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Una joya verde en Valencia para desconectar y reflexionar

Una joya verde en Valencia para desconectar y reflexionar

El secreto mejor guardado de Valencia ·

Isabel Puig señala el Jardín Botánico como uno de los lugares más mágicos de la ciudad

m. labastida

Jueves, 30 de agosto 2018, 00:59

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Más allá del Jardín del antiguo cauce del Turia, Valencia ofrece otras zonas verdes a todo aquel que viene a conocerla, aunque no todas cuentan con la popularidad de este. Los parques y jardines son los pulmones de una ciudad y por ello son muchos los que los marcan en sus recorridos turísticos. Es lógico que alguno de estos espacios hayan sido citados en la lista de emplazamientos menos populares de Valencia pero con un encanto muy particular que hemos pedido a distintos profesionales. ¿El requisito? Que aunque no se incluyesen habitualmente en los lugares más frecuentes para conocer ellos los valorasen como si fuesen un representativo monolito o un reclamo indiscutible.

Isabel Puig es licenciada en Historia del Arte. Se dedica a la gestión cultural y trabaja en la galería Luis Adelantado. Es además fundadora de Mediant, una empresa de gestión cultural especializada en Educación Artística, una de sus principales preocupaciones. Ella nos conduce al rincón verde al que acude para desconectar.

«A la ciudad de Valencia le quedan poco secretos o rincones por descubrir, que no hayan sido ya explotados y paseados por locales y foráneos. Sin embargo todos tenemos un pequeño fragmento de nosotros repartido en sus rincones, fragmentos de nuestra historia, de quienes somos y reflejo de lo que queremos llegar a ser. En mi caso recuerdo con cariño la Valencia que rodea el casco antiguo de la ciudad, y que coincide con el recorrido del autobús 5 de la EMT. La memoria de los paseos con mi abuela Vicenta en este autobús están plagadas de historias de ternura, pero también de imágenes inolvidables, como por ejemplo el atardecer desde la parada contigua a la de la Mare de Déu, o las vistas de la Cúpula azul intenso del Museu de Belles Arts«, relata Puig.

«Pero mi parada favorita era la de las Torres de Quart, porque eso quería decir que nos dirigíamos al Botànic, que es sin duda uno de los lugares más mágicos de la ciudad. Para mi el Botànic enlaza muy bien con esta idea de constante que ha formado parte de mí, en distintos momentos de mi vida. Tengo recuerdos muy lúcidos todavía. Recuerdo haberlo visitado —siendo una niña—multidud de veces con mi madre y con mi abuela, de pequeña como juego, intentando adivinar los nombres impronunciables de árboles centenarios, o siguiendo el recorrido serpenteante de los peces de colores en el estanque. De adolescente, el Botànic se convirtió en un espacio seguro al que ir siempre que necesitaba desconectar o reflexionar, leer en sus bancos y juguetear con sus gatos, los verdaderos dueños de esta joya verde«, afirma.  

«Creo que la belleza del Botànic es un secreto a voces, pero es labor de todos mantener su memoria viva y entregarla a las generaciones venideras, para que puedan disfrutar de un aprendizaje significativo en un entorno inigualable«, culmina.

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