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Ilustración: Sr. García
El horizonte electoral agrieta la relación entre PSPV y Compromís

El horizonte electoral agrieta la relación entre PSPV y Compromís

Los conflictos entre los socios del Consell se recrudecen a cuenta de la financiación, los presupuestos o el requisito lingüístico a escasos diez meses de los comicios autonómicos y municipales

BURGUERA

Domingo, 15 de julio 2018, 19:13

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El próximo fin de semana, los consellers y sus equipos se reúnen en Castalla y Biar. Cita a puerta cerrada y con una gran necesidad de catarsis. Los habituales problemas de convivencia entre los socios se agudizan cuando a lo lejos, pero ya no tanto, apenas diez meses, se vislumbran las elecciones autonómicas. El Gobierno valenciano se sabe en su recta final y, paradójicamente, en vez de correr más, la Generalitat ralentiza el paso por las diferentes zancadillas que unos y otros se ponen.

La semana empezó con un anuncio sorprendente: Compromís solicitó la comparecencia en el Senado de su secretaria autonómica en la Conselleria de Hacienda, Clara Ferrando, porque consideraban que el presidente Ximo Puig había renunciado a acudir a la Cámara Alta. El malestar en el PSPV fue mayúsculo. Aclaraciones y matizaciones que duraron un par de días, situación que Puig enmarcó en la dináminca de «las 'fake news'» (noticias falsas) en las que «alguien se inventa algo y eso va circulando», sin entrar en el importante matiz de que su partido, el PSOE, había renunciado a solicitar su comparecencia y quien lo hacía «circular» eran sus socios en el Consell, Compromís. La vicepresidenta Mónica Oltra intentó minimizar el asunto mostrando su convencimiento de que Puig comparecerá en el Senado y asegurando no ver «más consecuencias a esta polémica, más allá de que estamos en verano, a lo mejor». La culpa, del calor.

Precisamente, en la coalición, el lunes, uno de sus altos cargos, Enric Nomededéu, publicó en las redes sociales una reflexión titulada 'Manual de coaliciones': «Año 1. Nos ayudamos, somos un equipo. Año 2. Intentamos poner en evidencia al socio trabajando más y mejor. Año 3. Intentamos fagotizar el trabajo del socio e impedir que fagoticen el nuestro. Año 4. Intentamos dificultar el trabajo del socio para lucir nosotros más». El secretario autonómico de Empleo aclaró el lunes a este periódico que el mensaje era una «autocrítica» y un reflejo de su «preocupación» frente a la posibilidad de que las rivalidades internas estropeen el final de la legislatura. Este tipo de problemas no afecta sólo al 'mestizaje' del Consell.

Los altos cargos del PSPV y Compromís se acusan mutuamente de trabajar poco

En la Diputación de Valencia nunca caminaron juntos los socios botánicos, y más tras el escándalo de Divalterra. Ahora apenas hay relación, la justa y poco más, mientras que en los ayuntamientos de Valencia y Castellón tampoco está la situación para tirar cohetes.

La alcaldesa castellonense Amparo Marco apeló recientemente a la «lealtad» entre los miembros del tripartito que gobierna la capital de La Plana. El alcalde de Compromís Joan Ribó, por su parte, gestiona en Valencia un conflicto interno de calado a causa de la V-21, una carretera que divide a los nacionalistas y socialistas. La portavoz del PSPV en el Ayuntamiento de Valencia también criticó esta semana la falta de «oportunidad» de los podemistas en cuanto a sus propuestas sobre los pisos turísticos. Por todo ello, mensajes como el de Nomdedéu dispara las interpretaciones. En su propia coalición consideraron el martes que se trataba de un 'calentón' por las trabas del día a día, incluso lo llegaron a achacar a la confección de los presupuestos del año próximo. Un diputado de Podemos apuntaba el miércoles a que el 'manual' era «el perfecto reflejo de lo que les está pasando», y añadió: «Ahora mismo están compitiendo por ver quién logra aprobar más leyes antes de que acabe la legisaltura».

Reproches mutuos

Los podemistas asisten a ese pulso legislativo con sorpresa «porque ahora deberían estar más preocupados en rematar la gestión de las políticas sociales. En lo relativo a la vivienda, los barracones o en materia de medio ambiente no se van a poder presentar resultados concretos. El Consell actuó con mucha lentitud al principio y ahora está igual». En el PSPV consideran que el comentario de Nomdedéu «no es nada extraño, cada poco tiempo se quejan de algo. Ellos quieren dar a entender que son muy buenos y que nosotros muy malos». Lo cierto es que esta semana, el que firma este artículo ha escuchado a dos destacados miembros del PSPV y Compromís acusar a sus socios de no trabajar. El reproche es mutuo, como en esas casas donde la faena está repartida pero cada miembro de la pareja considera que él (o ella) es quien más trabaja.

Los nacionalistas creen que sus socios se 'vengan' si ellos suben el tono reivindicativo

«Parece que hay buen rollito. Hasta que salta una chispa. A la mínima hay alguien poniendo a caldo a sus socios en las redes sociales o ante los empresarios», lamenta un alto cargo nacionalista. El enfrentamiento entre las consellerias de Hacienda (en manos del PSPV) y Economía (en manos de Compromís) es cualquier cosa menos soterrado. A medida que se acerca el final de la legislatura, las diferencias de criterio se hacen más evidentes y se disimulan menos.

Los socialistas valencianos están en proceso de asumir que Compromís no baja el pistón respecto al Gobierno central ahora que está en manos del PSOE. Carles Mulet, senador de Compromís, fue el autor de la petición de que compareciese Clara Ferrando, y también fue, sólo cinco días después de que Sánchez llegase a la Moncloa, el encargado de preguntar si el Gobierno central desmilitarizará Capitanía General de Valencia y la cederá a la Generalitat. Tres días después de preguntarlo, e intuyendo la misma negativa que ya había recibido cuando gobernaba Rajoy, el senador quiso saber de qué forma iba a resarcir el Gobierno central a la Comunitat. El PSPV no lleva bien esa insistencia de sus socios en 'retratar' a Pedro Sánchez y, según un diputado de Compromís, los socialistas «se vengan en cuanto pueden». De este modo se ha interpretado la soledad que experimentó Enric Morera, presidente de Les Corts, cuando intentó forzar que la Mesa del parlamento valenciano modificase un acuerdo al que se había llegado en la Junta de Personal para la incorporación de nuevos trabajadores a la Cámara. Morera se descolgó hace dos semanas con su voto en contra de ese acuerdo si el valenciano no se convertía en un requisito. Los socialistas, cuyo líder, Ximo Puig, defiende públicamente la necesidad de exigir el requisito lingüístico a los trabajadores de la Generalitat, dejaron a Morera solo, y así se ha quedó, sin apoyos. Les Corts es uno de los escenarios donde unos y otros se devuelven los agravios del día a día.

Deslealtades

«Es matemático, cada vez que subimos el tono reivindicativo, ellos se vengan», explica un alto cargo de Compromís respecto a sus compañeros del PSPV. Ese «tono reivindicativo» es contemplado desde el otro lado del Consell como «deslealtad», acusación que también está en boca de los nacionalistas cuando reciben algún 'recado' de sus socios.

«Si ella (Oltra) no consigue lo que quiere, arde Valencia», señala un alto cargo del PSPV

No obstante, si la semana empezó ya caliente, la temperatura no ha descendido. El colofón se produjo el jueves, en la reunión de subsecretarios y secretarios autonómicos durante la que se prepara el pleno del Consell. Hacienda acudió a la cita con cambios sustanciales en su estructura. La conselleria que lidera el PSPV tenía intención de culminar el proceso de escisión del banco público y, de paso, mejorar los recursos para la Dirección General de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (DGTIC) en 700.000 euros. La iniciativa quedó frenada en seco por parte de Compromís, cuyos altos cargos expresaron su rechazo porque consideraban que eran cambios no consensuados y que, además, se pretendía llevar a cabo esta mejora en la dotación de la DGTIC mientras que no se ha producido el incremento de los trabajadores sociales que en su momento se aprobó para la Conselleria de Igualdad que lidera Mónica Oltra.

Incertidumbre

«Estas situaciones no son normales. No se puede llevar todo al límite. Entiendo que esté cabreada, pero no lo podemos terminar pagando todos», señaló ayer un alto cargo socialista respecto a las reclamaciones de la vicepresidenta: «Y claro, si ella no consigue lo quiere, tiene que arder Valencia, y eso genera mucha incertidumbre en el trabajo de todos, que depende de lo que se apruebe en el Consell. No son maneras de hacer las cosas».

Todo esto se produce mientras las distintas consellerias acatan la instrucción de Vicent Soler, conseller de Hacienda, que ha fijado el 27 de julio como fecha tope para entregar las previsiones y los informes de cuatro capítulos del futuro presupuesto, entre ellos, el de las inversiones reales, para las cuales los recursos son muy limitados, lo que dispara la rivalidad entre las distintas consellerias (lideradas unas por Compromís y otras por el PSPV), así como entre las propias direcciones generales de cada departamento. Por otro lado, habrá que tener en cuentan las peticiones de Podemos, que no llegarán hasta después del verano, según confirmaron a este periódico fuentes de la dirección podemista en la Comunitat.

En Podemos dicen asistir a un pulso entre los socios del Consell por ver quién aprueba más leyes

Los morados tienen intención de reunirse con el socialista Vicent Soler después de agosto, con el fin de trasladarle, a partir de septiembre, sus peticiones, si bien la concreción no se producirá hasta que se vaya acercando el final de año. Los podemistas se muestran reservados a la hora de exponer sus reclamaciones para los futuros presupuestos con el objetivo de escenificar que los del año próximo tampoco serán sus presupuestos ideales, sino los de sus socios, y eso en el caso de que se aprueben. Son muchos los miembros del tripartito que consideran muy complicado que haya capacidad y voluntad de ponerse de acuerdo este año para sacar adelante las cuentas públicas.

Dentro de diez meses se celebrarán las elecciones autonómicas. El tripartito se disputa un espacio electoral diferenciado en algunos aspectos, pero muy similar en otros. Una cita, la electoral, ante la que cada partido pretende acumular la mayor cantidad de méritos, y esos éxitos políticos sólo pueden traducirse en actuaciones concretas o iniciativas legislativas transformadoras.

Hacienda, el punto y final de todos los desencuentros

La Conselleria de Hacienda que dirige el socialista Vicent Soler es donde desembocan la mayor parte de los conflictos del Botánico. Es este el departamento que da o quita el dinero a las distintas consellerias. A esa presión y a la incomprensión por las negativas a mejorar las distintas partidas presupeustarias obedece, según un alto cargo del Consell, que del equipo que empezó hace tres años sólo sobrevivan dos directores generales de los siete que empezaron. El resto ha dimitido o han sido cesados.

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