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Las hermanas marfil posan durante la entrevista. Damián Torres
En familia con Begoña y Paloma Marfil

En familia con Begoña y Paloma Marfil

Los ocho años que las separan quedan diluidos por la conexión que siempre ha existido entre estas dos hermanas trotamundos y aventureras. Aunque adoran viajar, pocas veces se separan e incluso viven en la misma finca

elena meléndez

Valencia

Viernes, 13 de octubre 2017, 08:00

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Un apellido puede a veces marcar la existencia de una familia al completo. La de ésta concretamente arranca el día en que Manuel Marfil decide empezar a coleccionar piezas de este material, dejándose así llevar por el dictado de su estirpe. A continuación conoce a la que será su mujer, María José Tallada, cuyo apellido hace referencia a la forma de trabajar el noble material. Y el tercer momento llega cuando, tras dedicarse al comercio con frutas o el sector inmobiliario, toma contacto con el mundo de la joyería, iniciando así una trayectoria que ha llegado a sus tres hijos.

La historia la relatan Begoña y Paloma Marfil con un deje de orgullo en la voz. De su padre, además, destacan el don de gentes innato, así como una capacidad socializadora que le lleva a conectar con el resto de personas. «Además, es muy presumido, muy señor. Se hace a juego las botonaduras con los gemelos. Él no concibe que una mujer vaya sin pendientes, a nosotras no se nos ocurre ir sin ellos por si acaso nos lo encontramos», confiesan. Begoña, la mayor de las hermanas, ha heredado parte del carácter paterno. Al terminar el colegio estudió Empresariales y Marketing antes de comenzar a trabajar en una importante farmacéutica durante varios años. Tras tener a sus dos hijos la conciliación se hizo complicada y decidió dejarlo todo para embarcarse en el negocio familiar. En el caso de Paloma, por su parte, la afición por la artesanía y el trabajo manual le viene de niña. Estudió Gemología, formación en diamante y tasación de joyas.

Los ocho años que las separan se difuminan gracias a la buena conexión que existe entre ellas, una sintonía que adquirieron de adultas. «Mi hermana me llevaba firme, más que mi madre. Sobre todo a la hora de comer. Era estricta en todo lo que tenía que ver con la educación en la mesa. Pero un día quería que me comiese un plato de espaguetis y le planté cara. Ahí se equilibraron las cosas», recuerda Paloma. Begoña, por su parte, aún tiene grabada la imagen de niña de su hermana menor, que era un poco trasto y una auténtica apasionada de los animales. Un amor que la ha llevado a acoger en casa dos malteses y un acuario lleno de peces. «No tiene más porque con los dos niños ya no le queda espacio, pero si no habría montado un zoo», reconoce Begoña.

Padres e hijos

  • Educación Paloma y Begoña destacan la importancia de la educación y los valores que les dieron sus padres y que ellas han replicado en sus propios hijos; especialmente Begoña, que ya tiene dos adolescentes en casa. «Fue todo muy natural, mis padres predicaban con el ejemplo y hablábamos mucho las cosas, no se oía un grito. Me ha llegado a pasar que en un restaurante una señora se levante para felicitarme por lo educados que son mis hijos. Tener buenos modales debería ser lo normal».

De entre todas las experiencias de su infancia y juventud, destacan los largos viajes que realizaron en familia y que las llevaron a conocer Bali y Tailandia hace unos 25 años, cuando no eran destinos muy explotados. El primer desplazamiento de las dos juntas tuvo como destino la India para asistir a una boda. «Fue una experiencia muy bonita. Visitamos las zonas mineras donde se extraen las gemas, montamos en elefante, nos hicimos los saris típicos para el enlace...» El espíritu de trotamundos contagió a las dos hermanas, convirtiendo a Paloma en una aventurera que, en cuanto dispone de dos días libres, se lanza con algún trayecto. «Tengo pendiente Nueva Zelanda. También África. Aunque he estado dos veces, quiero volver con mis hijos para que lo conozcan».

En el caso de Begoña, este carácter intrépido lo canaliza a través del intercambio de casas, pues ha permutado su apartamento de la playa por estancias en Escocia, Austria o Irlanda. «Este verano estuvimos dos semanas en París y el próximo destino será Islandia. Siempre me muevo con mi marido y mis dos hijos. Viajar así te da la oportunidad de conocer el país a fondo». ¿Y no surgen los roces entre hermanas trabajando juntas todo el día?, me intereso. «Nos conocemos muy muy bien, vivimos en la misma finca y convivimos cada jornada. Cada dos o tres meses discutimos una vez por cosas muy tontas. No nos hablamos en un par de días y luego lo arreglamos», reconocen entre risas.

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