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Ximo Puig, durante el discurso. Efe

Ximo Puig arranca otra vez el año con la financiación como eje de su discurso

El jefe del Consell lamenta que el Gobierno de Rajoy no haya cumplido con los valencianos

A. RALLO

VALENCIA.

Martes, 2 de enero 2018, 00:04

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Los dos últimos discursos de Ximo Puig del día de Año Nuevo coinciden en las principales ideas. Un indicio de que sus demandas no se han cumplido, pero al mismo tiempo un síntoma de que el Consell no cuenta con un relato alternativo más allá de la constante reivindicación de fondos a Madrid.

El asunto capital del pasado ejercicio era la falta de financiación. En el mensaje de ayer, que por primera vez se difundió a través de À Punt, el presidente mantiene idénticas reivindicaciones. Todavía no se ha logrado las inversiones que la autonomía merece. Así, 2017 iba a ser el «principio del fin de la discriminación de la Comunitat». Sin embargo, 365 días después, el diagnóstico es el mismo y, además, impregnado de algunas circunstancias que amenazan con enturbiar una posible solución: el proceso independentista de Cataluña. Teme el presidente que la inestabilidad de la autonomía lastre las expectativas de mejora de las desigualdades entre las diferentes autonomías. Tesis que, por otra parte, comparten un buen número de dirigentes políticos.

El presidente de la Generalitat grabó su intervención desde el Salón de Cortes del Palau de la Generalitat. Quiso de esta forma reivindicar el papel de la institución, que este año cumple su 600 aniversario. Quizá fue la localización el cambio más significativo de un parlamento a otro. En diciembre de 2016, el jefe del Consell pronunció su discurso en la casa museo de Miguel Hernández en Orihuela.

La crisis territorial puede perjudicar directamente los intereses de los valencianos, aunque no todo puede ser Cataluña, aclaró Puig. El problema de la «insoportable desigualdad» deja a la Comunitat en el vagón de cola de las autonomías. Y el 'procés' no invita a la calma. Los resultados de los comicios del pasado 21-D perjudican los intereses de la región. Un triunfo «constitucionalista» habría allanado el camino para alcanzar un pacto entre las quince CC AA del régimen común. Cataluña habría abandonado cualquier tentación de unilateralidad y previsiblemente se habría avenido a un acuerdo con el resto de regiones para reformar el modelo.

Pero los resultados no ofrecen ese escenario como previsible. El horizonte presenta ahora muchos más matices e incertidumbres. La semana que viene comienza la entrega de actas de los diputados. Hasta finales de febrero no habrá nuevo Gobierno y será entonces cuando se incorporará un representante del Ejecutivo catalán a la mesa de negociación -el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF)- para pactar con el Gobierno y el resto de autonomías. «Deseamos una solución al problema de Cataluña, pero esto no puede distraernos», indicó ayer el presidente para fijar uno de sus objetivos.

No sólo lamentó las desigualdades entre habitantes de diferentes lugares sino el fenómeno que parece ejecutar el Estado, en una especie de «recentralización», con el objetivo de reducir la protección del Estado del Bienestar. Citó la paralización que se ha producido con la sanidad universal. El Tribunal Constitucional frenó una de las grandes medidas sociales del Gobierno autonómico.

Puig defendió en este arranque de año la «vía valenciana» como modelo para obtener éxito en las reivindicaciones. De tal forma que los valencianos han conseguido crear y mantener un «escenario de estabilidad, honradez y diálogo» -empleó las mismas palabras que el pasado año- que ha permitido que buena parte de las empresas que se han 'marchado' de Cataluña hayan elegido Valencia para establecer su sede. La creación de empleo -190.000 puestos de trabajo en esta legislatura- se ha conseguido pese a las carencias en la financiación que arrastra la Comunitat. La conclusión del Consell es que mientras los valencianos 'hacen los deberes', el Gobierno no cumple con la Generalitat.

Los lastres de la región

Esta llegada de inversiones desde Madrid se considera vital para la viabilidad económica del sistema valenciano. Ahora, la región subsiste con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Su desaparición supondría la quiebra. Los millones que el Ejecutivo debe a la Comunitat servirían para potenciar las posibilida des de los jóvenes en el mercado laboral o la mejora del sistema sanitario, según el argumentario de Puig.

Entre los retos que plantea el modelo actual, sobresalen la eliminación del copago en los medicamentos -el TSJ lo anuló, pero el Consell lo ha recurrido-, la dignificación de las infraestructuras sanitarias y la reducción de las listas de espera. Esta estadística resulta preocupante para la administración. Los últimos datos, correspondientes al mes de septiembre, señalan una demora media de cuatro meses. Todavía está pendiente de conocerse el balance del último trimestre del año.

Defendió el proyecto de la Generalitat para terminar con los barracones de los centros educativos y una enseñanza que pivote alrededor del valenciano, castellano e inglés. El dirigente comentó la necesidad de que se agilicen los pagos de la dependencia y no dudó en citar el cambio climático como uno de los retos del futuro. Terminó su intervención con la «indignación» que le genera el fenómeno de la violencia de género y de ahí la conveniencia del pacto contra la Violencia de Género, impulsado recientemente por la vicepresidenta Mónica Oltra.

Más allá del balance y las previsiones para el próximo ejercicio, el discurso de Puig no ofreció ningún gran plan de actuación en diferentes áreas. Fue más un resumen de lo avanzado hasta la fecha y los retos del futuro. Fijó los objetivos del Palau en tres puntos: «Trabajo, justicia social y una nueva financiación». El presidente de la Generalitat es optimista. «Lo mejor está por venir», concluyó.

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