Hoy, que celebramos el funeral por el papa Francisco y su entierro a los pies de la Virgen Salus Populus Romani que preside la basílica ... de Santa María la Mayor de Roma, es un momento propicio para recordar y agradecer su magisterio a lo largo de los doce años de su pontificado. Como es imposible abarcarlo en unas pocas líneas, me centraré en las tres encíclicas que publicó. No incluyo la primera de todas, 'Lumen Fidei', porque la recibió de Benedicto XVI y la hizo suya para que no se quedara sin publicar y como muestra de continuidad en el magisterio con su antecesor. Las encíclicas contienen los principales mensajes de los papas a los fieles de la Iglesia católica y también, sobre todo desde San Juan XXIII, al conjunto de la humanidad, a «todos los hombres de buena voluntad».
En 2015 publicó 'Laudato si', dedicada monográficamente «al cuidado de la casa común». Francisco denuncia en ella la «cultura del descarte» que reduce toda la realidad (incluidos los seres humanos) a una condición puramente instrumental. Así, lo que deja de ser útil es descartado, da igual si se trata de cosas o de personas. En consecuencia, el deterioro ambiental y el social van de la mano. Por eso, sostiene que «no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (n. 49).
Para Francisco, la naturaleza no es un almacén de materias primas para explotar a nuestro antojo, sino un don que debemos cuidar en beneficio de la humanidad presente y futura. Esa naturaleza no solo nos compromete con el medio ambiente y la justicia social, sino también con la vida humana. Por eso, considera incompatible «la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades» (n. 120).
'Dilexit nos' es la más importante de las tres porque es la piedra angular que sostiene las otras dos
En 2020 publicó la segunda encíclica, 'Fratelli tutti', sobre la fraternidad y la amistad social. Si la anterior se centraba en la crisis ecológica, la nueva ponía el foco en la fragmentación social y la crispación política que infecta las sociedades de buena parte del mundo. Francisco vuelve a insistir en ideas fundamentales de su pontificado (y de la doctrina social de la Iglesia) al afirmar: «Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser» (n. 107). En consecuencia, «Así como es inaceptable que alguien tenga menos derechos por ser mujer, es igualmente inaceptable que el lugar de nacimiento o de residencia determine menores posibilidades de vida digna y de desarrollo» (n. 121). Y, como ya había hecho en 'Laudato si', aboga por el diálogo como fórmula principal para superar la conflictividad social y política potenciadas hoy desde las redes sociales: «Para encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar. No hace falta decir para qué sirve el diálogo. Me basta pensar qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta» (n. 198).
En octubre de 2024 Francisco publicó su última encíclica, 'Dilexit nos', dedicada al amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. Quizá porque parecía menos centrada en cuestiones sociales, tuvo una repercusión inferior a las otras en los medios de comunicación. Sin embargo, me parece que es la más importante de las tres por varios motivos. Primero, porque, es la piedra angular que sostiene las otras dos. Lo dice el propio Francisco: 'Dilexit nos' «permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si' y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común» (n. 217). El papa deja claro que aquellas encíclicas sociales no se sostienen sobre bases ideológicas, sino en el amor mismo de Jesús por todos y cada uno de los seres humanos. En segundo lugar, porque contiene unas propuestas tanto antropológica (la reivindicación del corazón como centro de la existencia humana, más allá de la fría razón y la voluntad desencarnada) como cristológica (el Corazón de Jesús como principio unificador de la realidad) de una inmensa riqueza filosófica y teológica. Y, en tercer lugar, porque revela, como ninguna anterior, la honda piedad del papa, su trato íntimo con el Corazón de Jesús.
Ante este tríptico que nos deja en herencia, tan atractivo y exigente para nuestra vida personal como colectiva, tenemos una impagable deuda de gratitud. Y hoy es una ocasión muy especial para reconocerla.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.