Cuchita y Begoña Lluch: «El cierre de Begoístas fue muy duro para las dos. Hemos llorado mucho»
La digestión del fracaso de su proyecto más personal ha costado, pero las dos hermanas miran atrás con paz. «Me he perdonado», dice Cuchita, mientras Begoña cree que, «una vez superado el dolor, la magia del caos me ha permitido crecer»
Cada una a su manera, Cuchita y Begoña Lluch han venido a este mundo a nunca dejar que otros vivan por ellas. Ellas han nacido ... para ser protagonistas, para brillar. Cuchita es líder, Begoña rompe esquemas. Cuchita es carismática. Begoña creatividad pura. Pero el camino no ha sido fácil. Cuchita es la hermana mayor que ejerció de segunda madre con aquella niña que llegó a su vida cuando tenía cuatro años, y que hacía muchas de las cosas que ella no se atrevía a hacer. Al mismo tiempo, Begoña encontró en Cuchita el apoyo que necesitaba para volar. Esta historia es el vínculo irrompible entre dos hermanas que han estado demasiado tiempo separadas, que ahora disfrutan de cada momento en común. Que han tenido que atravesar una experiencia muy dura que ha puesto a prueba su relación. Y que ha salido fortalecida.
-¿Cómo están ahora?
-Cuchita Lluch. Estoy en un momento de felicidad plena; llegar a los 60 me ha hecho entender la vida tan bonita que he vivido y la que me queda por delante. Es una edad de madurez y conocimiento, porque todas las cosas que te van pasando en la vida, sobre todo en los últimos tiempos, me han enseñado mucho. Estoy en un momento muy bello y con mucha tranquilidad y paz interior.
-Begoña Lluch. Me levanto por las mañanas con mucha paz, mucha alegría y con unas ganas enormes de empezar el día. Crear Begoístas fue muy intenso, cerrar Begoístas lo fue también. Ahora todo se ha vuelto a ordenar, y uno de los factores es que mi hijo Vicente ha vuelto a casa. Tengo dos hijos, Vicente y Lolita, y Vicente sólo llegó a vivir en Valencia seis años de su vida. No me daba cuenta de cuánto me desestabilizaba no tener a Vicente cerca, y ahora que ha vuelto, esa sensación de cerrar los ojos por la noche y saber que ahí están los dos me encanta. Lo disfrutaré mientras dure, porque sé que tiene un final... (ríen).
Begoístas fue el proyecto empresarial en el que se implicaron las dos hermanas, que permitía tener un menú a domicilio con la filosofía que ha defendido Begoña en una larga trayectoria como chef: convertir el alimento en medicina. El proyecto no tuvo éxito, y las dos son muy sinceras en su balance.
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-¿Qué les ha enseñado tener que cerrar Begoístas?
-B. Ll. Asumes que como tú eres capaz los demás también lo son, pero no es así. Cuando yo hablaba de nutrición inflamatoria, un periodista me preguntaba qué era eso. Aprendí además que el tiempo que tiene que procesarse el proyecto en la mente del cliente es algo que no se puede acortar. Esta semana dos mujeres me han escrito que les hubiera encantado probar Begoístas.
-C. Ll. Nos dieron premios, nos nombraron entre las 50 mujeres más creativas de España, pero creo que llegamos demasiado pronto. Además, yo he aprendido que la parte económica es fundamental, y que al final estás tú sólo frente al abismo. Lo que falló no fue el proyecto personal de Bego, sino el empresarial, y ahí era donde estaba yo. No lo supe hacer.
Amor por la gastronnomía
Las dos hermanas vienen de una familia de la burguesía valenciana, vinculadas al mundo de las Fallas y, sobre todo, a la gastronomía. Cuchita ha sido presidenta de la Academia de Gastronomía Valenciana y Bego es chef y empresaria, ahora con su proyecto más personal para ayudar a las personas a que el alimento sea su medicina.
-¿Lo asume de esa manera?
-C. Ll. Claro que sí. Me he analizado y me he perdonado, porque salir de la historia de Begoístas ha sido muy duro para las dos. He llorado mucho, he necesitado mucho psicólogo. La digestión ha sido muy dura, y la suerte que he tenido es que he podido salir, y que no me ha arrastrado económicamente.
-B. Ll. Una vez superado el dolor, para mí ha sido la magia del caos, porque sin caos no hay crecimiento. Begoístas es ahora un programa tutorizado, porque no sólo es que creo en el proyecto, sino que es algo que me define. Esta misma semana he recibido tres llamadas de tres mujeres que me han impresionado. Que me han dicho que tienen más fuerza, creen más en ellas mismas, elevan más su voz, se atreven a hacer cosas. Todo a través de la alimentación.
-¿Su vínculo se ha mantenido?
-C. Ll. Míranos. Nos queremos con locura. Bego era para mí mi muñeca. Me he reído mucho con ella, la he admirado mucho, la he querido mucho y la he disfrutado mucho, siendo las dos muy distintas. Ella ha sido creatividad pura, el espíritu libre, y siempre hemos ido todos detrás de Bego, a ver qué decía, qué quería… (ríe).
-B. Ll. Yo he tenido dos madres y tres padres, porque he sido la pequeña. La que no quería ser promotora, sino cocinera, la creativa, la que quería ir por su cuenta.
Se fue y ha estado muchos años fuera.
-B. Ll. Estuve dos años estudiando en París, y con mi segundo marido viví en Madrid, y de ahí a Miami, a Palm Beach y regresamos a Valencia. A mí no me gustaba vivir en Florida, porque los valores en los que se basa la sociedad latina no tenían nada que ver conmigo, una mentalidad tan machista y materialista que no lo podía soportar.
-¿Es complicado tener las riendas de su propia vida?
-C. Ll. Mis padres nos han educado para ser las dueñas de nuestra vida, sin olvidar la época en la que estábamos viviendo, porque es muy bonito que estés casada y que seas mamá.
-B. Ll. De hecho, mi proyecto tiene que ver con esa búsqueda de bienestar a través de la nutrición, a la que ahora vamos a sumar en una segunda edición los conocimientos de una profesora de Harvard para ayudar a las mujeres a tomar las mejores decisiones financieras, que a veces tienen que ver con las emociones. Y que sepan que a los cincuenta todavía queda mucha vida por delante.
-¿Sus hijas ya no tienen esa mentalidad?
-C. Ll. Mi hija Carlota lleva años viviendo en Londres, y estoy muy orgullosa de ella porque está haciendo todo lo que a mí me hubiera gustado hacer. No tiene miedo. Yo, siendo muy libre, he sido una mujer que los ha tenido. A mí me ha costado ser absolutamente independiente.
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