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El último escándalo ligado a la paralización de trenes de alta velocidad se ha debido de nuevo al robo de cables de cobre. En la ... línea seguida por el Gobierno de tirarse de encima las culpas, el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, apuntó a un sabotaje. Igualito que una semana antes con el apagón eléctrico general, cuando el presidente del Gobierno puso el foco en lo del ciberataque, que queda muy a mano, y ahí siguen, no lo descartan, por más que los que saben de verdad señalan otras direcciones.
Lo del ministro y el AVE, en cambio, perdió enseguida gas, cuando la Guardia Civil dictaminó que se trataba de un robo puro y duro, y por ahí están investigando, aunque es difícil que den con los autores. Además, aunque los detuvieran, sabemos que eso no evita que continúe la ola de estragos debidos a la sustracción de cobre en las vías de trenes, alumbrados públicos, instalaciones agrícolas e industriales...
Estamos inermes; los presuntos implicados, si les pillan, estarán pronto en la calle y seguirán en lo mismo, y otros más presuntos que se irán implicando seguirán la misma estela, despreocupados por lo que les pueda pasar. El mayor riesgo que corren es que les dé la corriente en tales manipulaciones.
Todo eso lo saben bien y desde hace mucho tiempo los agricultores de toda España, víctimas de continuos desmanes de este tipo. Los robos de tendidos eléctricos de bombeos de agua para riego, de transformadores e instalaciones eléctricas y de contadores de agua (de latón, aleación con el 60% de cobre y el 40% de zinc) están al orden del día. Ahora ya lo saben bien los afectados: sufren estragos cada vez que les roban, porque les impiden producir bienes de primera necesidad y les ocasionan enormes costes insoportables. Los delitos de estragos están muy penados por eso; no es simplemente por el valor concreto de lo robado, sino por todo lo que condicionan.
Dijo el ministro Puente que no entendía que por tan poco valor de cobre sustraído se hubieran entretenido unos cacos en lo del AVE del otro día. Por eso soltó lo del supuesto sabotaje: mucho mal para tan poco beneficio. Sorprende que en las alturas no estén al tanto de estas cosas que se padecen todos los días en calles y campos. Ya procuran robar por poco cada vez, para que no sea delito. Pero repiten y repiten. ¿Qué ocurre en otros países, con los que nos comparan para tantas cosas? Lo resolvieron controlando al máximo la cadena de venta. No solo es cuestión de vigilar todas las vías, que no se puede, sino de trabajar y coordinar con inteligencia; de batirse el cobre, defendiéndonos de verdad ante los malos cotidianos.
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