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Català, ayer con el comité electoral de Valencia. irene marsilla
Català, ante la debacle popular

Català, ante la debacle popular

La candidata de los populares se enfrenta a una caída de las expectativas electorales frente a la subida de Ciudadanos y socialistas Los resultados autonómicos lastran su asalto a la alcaldía de Valencia

J. SANCHIS

Miércoles, 1 de mayo 2019, 00:32

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valencia. Poco después de que acabaran las fiestas navideñas, el PP despejó una de las mayores incógnitas de la política valenciana ante las elecciones municipales y dio a conocer el nombre de la candidata de su partido a la alcaldía de Valencia. María José Català volvía a la primerísima línea con un reto nada sencillo: sustituir a Rita Barberá como cabeza de cartel de los populares.

Català empezó a recorrer paso a paso un largo camino. Tenía cuatro meses para darse a conocer, para convencer a nuevos votantes y recuperar a los desilusionados que antes apoyaban al PP.

La candidata popular partía en clara desventaja respecto a sus rivales. Tanto Joan Ribó como Sandra Gómez y Fernando Giner llevaban cuatro años en la primera línea de la política municipal y disponían del altavoz que supone sentarse en el pleno.

La cabeza de lista popular había logrado aumentar las opciones de alcanzar la alcaldía Sandra Gómez puede contribuir a movilizar al votante de izquierda descontento con Ribó

Además, Català asumía la candidatura con un grupo municipal en una situación muy complicada. Al margen de la desilusión acumulada por la pérdida del poder tras 25 años gobernando, los concejales en el Ayuntamiento de Valencia han ido sumando causas judiciales pendientes. Prácticamente tuvo que empezar desde cero a confeccionar la candidatura.

La candidata del PP en Valencia multiplicó su presencia en actos públicos, comenzó a reunirse con diferentes colectivos y asociaciones, con vecinos, empresarios, sindicatos. En definitiva, a hacerse un espacio consciente de que desbancar a un alcalde no es nada sencillo.

Català comenzó a levantar el vuelo llegando, incluso, a marcar distancia con los aspectos más negativos del pasado y a forjarse una imagen nueva. Además, el descontento con el gobierno del tripartito en Valencia abría la puerta a un cambio de gobierno municipal.

Pero los resultados del domingo han supuesto un duro golpe para las aspiraciones de Català. Las posibilidades de desbancar a Ribó de la alcaldía siguen abiertas para el centroderecha, pero ya no sería el PP el que encabezara un posible acuerdo de gobierno entre populares, Ciudadanos y Vox.

La formación naranja fue el domingo el partido más votado en el bloque de derecha y quien probablemente se pueda hacer con la alcaldía desbancando al PP. El 'sorpasso', tan temido por los populares, es ya una realidad en Valencia.

Aplicando la ley d'hondt a los resultados de las autonómicas, Compromís obtendría siete concejales con el 20,88% de los votos, los mismos que PSPV (19,68%) y Ciudadanos (18,93%). El PP caería hasta los seis ediles (18,37%), Vox se quedaría en cuatro (10,69%) y Unides Podem en dos (6,93%).

El panorama se le complica también a Joan Ribó, ya que aunque el bloque de izquierdas consiguiera la mayoría no tiene garantizada la alcaldía. La recuperación del voto socialista y la caída de Compromís en las autonómicas han reafirmado la posibilidad de que la candidata del PSPV, Sandra Gómez, encabece la reedición del tripartito en el Ayuntamiento de Valencia.

Esta posibilidad es aún más viable con los resultados en las generales. El PSPV fue la fuerza más votada y trasladando los votos tendría nueve concejales frente a los dos que hubiera logrado Compromís.

De esta forma, Català tiene que afrontar nuevos handicaps. Con un partido desilusionado tras los comicios del domingo, debe enfrentarse a una formación que, por el contrario, está pletórica de moral y en ascenso como es Ciudadanos que puede atraer a los votantes indecisos o desencantados del centro y la derecha.

Mientras, por la izquierda se configura al alza la figura de Sandra Gómez que puede atraer y movilizar a los votantes de izquierda descontentos con la gestión de Ribó y que podrían estar pensando en no votar. Las espadas siguen en alto.

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