Solo los periodistas con preguntas le animan a ello.

-¿Qué hace ahora?

-Disfrutar de la vida. Colaboro con una asociación que se llama Acomar que ayuda a gente que vive en la calle, donde soy una voluntaria más. Voy un día a la semana y hago bocadillos, o lo que haga falta. Además, doy clases un día a la semana en el club de judo Miriam Blasco. Por otro lado, me estoy formando en temas de crecimiento personal, doy conferencias, master class, leo, viajo, escribo, hago deporte, paso tiempo con la familia… estoy muy tranquila.

-¿Qué escribe?

-Poesía. Siempre me ha gustado y mi padre era rapsoda, daba recitales y se te ponía la piel de gallina al escucharle. Desde pequeñas nos lo inculcó y nos encantaba oírle.

Blasco reconoce saber «hasta dónde quería llegar en cada etapa».
Blasco reconoce saber «hasta dónde quería llegar en cada etapa». TXEMA RODRÍGUEZ

-¿No es ahora el judo su prioridad?

-No. He hecho muchas cosas, pero creo que he sabido llegar hasta donde quería en cada etapa y antes de estar cansada de no tener la motivación suficiente, he sabido cambiar.

-Si miramos atrás, empezó muy joven en el judo. ¿En qué momento pensó que podía ser más que una actividad extraescolar?

-Empecé a competir en judo con ocho años. Mi padre nos apuntó dos aquí, dos allá -tiene ocho hermanos-, y a mí me tocó judo. Me gustaba, pero tampoco sabía lo que quería. Fue al llegar a Alicante desde Valladolid cuando me tomé más en serio la competición.

«Nunca quise ser una mujer florero. Aunque me dé vértigo, quiero aportar»

Las lágrimas del campeón no siempre son de alegría. Cuando Miriam Blasco ganó en la final de judo en las Olimpiadas de Barcelona 92 a la que años más tarde se convertiría en su pareja, Nicole Kim Fairbrother, su llanto era de rabia contenida, de una mezcla de amargura y liberación. Esta pucelana criada deportivamente en Alicante escribía su nombre en letras de oro en la historia del deporte español, pero aquellos días no lo pasó nada bien, porque su entrenador, Sergio Cardell, se había matado en un accidente de moto un mes antes subiendo el puerto de la Carrasqueta. «Solo quería terminar para volver a casa», ha llegado a decir. Miriam Blasco se enfrentó al sueño olímpico con el objetivo de demostrarle a Sergio, allá donde estuviera, que había valido la pena los años que le dedicó. «Él fue quien me convenció de que podía ser campeona». Han pasado ya casi tres décadas y Miriam Blasco sabe que aquella medalla cambió su vida para siempre.

-Vivió momentos duros, pero la retirada, que llegó después, también suele ser un momento difícil de gestionar. ¿Fue su caso?

-Yo lo pasé mal, por la muerte de Sergio, por la muerte de mi padre sólo un año después, porque me separé y también por la depresión postmedalla; cuando llevas cuatro años de tu vida preparándote para algo, dices: «¿ahora qué? ¿Qué me va a motivar tanto para que yo siga, cuando estoy arriba de la montaña?». En aquel momento me ayudó mucho ser entrenadora.

«Los deportistas tienen que saber perder y saber ganar», recuerda Miriam.
«Los deportistas tienen que saber perder y saber ganar», recuerda Miriam. TXEMA RODRÍGUEZ

-Hay deportistas a los que les cuesta poner las energías en otra actividad sabiendo que es complicado volver a ser el número 1 en algo.

-Hay que darle la vuelta a la tortilla de una forma u otra. Yo lo conseguí, me siento privilegiada porque no es fácil ganar una medalla y porque además hay que mirar hacia adelante. Los deportistas tienen que saber perder y saber ganar, porque es parte de la vida. Y quedarse con lo bueno.

-Usted no lo intentó de nuevo.

-Yo quedé campeona de Europa, del mundo y olímpica, pero ya no quería volver a serlo. Y admiro mucho a Rafa Nadal, o Isabel Fernández, gente que ha seguido triunfando. No era a lo que yo aspiraba. Lo había conseguido, no me motivaba volver a ser lo mismo. Fui entrenadora de medallistas olímpicas y tampoco quise volver a ser eso. Estuve en política y me marché cuando cumplí objetivos, y ahora me encuentro en una etapa de mi vida en la que quiero viajar, dedicarle tiempo a mi familia y ayudar.

-Hace poco reveló que su rival en aquella final se convirtió en su pareja.

-Barcelona 92 fue muy importante para las dos. Aunque ahí no empezara nada, nos pareció siempre curioso, es algo que forma parte de nuestra vida. Incluso hicimos un cambio de anillos. Yo tengo la plata, ella el oro (y enseña su anillo).

-Usted estaba casada. ¿Fue difícil de gestionar el tener posteriormente una pareja que era mujer?

-Sí, porque cuando tienes sentimientos que no reconoces es complicado, hasta que llegas a entender qué pasa.

«Barcelona fue importante para las dos, aunque allí no empezara nada»

-Como mujer y deportista ha sido un referente. ¿También en sus circunstancias personales?

-Nunca quise serlo en ese aspecto, porque siempre he pensado que mi vida privada es mi vida privada. Nunca he querido que me etiqueten. Me enamoré de una persona y, en este caso, era una mujer. ¿Puede ayudar a alguien por el hecho de que se sepa? No sé de qué forma, porque cada uno tiene que gestionar lo que siente y cómo lo vive en el entorno que tiene.

-Cuando estuvo en política votó en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo. Alguna vez ha dicho que se arrepintió.

-Me pesó mucho. No voy a explicar las circunstancias porque parece que me quiero quitar culpa. Lo hice y no puedo volver atrás. ¿Ahora no lo haría? Seguramente no.

-¿Recuerda el día que le dijeron si quería entrar en política?

-Sí, fue Eduardo Zaplana, por una comida que tuvimos los campeones olímpicos con José María Aznar. Había mil problemas en el deporte y cuando me preguntó le hablé de todas las cosas que habría que cambiar. Y me dijo: «¿por qué no lo haces tú?».

-¿Por qué dijo que sí?

-Hablé con mi hermana Carmen, que es profesora de Derecho en la Universidad de Valladolid, y le pregunté qué podía hacer en el Senado. Nunca he querido ser un florero, si entro en un sitio es para aportar. Además, yo soy de las que, aunque me dé vértigo, tiro adelante. Me dijeron que no había compromisos, no me tenía que afiliar al partido, y dije: «por qué no». Era como un reto: en cuatro años conseguir todas esas cosas que yo sabía que se podían mejorar. Y estuve dieciséis.

«Vivir tantos años con la adrenalina de la competición nos hace buscar retos»

-¿Qué le ha quedado de vivir la alta competición?

-Plantearse retos que, además, nos motivan para entrenar. Ya sea para hacer un viaje en bicicleta por Vietnam, para completar el Camino de Santiago o subir al Annapurna. El haber vivido tantos años con la adrenalina de la competición ha hecho que nos busquemos retos que nos generen la misma motivación. Me hace sentirme viva.

-¿Qué le diría a una deportista que empieza, que sueña con ser como usted?

-Que trabaje mucho, que se divierta. Querer ser campeona es luchar por lo que quieres, no solamente para conseguir una medalla, también para ser científica o cualquier cosa en la vida. Hay mucho de entrega y sacrificio, sea hombre o mujer, aunque en esto en muchos aspectos a nosotras nos toca luchar más todavía.

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