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Las cinco centrales nucleares que funcionan en España aportan un poco más de la quinta parte de la electricidad que consumimos. Con una particularidad que ... no tienen las demás fuentes energéticas: trabajan siempre igual, de día y de noche, a cualquier hora, salvo cuando para alguna por esporádicas incidencias y exigencias de seguridad o recargas de combustible.
Junto a la energía nuclear tenemos la seguridad -y economía- de la hidráulica, aunque menor en porcentaje y con variabilidad de unas etapas a otras, pues depende de las lluvias y los caudales fluviales, que a su vez dependen de la buena administración del agua. Hace muchas décadas, los saltos hidráulicos suponían la principalísima fuente de generación eléctrica, casi única, pero hoy, con el enorme crecimiento de la demanda, su aportación suele fluctuar entre un 7% y un 10% del total.
Entre ambas fuentes energéticas sumamos un 27%-30%, con la característica común de uniformidad que aporta garantías de estabilidad al sistema global de suministro eléctrico. Sople o no el viento, haya mucho sol o esté nublado, tenemos asegurado un 27%-30% de electricidad. Si es de noche o festivo en horas diurnas, cuando la demanda baja de forma notable, con poco que se sume a la generación nuclear quedamos servidos: basta algo de eólica y fotovoltaica, más la maniobrabilidad de la hidráulica de reserva (se puede soltar más o menos agua en embalses y centrales reversibles como la de Cortes de Pallás).
Las grandes compañías eléctricas están abogando en favor de que se prolongue la vida útil de sus centrales nucleares, porque el Gobierno parece mantener la decisión previa de hacer cumplir los sucesivos cierres como está anunciado, en años sucesivos, frente a la opinión de técnicos expertos que aseguran que no habría problema para alargar su funcuinamiento, al menos hasta que el parque de generación renovable, y sobre todo el de acumulación eléctrica, pueda garantizar el cierre nuclear sin sobresaltos en los recibos de la luz.
La gran cuestión de fondo es que en estos momentos no tenemos suficiente sustitución, porque pese a que la generación eólica y solar bastan en algunos momentos para abastecer la demanda (desde luego sumadas a la atómica y la hidráulica), también se pierden excedentes puntuales y capacidad de generar que no llega a usarse, simplemente porque no se puede guardar del día para la noche o al revés. Y entonces han de entrar las centrales de gas, que sale caro y contamina. Por tanto, frente a aquel eslogan antiguo de 'nucleares, no, gracias', hoy nos interesaría más un 'nucleares, sí'. Al menos por ahora.
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