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La casa de María Blasco

La casa de María Blasco

Bajo la identidad ‘rojo valentino’ que arrasa en la red se oculta una mujer apasionada por la combinación de estilos. Busca el contraste de colores y tiene en la pared de ladrillo cara vista del comedor su gran apuesta personal

ELENA MELÉNDEZ

Sábado, 22 de abril 2017, 23:27

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El nombre de María Blasco quizá no les suene de nada, pero si cito su blog -Rojo Valentino- para las lectoras asiduas a las redes sociales la cosa cambia. La propietaria de nuestra casa de hoy estudió Derecho y empezó a preparar oposiciones para secretario judicial. Sin embargo, decidió dejarlo tras un tiempo y, al atravesar un momento vital más relajado, se montó el blog y también una pequeña empresa de eventos. Con la llegada de su primer bebé se centró en el blog y en su cuenta de Instagram, que ya acumula cerca de 25.000 seguidores: «Lo llamé Rojo Valentino porque son mi color y mi diseñador favoritos, y además el rojo me caracteriza. Es un blog de estilo de vida. A veces hablo de moda, de recetas, decoración, looks personales... Es un reflejo de mi mundo y además desde hace casi tres años se ha convertido en un medio de vida», explica María.

Su acogedora casa familiar se abre luminosa en una finca rehabilitada en pleno corazón del barrio de Ruzafa. «La compramos cuando estaban acabando de actualizarla. Supimos de ella a través de un amigo cuyo padre es arquitecto y sólo quedaba esta. Justo en ese momento nosotros estábamos buscando y todo encajó», recuerda. Aunque no pudieron decidir mucho, sí que tuvieron la opción de escoger algunos detalles, como el ladrillo cara vista en la pared. «Queríamos que contrastara con el blanco, y por ello dejamos el tono original. Justo en la pared se conserva el agujero donde iba metida una de las vigas. Me gusta el acabado natural; ahora lo intentan emular, pero no es igual. Fuimos de los pocos de la finca que lo mantuvimos».

En principio no quería que la cocina estuviera conectada con el salón, pero un amigo decorador la animó a dejarlo abierto con el fin de aprovechar la luz natural. «Ahora me alegro mucho de haberla mantenido así. Me preocupaba que toda la casa oliera a comida cada vez que cocináramos, pero lo solucionamos con una buena campana extractora». María tenía decidido que una de las paredes de la cocina luciría un color más intenso que las otras. En principio pidió sólo el frontis, pero se equivocaron y lo pusieron entero. Al ver el resultado le gustó y lo dejó tal cual. «Es una baldosa gris. Pensamos en un verde eucalipto, pero terminamos yéndonos a un tono un poco más oscuro. Proporciona una atmósfera muy acogedora a una de las estancias de la casa donde más tiempo pasamos».

En cuanto a la decoración, confiesa que le atrae mezclar estilos y que no tiene una apuesta muy definida. «La cómoda me la regalaron y aporta un punto étnico. Me gustan las casas eclécticas y con personalidad. No me va el minimalismo ni el blanco total para mi hogar, prefiero los espacios más vividos». En la pared de ladrillo acapara el protagonismo una gran pieza en hierro con forma ovalada. Sobre la mesa del salón, una lámpara blanca de grandes dimensiones dota de luz puntual a la mesa de comedor. Una pequeña caja rústica con ruedas alberga un juego de mantas en la zona de la televisión. Sobre la cómoda reposa una máquina de escribir antigua que regalaron a su marido, que adquiere el estatus de pieza de culto, y sobre un pedestal de madera se alza una gramola original regalo de sus padres, depositada sobre un pedestal de madera. «Me gusta que las casas reflejen la personalidad de los propietarios», subraya. En distintos puntos del hogar se aprecian plantas de eucalipto. «Me encanta. Cuando se seca queda muy bonito, y además aguanta muchísimo. Es una buena manera de dar frescura y un toque de color a determinadas zonas de la casa».

La llegada del bebé se ha hecho notar en la vivienda. María, que confiesa ser una maniática del orden, ya tiene previsto introducir algunos cambios para adaptar la casa a las nuevas etapas que irá cubriendo su hijo. «Hasta el último momento no escogí la habitación infantil -comenta-. Quería algo dulce pero no ñoño, ahí si que me salté mi norma y escogí todo blanco. Creo que no es la típica habitación de bebé y además, con excepción de la cuna, el resto de piezas se pueden reutilizar en la casa».

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