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Mujer seri ('The Seri Indians', 1898) e ilustraciones botánicas de zostera marina. Cc PD
El pueblo que comía trigo de mar

El pueblo que comía trigo de mar

Los seris o comcáac fueron pioneros en el consumo de lo que el chef Ángel León ha dado a conocer ahora como 'cereal marino'

ANA VEGA PÉREZ DE ARLUCEA

Sábado, 16 de enero 2021, 00:16

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El jesuita cordobés Andrés Pérez de Ribas (1575-1655) pasó veinte años de su vida intentando catequizar a las tribus del lejano y desértico norte de la Nueva España. Recorrió los Estados de Chihuahua, Sinaloa y Sonora evangelizando a los indios yaquis, zuaques, ahomes, pimas, mayos, pápagos y cucapás. De todos estos pueblos y de sus extrañas costumbres a ojos españoles habló en su libro 'Historia de los triunfos de nuestra santa fe' (Madrid, 1645), en el que distinguió entre tribus más o menos cristianizadas -a las que ya había llegado «la alegre nueva del santo evangelio»- y otras naciones indias casi desconocidas con las que la Compañía de Jesús aún no había tenido contacto. Una de las más misteriosas era la «que llaman Heris»: un pueblo nómada de cazadores-recolectores que vivía junto a las costas del golfo de California, entre el desierto y el mar.

«Ni labran tierras, ni siembran como las otras, ni tienen género de casa o vivienda ni defensa de las inclemencias del cielo; unos viven en espesuras, otros en las marinas sustentándose los primeros con caza, raíces o frutillas silvestres y bebiendo de algunos charcos o lagunillas de agua recogida de las lluvias, y los marítimos de su pesca de mar y a veces de langostas, culebras y otros animalejos, teniendo por pan para comer el pescado fresco u otro que tienen seco y salado».

Al jesuita le maravillaba que a pesar de tan magra dieta aquellas gentes fueran «las más corpulentas y de más alta estatura de todas las naciones de Nueva España y aun de las de Europa, y muy sueltas y ligeras; viven muchos años hasta la edad decrépita». Aunque conocía el fuego, aquella tribu indómita cocinaba sus alimentos de manera muy simple y habitualmente se conformaba con comer los frutos de plantas agrestes como el cardón, la pitaya, el palo fierro o el mezquite.

Semillas comestibles

No cultivaban ni sembraban, pero de otros pueblos labradores obtenían maíz a cambio de pescado y en «otro tiempo del año cogen una semilleja de hierba que nace debajo del agua en el mar, que también les sirve de pan». Ojo aquí, porque esa semilleja marina de la que habló Pérez de Ribas hace casi 400 años lleva copando los titulares de la actualidad gastronómica una semana entera.

Hace pocos días surgió la fabulosa noticia de que en su búsqueda de nuevos ingredientes marinos, Ángel León y su equipo del restaurante Aponiente (El Puerto de Santa María, Cádiz) han logrado cultivar algo que podría cambiar la historia de la alimentación humana: un 'cereal marino' que no necesita fertilizantes, agua dulce, ni tierra firme, y que tiene iguales o mejores propiedades nutritivas que los cereales terrestres. El Chef del Mar ha conseguido cultivar de manera controlada la Zostera marina, una planta acuática -¡no un alga!- de agua salada que crece a poca profundidad y que, de manera semejante a las gramíneas de tierra firme, tiene flores, frutos y semillas. Unas semillas que son comestibles pero que hasta ahora y desde hace al menos 2.000 años solamente consumían los seris de Sonora (México).

Resulta curioso que sea ahora otro inquieto andaluz, Ángel León, quien saque a la luz la importancia de este alimento que pasaron muchos españoles por alto. El conquistador Álvar Núñez de Vaca, por ejemplo, oyó hablar a su paso por la zona en 1535 de unos indios que «no tienen maíz y comen polvo de bledo y de paja y pescado». En 1729 el también jesuita Nicolás de Perera escribía a su superior el padre Nicolás de Oro sobre los seris de Isla Tiburón que los indios se sustentaban a base de «una semilla que sacan del mar».

Los seris -en yaqui significa 'hombre de la arena'- se denominan a sí mismos comcáac ('la gente') y actualmente viven en los municipios sonorenses de Pitiquito y Hermosillo. Ya no llevan una vida nómada ni comen casi «trigo del mar», pero la Zostera marina fue uno de sus alimentos básicos.

También llamada zacate marino o sedas de mar, de esta planta perenne brotan anualmente unas espigas con semillas que las mareas arrojaban a la playa en el mes de abril o, en lengua seri, xnoois ihaat iizax ('luna de cuando se recoge la semilla del trigo marino'). El fruto maduro se llamaba 'xnoois', los brotes flotantes, 'eaz', y la planta cuando estaba bajo el agua, 'hatáam'. Era tan importante para los seris que cuando conocieron el trigo auténtico lo llamaron 'caztaz', de 'cazt' (castellano) y 'eaz' (zostera). Sus espigas se dejaban secar sobre la arena y sus frutos eran recogidos por las mujeres para tostarlos, abrirlos y moler después sus semillas obteniendo una harina que se mezclaba con agua ('xnoois haaztoj'), semillas de cardón ('xnois coinim') o grasa de tortuga ('cöhanopin') para hacer desde una papilla ligera hasta bolas de masa o pan.

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