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La Comisión Europea prepara una nueva tanda de cambios obligados en nuestras pautas cotidianas que va a traer cola y muchos sobresaltos. Quiere prohibir las ... monodosis de sustancias que usamos con frecuencia en alimentación e higiene en establecimientos de hostelería, para volver a envases de gran volumen y utilización general.
Los sobrecitos para el café en el bar; las porciones individuales de leche, mantequilla o mermelada en desayunos de hotel; las botellitas de gel y champú en las habitaciones; las salsas y condimentos varios de restaurantes, y hasta las diminutas tarrinas de aceite y vinagre que por ley se implantaron en España, tienen los meses contados. Los expertos en estas materias están trabajando en todo ello, sopesando pros y contras en cada artículo y situación, pero la intención es que las primeras prohibiciones lleguen a mitad del año próximo, y de ahí hasta 2030, el catálogo completo: monodosis fuera, generalización de grandes envases y que cada cual se racione lo suyo.
Como es natural, lo hacen para salvar el planeta, contra el calentamiento global y todo eso. En la práctica, reducir residuos plásticos donde hay mayor cantidad de desechos que van inevitablemente a la basura que toca (y si no van a la basura de reciclaje, aún peor) y donde es más fácil actuar. Fíjense además en la fecha tope para estos cambios: 2030 ('Agenda 2030'), momento clave para las disposiciones en busca de reducir residuos e implantar pautas más respetuosas con el medio ambiente y ahorradoras de energía.
El problema está en cómo aplicar algunos de estos cambios sin levantar ampollas; es decir, respetando también los requerimientos de higiene de cualquier ciudadano, sin ahuyentar a la gente de sus hábitos normales. ¿De qué forma nos suministraremos el azúcar para el té o el café en un bar cualquiera, cuando se finiquite el sobrecito cerrado que acompaña ahora cada taza? ¿Hincaremos la cucharilla en un azucarero colectivo? Dicen que hay modos seguros; están en ello. Confiemos, porque si no, el pringue puede presidir el panorama y hacer que desista el más valiente. Y lo mismo con la mermelada, la leche, la mantequilla... Por eso los hosteleros están con las lanzas levantadas, ya que temen perder clientes. Sin embargo nos hemos habituado sin problemas a los dispensadores generales de gel y champú, cada vez . Tengan fe.
Por cierto, ¿recuerdan cuando el Gobierno impuso el fin de las botellas de aceite y vinagre en los bares y restaurantes españoles, cambiándolas por monodosis? Nunca se llegó a aplicar del todo y parece que la autoridad ha sido tolerante. Ya debía barruntar que la medida iba contra lo que empezaba a propugnar Bruselas.
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