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Quim Torra, durante el juicio. Afp

Torra se inculpa y convierte el juicio en un alegato a favor de la independencia

El presidente catalán afirma que la orden de la Junta Electoral de retirada de los lazos y la pancarta a favor de los presos era «ilegal»

cristian reino

Barcelona

Lunes, 18 de noviembre 2019, 08:43

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Quim Torra se convirtió hoy en el primer presidente de la Generalitat juzgado en el ejercicio de su cargo. Se sentó en el banquillo acusado de un delito de desobediencia por no haber retirado a tiempo las pancartas y los lazos amarillos a favor de los presos de las fachadas de los edificios públicos de la administración catalana durante la campaña de los elecciones generales del pasado 28 de abril.

Torra, como ya ha había hecho ante el juez instructor, se inculpó y admitió el delito que se le imputa. «Sí, desobedecí», afirmó. «Como presidente de la Generalitat, cumplí con mi deber, que es defender los derechos y libertades de mis conciudadanos», remató. Un argumento similar al que emplearon Artur Mas y Carles Puigdemont para saltarse la ley y celebrar sendas consultas ilegales en 2014 y 2017.

Torra argumentó que la retirada de la pancarta era un acto de censura y no podía admitirlo. «No voy a permitir nunca que los derechos y las libertades de la ciudadanía sean vulnerados ni pisoteados», avisó. El presidente catalán quiso pasar a la historia del independentismo como el dirigente que defendió la libertad hasta las últimas consecuencias, hasta el punto de estar dispuesto a ser condenado.

«Como presidente de la Generalitat, cumplí con mi deber, que es defender los derechos y libertades de mis conciudadanos»

Accedió a la Presidencia de la Generalitat hace año y medio y se fijó dos objetivos: restituir a Carles Puigdemont y hacer efectiva la república. Ninguno de los dos será posible. Con su inmolación, buscó la absolución no del tribunal, sino de su gente. De la historia, que diría Fidel Castro. Los tres últimos presidentes de la Generalitat han sido procesados por causas penales.

 «Visca Catalunya Lliure»

Sí aprovechó en cambio el juicio exprés celebrado ayer en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y que quedó visto para sentencia para hacer un alegato político a favor de la autodeterminación, para insistir en que en Cataluña hay un problema político y que en la España actual hay «presos políticos» porque un Estado reprime a una de sus partes por haber intentado ejercer la autodeterminación. «Podéis condenarme, pero no cambiaréis la voluntad del pueblo catalán ni mi compromiso con la república», afirmó solemne en su turno de última palabra. «Por defender las libertades y derechos de mis compatriotas, bienvenida sea la condena», señaló casi en forma de despedida, y avisó que durante los «meses» que siga de presidente no desfallecerá en defensa de la autodeterminación. Torra, que acabó su intervención con un «Visca Catalunya Lliure», acusó al tribunal de no ser imparcial y de buscar «alterar el panorama político catalán» y advirtió de que solo debe obediencia al Parlament.

Torra se enfrenta a una pena de 20 meses de inhabilitación. A su juicio, la orden que le dio la Junta Electoral de retirar las pancartas era «ilegal». Además, cree que este organismo no tenía la competencia para dictar esta orden y no es un órgano superior jerárquicamente al presidente de la Generalitat. Insistió en la tesis de que no iba a defenderse de nada, «sino a acusar el Estado» de «vulnerar sus derechos y los de todos los catalanes». Eso es lo que hizo. Acusó a la Junta Electoral de actuar de forma ilegal, de prevaricar, de amenazarle y de coaccionarle.

Torra solo respondió a las preguntas de su abogado y se negó a responder a la Fiscalía y a la acusación particular de Vox. «Desde que Pedro Sánchez dijo que la Fiscalía representa a los intereses del Gobierno, ha perdido toda neutralidad», remató.

Manifestantes en apoyo de Torra. EFE

Un baño de escasas masas para el president del Govern

Las comparaciones siempre son odiosas. Cuando Artur Mas acudió al TSJC, a ser juzgado por un delito de desobediencia, fue arropado por miles de personas. Unas 45.000, según las cifras que dio la Guardia Urbana. Fue un baño de masas en toda regla, con el paso del presidente bajo el arco del triunfo y el paseíllo hacia el palacio de justicia. La escena se repitió ayer. Pero el baño de masas no tuvo la asistencia de las grandes citas del secesionismo. En esta ocasión, poco más de varios centenares de personas le acompañaron en el tránsito entre el monumento y la sala de vistas del tribunal. Estuvieron, eso sí, todos los dirigentes de peso del independentismo: buena parte de sus consejeros, representantes de todos los partidos independentistas y de las plataformas de la sociedad civil. Pero público había más bien poco.

En el interior de la sala de vistas, la frialdad también presidió la escena. Torra compareció acompañado solo por su familia, el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, y un alto cargo de la Generalitat de su máxima confianza, Pere Cardús. La soledad lo decía todo. Incluso quedaron sillas vacías.

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