«Soy mejor actriz después de haber sido madre»
María Adánez ActrizLlega a La Rambleta este viernes con 'La gramática', una crítica al empobrecimiento del lenguaje en el mundo actual
LUIS URIOS
Jueves, 16 de octubre 2025, 23:11
María Adánez lleva actuando desde los cinco años. Su carrera no empezó con la pija de 'Aquí no hay quien viva', como muchos piensan. Comenzó cuando era una niña, así que no concibe la vida sin la actuación en todas sus vertientes. Cuarenta y cinco años que culminan con el que, según dice, es el papel más difícil que ha interpretado en toda su carrera. Es la protagonista de 'La gramática', la obra dirigida por Ernesto Caballero que estará hoy viernes en La Rambleta.
-¿Diría que la lengua es un asunto de clase?
-La lengua es un asunto de cultura, y hoy, la cultura está al alcance de todo el mundo. Con internet, hay un exceso de información en todos los sentidos, quizás incluso un exceso de cultura. Hay millones de formas de acceder a ella, que moldea nuestro cerebro y condiciona nuestro criterio y nuestra forma de expresarnos. No es tanto un tema de clases. A medida que uno adquiere el hábito de la lectura, su manera de expresarse cambia. Yo me he hecho buena lectora a raíz de ser lectora de teatro, que requiere de una exigencia técnica que te obliga a ser más afilada en todo. 'La gramática' es muy difícil verbalmente, me ha obligado a hablar de forma muy enrevesada. Sin el aprendizaje previo de todos estos años, no habría podido con esta obra.
«La política y las redes han empobrecido el lenguaje y nuestra manera de expresarnos»
-Hoy en día, el lenguaje se simplifica ya no solo en RRSS, sino también en los medios e incluso en la literatura. ¿Estamos condenados al reduccionismo verbal?
-Ese es precisamente el planteamiento de la función. Me gusta cuando en el teatro lanzas muchas preguntas y pocas respuestas, porque eso genera más debate tras la función. Nace porque Ernesto Caballero veía una decadencia en el lenguaje y el pensamiento de Occidente. Las redes han empobrecido la lengua, pero también el lenguaje político, que condiciona nuestra manera de expresarnos.
-¿También cree que la sociedad se está empobreciendo a nivel de pensamiento o cree que se exagera mucho en ese tema y que siempre pensamos que cualquier pasado fue mejor?
-Quiero ser positiva porque soy madre de un niño de cuatro años, pero he de decir que el momento actual es pésimo. Hace poco, Iñaki Gabilondo decía que le da rabia que nos encontremos en un momento sin esperanza. Tenemos guerras, una de ellas está invadiendo Europa, estamos ante el último coletazo de un movimiento político, económico y social [el capitalismo]; hay danas terribles, crisis climática... Creo que deberíamos volver a la sencillez, a la esencia de las cosas, quitarnos esa sofisticación. Internet ha hecho cosas maravillosas, pero por momentos desearía no tener teléfono (ríe).
-Le he leído decir que esta es la función que más le ha costado aprenderse en toda su carrera.
-Sin duda, porque tiene un lenguaje muy rico y erudito que no estoy acostumbrada a utilizar. Tampoco he hecho teatro clásico, que de hecho es algo que me apetece mucho. Ernesto me ha picado con el halcón de la palabra. Mi cabeza al principio se cansaba mucho. Si para un texto normal tengo que estudiar mes y medio, este me ha costado tres o cuatro.
-Tiene una larga trayectoria y ha hecho tele, cine, teatro... ¿Con qué se queda? ¿Formato audiovisual o las tablas?
-Son tres amores distintos, no puedo elegir. Siempre haré tele, le debo muchísimas cosas buenas que me han pasado. He hecho series que forman parte de la historia de este país. El cine es una locura de profesión. De repente, en medio de un rodaje te ves comiéndote un bocata sentada sobre la lápida de un cementerio. Eso solo pasa en el cine. Pero al teatro le guardo un especial cariño porque lo considero lo más parecido a volar, aunque suene cursi. Cuando, a base de repetición y repetición, trasciendes las palabras y dejas de pensar, se produce un momento de tal integración que es disfrute absoluto.
-Aitana Sánchez-Gijón contaba hace un tiempo que a partir de los 40, fruto del machismo, pasó de ser la protagonista de las pelis o series que hacía a la madre de la protagonista. Y que muchas veces le ponían hijas a las que le sacaba tan solo diez años. ¿Esto le ha ocurrido, María?
-No me ha ocurrido, la verdad. Es cierto que mi caso es particular, porque, con 'Aquí no hay quien viva', yo estaba en lo más alto de la popularidad de la tele, y después me quise ir al teatro para ser mejor actriz. Se lo debo todo al teatro, no sería quien soy ahora sin él. Cuando di ese giro, fui provocando nuevas oportunidades, acercándome a directores buenísimos. Sí me ha ocurrido el hecho de tener muchas series y guiones sobre la mesa y, de pronto, desaparecer. Hay una edad en la que no hay personajes femeninos en la ficción. Y eso que ahora hay muchas más mujeres guionistas que están cambiando las cosas. Es triste, porque con cincuenta años, las mujeres somos más sabias y mejores actrices, pero no tenemos tanto colágeno, vaya por Dios. Las experiencias de la vida te las llevas al rodaje. Se están rompiendo los moldes, ahora se escriben más historias de mujeres.
-¿Cuál es la principal diferencia que ve entre la María de hoy y la de hace veinte años?
-¡Todo! (ríe). He sido madre. Ser madre modifica tu cerebro y tu cuerpo. Ser madre me ha dado un centro, una corteza de árbol que antes no tenía. Me noto con muchísima más solidez a la hora de actuar. Soy mejor actriz después de haber sido madre. Es algo que te cambia totalmente.