Más filología y menos política
El problema surge cuando unos cuantos políticos, apoyados por ciertos intelectuales de discurso difícilmente inteligible, deciden redenominar nuestra lengua
VICENTE DOMÍNGUEZ CALATAYUD, ACADÉMICO SECRETARIO DE LA REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA
Lunes, 31 de marzo 2025, 23:49
El Decano de la Real Academia de Cultura Valenciana, Luis Miguel Romero Villafranca, en su discurso de toma de posesión, formuló el deseo de un ... coloquio entre académicos de la AVL, académicos de la RACV y miembros de Lo Rat Penat, filólogos e historiadores todos ellos, para hablar sobre el valenciano con el fin de lograr la superación del conflicto existente sobre la denominación, naturaleza y normativa de nuestra lengua.
El académico de la AVL y filólogo Abelard Saragossà dijo en un programa de televisión: «Una manera de parlar pot ser considerada una llengua quan un poble amb constáncia, al llarc de l'història vol que ho siga». Según esto, bastaría con rastrear nuestra Historia y observar atentamente nuestra realidad presente para comprobar la lengua en la que hemos hablado y hablamos, hemos escrito y escribimos los valencianos y en la que han compuesto y componen sus obras nuestros celebrados escritores.
Sin embargo, el conflicto existe y existe porque en nuestra lengua han intervenido, no sólo el pueblo que la habla y la escribe, la crea y la recrea, sino también nuestros políticos con fines y objetivos que, en ocasiones, van más allá de los que se ajustarían a la naturaleza, la esencia y la razón de ser de nuestra lengua.
El académico Abelard Saragossà también dijo en el mismo espacio televisivo antes mencionado: «En els pobles al final la questió es la voluntat de dirigir el propi futur i que el model linguístic estiga al servici de eixe objetiu». Nada que objetar a la reflexión de Saragossà de que el pueblo, dueño y practicante de su lengua, dirija su propio futuro y sintonice esa legítima pretensión con un enfoque concreto de su lengua al tiempo que la usa y con ella se identifica y se entiende.
El problema surge cuando unos cuantos políticos depositarios de una más que mejorable representación política de nuestro pueblo apoyados por ciertos intelectuales de discurso difícilmente inteligible deciden redenominar nuestra lengua sin rigor histórico alguno, atribuirle una naturaleza ajena a su esencia e inventar palabras que nunca usamos los valencianos alumbrando un habla extraña que se pretende normalizar. Es ahí y sólo ahí donde está el conflicto que padece nuestra lengua y de donde procede el lógico desafecto de los valencianos hacia lo que no es otra cosa que una imposición lingüística tras la que anidan unos objetivos políticos cuya legitimidad no es éste el lugar ni el momento para valorarlos y discutirlos pero para cuya defensa no vale todo, menos aún cuestionar nuestra identidad como pueblo.
El conflicto lingüístico valenciano perdería mucha intensidad si como reiteradamente han defendido tanto la RACV, como Lo Rat Penat y resulta también del Preámbulo de la Ley Ley 7/1998, de 16 de septiembre, de Creación de la AVL, la lengua quedara excluida del debate político cotidiano porque «al final d'eixe camí guanyaria la nostra llengua, que vol dir guanyar tots els valencians». Esa pretensión despolitizadora de nuestra lengua que sostienen las dos instituciones centenarias y en su norma de creación la AVL supondría no sólo que los políticos dejen de intervenir en nuestra lengua sino también que los filólogos se abstengan de hacer política con sus conocimientos lingüísticos; en definitiva: más filología y menos política
Es necesario que nuestra lengua quede circunscrita exclusivamente a la reflexión serena y al estudio bien documentado y fundamentado de nuestros filólogos e historiadores que, como dijeron en su día Xavier Casp y Leopolt Penyarroja, tendrían que partir de considerar la lengua valenciana como un sistema lingüístico específico asentado en la conciencia lingüística general del pueblo valenciano que debería tener por objeto el debate de todas las cuestiones nucleares de nuestra lengua (norma, registro idiomático, gramática sincrónica, código nativo, código sustituto, etc.) para producir la claridad que reconcilie a los valencianos con su lengua como seña de su identidad y que les devuelva el confort de su uso pacífico y cotidiano.
Lengua y Derecho son las dos señas de identidad más poderosas de un pueblo. Abolieron nuestro Derecho, tratado como un botín de guerra, hace más de trescientos años y nos lo ha vuelto a abolir recientemente el Tribunal Constitucional con argumentos pretendidamente jurídicos pero absolutamente incompatibles con nuestro bloque de constitucionalidad. Prosigamos con la argumentación técnico-jurídica para recuperar nuestro Derecho civil valenciano y dejemos que los filólogos e historiadores aporten serenidad y rigor científico a nuestra lengua valenciana porque el uno y la otra, nuestra Lengua valenciana y nuestro Derecho civil valenciano, están en la base misma de nuestra innegable, innegociable e irrenunciable identidad que es una y la única manera que tenemos los valencianos de ser españoles y que todos, por ello, debemos respetar.
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