Hace unos años, a raíz de escribir algo en favor del papel estabilizador de la energía nuclear en el funcionamiento de la compleja red eléctrica, ... desde un organismo corporativo de dicho sector ofrecieron todo tipo de datos y colaboración al respecto; seguramente con la intención de estimular que prosiguiera en tal línea. Como no tenía nada más que decir, entendí que aquella carta no era más que un lógico producto del correspondiente departamento de relaciones públicas, atento a reconocer a quien intuyan que, por lo que sea, rema a favor y, llegado el caso, proveerle de remos para que siga en ello. Ni hice más ni insistieron.
Por los mismos días, un amigo, muy contrario desde siempre a lo nuclear, me preguntó durante una cena por qué había escrito aquello y si tenía algún interés ligado a centrales atómicas. Nada de nada, le dije, tajante; ni una simple acción de alguna eléctrica; ni un café; ni se le espera. Ni una amistad con nadie relacionado, sea persona modesta o ultrarrica. Sinceramente, uno escribe lo que cree que sabe; más, menos o nada acertado, pero no condicionado. Parece que eso suena hoy tan raro que a la mínima se da pábulo a que cualquier malpensado ligue lo que no es.
Sin embargo, malpensados, bienpensantes, cínicos de oficio o indiferentes a secas, todos tenemos, en esto de la luz y la red eléctrica que nos provee, un cosa muy clara: no queremos volver a sufrir un apagón general. Nunca jamás, como ordenó el presidente del Gobierno tras el suceso del 28 de abril. Sin embargo sigue sin haber consenso público en cómo lograrlo. Al menos en el plano político. El asunto se ha polarizado con mezclas ideológicas: nucleares sí, nucleares no. Lo que no sucede en la práctica cotidiana, donde ha vuelto a imperar la sensatez y se da más protagonismo a las fuentes energéticas que dan soporte seguro y estabilidad al sistema. Y ahí juegan papel indiscutible las nucleares. Por ahora y al menos mientras no se cuente con sistemas plenamente convincentes y rentables de almacenamiento de excedentes de energías renovables. El futuro será mucho más de éstas, sin duda, pero aún falta redondear la ecuación de guardar.
La idea de planta nuclear que tienen algunos parece la de los Simpson, una serie ejemplar, pero...
Tanto es así que en países que dijeron no a la nuclear le dicen ahora sí, como Bélgica, como Alemania, Finlandia... En todo el mundo emergen proyectos de modernas nucleares, más eficientes y seguras, entre tanto aquí parece que perdura la idea tópica de la central del señor Burns, en los Simpson: tan divertida y ácida serie; pero tomar al pie de la letra eso de los barriles chorreando un líquido fosforito, o la supuesta contaminación atmosférica de sus chimeneas... Si solo sueltan vapor de agua.
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