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Jueves, 30 de enero 2025, 23:47
GPS.El Teatro Olympia vivirá del 4 al 16 de febrero una de las experiencias más electrizantes del panorama escénico internacional con Carmina Burana, una producción de La Fura dels Baus que ha conquistado tres continentes. Esta innovadora puesta en escena transformará la emblemática obra de Carl Orff en un espectáculo multisensorial, donde la música, la imagen y la emoción se fusionan en una experiencia única
Carmina Burana nació como una colección de poemas medievales de los siglos XII y XIII, escritos en latín, alemán y francés, que exaltan los placeres terrenales como el amor, el vino y la fortuna todo ello con una mirada satírica hacia la sociedad y la Iglesia de la época. Carl Orff, compositor alemán del siglo XX, transformó 24 de estos poemas en una cantata magistral, cuya imponente apertura, 'O Fortuna', se ha convertido en una de las piezas más reconocibles de la música clásica.
Bajo la batuta de Carlus Padrissa, la puesta en escena de Carmina Burana es un verdadero derroche de creatividad y tecnología que convierte el espectáculo en una experiencia inmersiva y envolvente. Desde el momento en que las luces se atenúan y comienzan los acordes de 'O Fortuna', el espectador se sumerge en un torbellino sensorial que va más allá de lo puramente musical.
El elemento central del montaje es un impresionante cilindro de diez metros de diámetro, que rodea a la orquesta y sirve como una gran pantalla de proyección. Sobre ella, imágenes hipnóticas ilustran los distintos pasajes de la obra: desde una luna gigante que domina la escena hasta el deshielo de los glaciares, pasando por un estallido de flores en primavera, una taberna medieval repleta de vida y una auténtica vendimia en directo, donde actores y bailarines aplastan uvas en el escenario.
Pero La Fura dels Baus va mucho más allá de lo visual. Fiel a su esencia transgresora, la compañía rompe los límites entre el escenario y el público con una puesta en escena dinámica y tridimensional. Los cantantes no solo interpretan desde sus posiciones habituales, sino que vuelan sobre el escenario colgados de grúas, se sumergen en agua y se envuelven en vino y fuego, logrando imágenes de una potencia plástica inigualable que no deja indiferente a nadie en el patio de butacas.
Además de estos efectos visuales, el espectáculo apela a otros sentidos, incluyendo el olfato. Durante algunos pasajes, fragancias primaverales se esparcen en el teatro, intensificando la conexión emocional con la obra. La iluminación dramática, el vestuario contemporáneo con guiños medievales y la interacción de los artistas con los elementos escénicos refuerzan la sensación de estar presenciando un ritual atemporal, donde lo arcaico y lo moderno convergen en una celebración de la vida y el destino.
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