Madrid es Madrid
Las direcciones nacionales de los partidos siempre intervienen en el día a día de sus formaciones regionales. En todos los casos. Y los que no las tienen, allí pierden su autonomismo
Las direcciones nacionales de PP y Vox han sentado las bases, y además lo han hecho públicamente, de las negociaciones entre ambos partidos para llegar ... a un acuerdo para proponer nuevo president de la Generalitat. Una llamada del líder nacional del PP; Alberto Núñez Feijóo, al de Vox, Santiago Abascal, formalizó el inicio de unos contactos que en realidad, ni empezaron ayer ni se limitan al juego de declaraciones y mensajes que dirigentes de uno y otro partido se lanzan a través de los medios de comunicación.
Que Feijóo y Abascal hayan formalizado el inicio de los contactos, que hayan sido una vez más las direcciones nacionales de ambos partido las que muevan ficha, ha servido para que algunos abran el tradicional juego de rasgarse las vestiduras porque la elección del presidente de los valencianos pueda no producirse en la Comunitat Valenciana. Un ataque a la autonomía, al autogobierno, un nuevo ejemplo de seguidismo hacia las direcciones nacionales, puerta abierta para que partidos nacionalistas reivindiquen que con ellos las decisiones sí que se toman aquí…
PP, PSOE y aún más Vox, son partidos que dependen de sus direcciones nacionales. No es una sorpresa ni representa ninguna novedad. Que Feijóo y Abascal puedan verbalizar el inicio de los contactos para que, por ejemplo, Juanfran Pérez Llorca sea el nuevo president de la Generalitat, no es, en esencia, una situación distinta de que la secretaria general de los socialistas valencianos, Diana Morant, fuera elegida líder del partido por Pedro Sánchez y no por el PSPV. De hecho, fue Santos Cerdán el que se empleó a fondo para despejarle el camino de los Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler que pretendían heredar el liderazgo de Ximo Puig. Que luego un congreso regional extraordinario, primero, y ordinario, después, ratificara aquella elección no es distinto al proceso por el que los diputados de Les Corts de PP y Vox votarán, si acaba llegándose a un acuerdo, la investidura del nuevo president.
Vox, es cierto, es el partido más dependiente de su dirección nacional. La cúpula que encabeza Santiago Abascal decidió hace pocas fechas relevar a Ignacio Gil Lázaro del liderazgo provincial y situar al exvicepresidente del Consell Vicente Barrera. No hubo congreso ni cónclave provincial que abriera un debate o un proceso de presentación de candidatos para vestir de democrática la decisión. Se propuso el cambio de nombre y se ejecutó, como otras direcciones nacionales hacen propuestas y las ejecutan.
El relevo de Gil Lázaro por Barrera se decidió en Madrid y se notificó a través de un comunicado de prensa
De hecho, la propuesta de Pérez Llorca tiene un perfil claramente valenciano. No únicamente por el carácter del propio alcalde de Finestrat, sino también porque la suya es una propuesta avalada por los barones del PP valenciano –los tres barones provinciales- frente a la opción preferida por la calle Génova, que se decantaba por la alcaldesa de Valencia.
Madrid es Madrid. Y las direcciones nacionales siempre han intervenido en la vida interna de sus partidos políticos. ¿Y los que no tienen direcciones nacionales? Compromís, sin ir más lejos, suele aprovechar este tipo de situaciones para reivindicar su carácter de formación nacionalista, que no requiere del visto bueno de una cúpula en la capital de España para tomar sus propias decisiones.
Compromís, es cierto, no tiene una dirección en Madrid que condicione sus posiciones políticas. Pero la realidad es que esa bandera nacionalista que agita en la Comunitat no termina teniendo su correspondencia luego en la capital. Las decisiones no se toman allí, pero Madrid rebaja el tono reivindicativo del partido que en Les Corts lidera Joan Baldoví.
El mejor ejemplo, por ser el último, lo dejó sobre la mesa el senador nacionalista y expresident de Les Corts Enric Morera. En su intervención en la comisión de investigación de la dana con motivo de la comparecencia del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, Morera mostró un tono tan cómodo con Sánchez y tan crítico con el PP que en ocasiones llegó a parecer que se trataba del segundo portavoz de los socialistas, más que del de una formación valenciana que le preguntaba al presidente del Gobierno por la tragedia del 29 de octubre.
Morera ajustó su intervención en la comisión de la dana en el Senado a las necesidades de Sánchez
La posición de Compromís en Madrid, y su relación con Sánchez, ha estado también en el origen de la decisión de Àgueda Micó, la diputada nacional de la coalición, de abandonar el grupo plurinacional de Sumar en el Congreso, y separarse del otro diputado de la formación, Alberto Ibáñez. Una ruptura aprovechando la discrepancia sobre la comparecencia de Sánchez en esa comisión, y que de trasfondo dejaba ver la voluntad de Mes Cormpromís de desmarcarse de la marca de Yolanda Díaz.
La defensa de posiciones nacionalistas o autonomistas tiene siempre su envés. La decisión adoptada por el Consell –acertada o no- de recortar las subvenciones a la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) a propuesta de Vox se encontró con la respuesta escasamente autonomista del Gobierno central, que decidió sustituir ese recorte con una subvención directa por parte de un ministerio, el de Ciencia dirigido por la propia Morant.
Al síndic de Compromís, Joan Baldoví, se le recuerda periódicamente ese compromiso que dijo haber alcanzado en 2020 con Pedro Sánchez por el que, a cambio de votar a favor de los PGE de ese año, el presidente del Gobierno se comprometía a presentar en ocho meses un nuevo modelo de financiación autonómica. Baldoví, pasadas esos ocho meses, y todos los que vinieron después, que el líder socialista le había tomado el pelo. Y eso tampoco generó un sustancial cambio de posición de la formación nacionalista respecto a ese Ejecutivo.
A Baldoví aún se le recuerda el compromiso de Sánchez en 2020 de cambiar la financiación en ocho meses
La crítica al protagonismo de las direcciones nacionales de los partidos en procesos que teóricamente pertenecen al ámbito estrictamente autonómico es habitual. Pero la realidad es que todos los partidos con ejecutivas en Madrid se comportan en mayor o menor medida de la misma manera, a las órdenes de lo que se decide en esas direcciones. Y el que no las tiene se guarda muy mucho de exhibir posiciones de fuerza cuando llega a la capital. Madrid es Madrid, para todos.
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