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Esteladas a la venta de los puestos situados delante del estadio. Ignacio Pérez
¿Qué pasaría con el Barça en una Cataluña independiente?

¿Qué pasaría con el Barça en una Cataluña independiente?

Muchos aficionados culés ven la situación con incertidumbre: «Una liga solo catalana sería un fracaso para el club»

Carlos Benito

Viernes, 29 de septiembre 2017, 20:32

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Hoy es día de partido en el Nou Camp. El Barça recibe al Manlleu y espera reforzar su liderazgo en la liga, tras sus sonadas victorias de las últimas jornadas sobre el Blanes y el Granollers... Ya, ya, es broma, se trata solo de un ejercicio barato de fútbol-ficción para reflejar cómo se imaginan muchos el futuro del Barça tras la independencia: encajonado en una liga catalana sin grandeza ni emoción, con los ingresos mermados, ausente de competiciones internacionales y progresivamente despojado de estrellas. Más que un club, eso seguro, pero menos que el club que es ahora mismo.

La idea es acudir al Nou Camp en una tarde de partido para comprobar cómo ven los culés locales ese porvenir envuelto en incertidumbre, pero muy pronto queda claro que encontrar catalanes en la puerta del estadio no es el empeño más fácil del mundo. El Nou Camp es una babel casi inconcebible, un remolino blaugrana de emoción y comercio que absorbe a gentes de todo el planeta. Debajo del cartel de ‘Benvinguts’ hay una imagen panorámica del campo y las gradas abarrotadas que los visitantes usan como fondo de ‘photocall’: se ponen delante y levantan los brazos o cierran los puños como si acabasen de marcar un gol precioso, como si estuviesen a punto de recoger una copa, como si les hubiesen ingresado en la cuenta un salario de delantero centro. Es entretenido colocarse al lado e ir preguntando a los sucesivos modelos su lugar de procedencia: China, Reino Unido, otra vez China, Emiratos Árabes Unidos («hemos venido desde allí solo por el Barcelona», aseguran los dos muchachos), Rusia, Italia...

Forofos extranjeros esperan en el exterior del Nou Camp.
Forofos extranjeros esperan en el exterior del Nou Camp. Ignacio Pérez

Por las calles de alrededor se alinean los puestos de ‘merchandising’, con bufandas a quince euros y camisetas a treinta, aunque las de Neymar tienen cinco euros de descuento. «Para estos negocios, la independencia sería un desastre, pero yo creo que no va a pasar nada. Ni siquiera creo que se vaya a votar. Desde luego, una liga catalana sería un fracaso para el Barça», analiza Dani Moreno en su tenderete. Ay, ¿quién iba a comprar después esas bufandas de ‘Antimadridista’? El humilde mercadillo viene a ser una mota de polvo frente a las dimensiones cósmicas de la ‘botiga’, la tienda oficial, un universo de dos pisos donde se puede encontrar cualquier objeto barcelonizable: barajas de póker a 9,90, paquetes de chicles a 1,50, baberos a 3,90, figuras de acción de los jugadores a 39,90, maquetas de metal del estadio a 26,90... Hay familias orientales que acaparan camisetas con codiciosa desenvoltura, indiferentes a las etiquetas con los precios.

«En California también tenemos mucha gente que quiere irse»

Nelson Molina nació en El Salvador, vivió unos cuantos años en Guatemala y lleva cuatro décadas en California, y a lo largo de ese recorrido biográfico ha conservado un rasgo central de su personalidad: siempre ha sido «un fanático del Barça». Ahora las hijas le han regalado un envidiable viaje por Europa junto a su mujer, Sonia, y ha podido admirar algunas de las maravillas artísticas y paisajísticas del continente, pero la cumbre de las vacaciones le llega hoy: «Para mí, lo principal era visitar Barcelona y ver al Barça, estoy a punto de cumplir un sueño. ¡Hemos venido a mediodía y el partido es a las diez!».

Ayer ya hizo el tour por el estadio y posó para la correspondiente foto: «La enmarcaremos y la colgaremos en la sala», se resigna Sonia, acostumbrada a la acumulación de camisetas y bufandas en su casa. ¿Qué saben del referéndum catalán? «Cuando estábamos en Ginebra empecé a enterarme del problema y lo he seguido desde París, desde Londres... -relata Nelson-. En California también queremos mucha gente que quiere irse de EE UU, pero el país ya no sería lo mismo si se rompe».

Lo que no parece haber son catalanes... ¡Un momento! El rastro de una camiseta de la ‘senyera’ conduce hasta Jerónimo Sala, que se define como «catalán por nacimiento, argentino por adopción y español por obligación... de momento». Vivió 38 años en el país sudamericano y, si hoy está en medio de este extenuante deporte de cajas registradoras, es porque ha venido a visitarle un sobrino de allá y se está comprando media tienda. Jerónimo es independentista, por si no había quedado claro, y se plantea varios escenarios posibles tras la ruptura: «Yo espero que el Barça siga jugando la liga española o, si no, la francesa o la inglesa, porque a cualquier liga le interesa tener a este equipo. Pero lo importante no es con quién juegue el Barça, sino la libertad del país. La liga catalana sería improbable, no la contemplo, pero no me importaría jugar con el Mataró con tal de conseguir la independencia».

El Barcelona ha sido un club muy comprometido siempre con el catalanismo

A la entrada al estadio siguen llegando rusos, británicos, noruegos, japoneses. El autobús turístico se detiene justo delante y los ocupantes de la plataforma superior sacan un montón de fotos, como si el mundo estuviese muy necesitado de imágenes del Nou Camp. Un par de revendedores abordan, sin demasiado éxito, a toda esa gente de orígenes tan distintos y camisetas tan iguales. Al de más edad, colombiano, se le ve temeroso de una hipotética ruptura con España: «Si hoy no viene gente con el Eibar, imagínese con equipos de Tarragona. Además, dividir un país no es bueno, y dividir un país de la UE es todavía peor. En Colombia tuvimos a Pablo Escobar, que quería una república independiente de Medellín», evoca. Su compañero joven le corta: «Eso no va a pasar. Punto. No pueden cortarle las alas a un pájaro tan grande».

Jerónimo Sala, con su mujer y su sobrino venido de Argentina.
Jerónimo Sala, con su mujer y su sobrino venido de Argentina. Ignacio Pérez

Una hincha de 91 años

A dos señoras mayores que esperan el ascensor, con sus bufandas del Barça al cuello, no se les ve pinta de finlandesas, ni de kazajas, ni siquiera de estadounidenses. Adela Marco tiene 91 años y nació en Utrillas, provincia de Teruel. «Pero cumplí aquí los 10. He vivido y he comido aquí y soy catalana, barcelonista e independentista», se presenta, en una contundente andanada. Su amiga Guillermina García, una década más joven, vino al mundo en Huéscar, provincia de Granada, pero la trajeron a Barcelona con 3 añitos. Cuenta que se casó con «un catalán muy catalán» que, antes de morir, le pidió que no dejase nunca de ir al fútbol. Hoy, de todas formas, están aquí por el hockey, «porque el fútbol lo ponen a las diez, vaya horas», y mañana tienen previsto acudir «al ‘handball’, el balonmano», según explica Adela. «El 1 de octubre, si ponen las urnas, iremos a votar, y no te voy a decir qué voy a votar porque ya te lo he dicho», se ríe.

- Adela, ¿y usted qué cree que pasaría con el Barça en una Cataluña independiente?

-Me es igual. Continuará jugando donde sea. Aquí o allá no importa.

El Barça, siempre muy ligado al catalanismo, ha asumido un papel destacado entre las entidades que apoyan el referéndum. Tras las operaciones policiales de la semana pasada, emitió un comunicado en el que renovaba su «compromiso histórico con la defensa del país, de la democracia, de la libertad de expresión y del derecho a decidir» y condenaba «cualquier acción que pueda impedir el ejercicio pleno de estos derechos». Pero, en sus manifestaciones oficiales, siempre evita escrupulosamente el apoyo expreso a la independencia. En los accesos al Nou Camp, se comprueba que muchos aplaudirían a rabiar una postura menos contenida, aunque tal vez implicase cierta vocación suicida.

Nelson Molina posa con Adela Marco y Guillermina García.
Nelson Molina posa con Adela Marco y Guillermina García. Ignacio Pérez

«A lo mejor me machacan por decirlo, pero yo, si la independencia nos llevase a que el Barça desapareciera y quedase solo fútbol amateur, aceptaría la independencia», reflexiona Albert Alfaro, un joven forofo que está de charla en las escaleras. Su padre procede de Castilla-La Mancha y su madre, de Extremadura, así que en casa han marcado el ‘procés’ como tema tabú, pero ha analizado a fondo con los amigos lo que sucedería con el equipo de sus amores si Cataluña se marchase de España. Y no consiguen ponerse de acuerdo: «Algunos apuestan por seguir en la liga española. La verdad es que yo no creo que la liga permita que el Barça se vaya, y al Barça tampoco le interesa irse, pero es complicado: con la independencia hay que ir a por todas y eso equivaldría a marcharse a medias. Y una liga catalana sería tan triste que, de verdad, no me importaría la desaparición del Barça, aunque lo llevo muy dentro».

-¿Y a quién seguiría en ese campeonato de fútbol amateur?

-Al Júpiter, el equipo de mi barrio, La Verneda. Viste de gris-grana y ha bajado a primera catalana.

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